“Las mujeres nos identificamos con el ‘síndrome del impostor’, que debería se el de la ‘impostora’ –puesto que se describió en mujeres científicas–, el cual nos hace dudar de nuestra capacidad en comparación con los hombres”, señaló Idalia Rojas, mexicana de origen mazahua que actualmente realiza su posdoctorado en el Instituto Max Planck de Alemania.
Durante el encuentro “Historias de ciencia en voz de sus creadoras” –organizada por el Fondo de Cultura Económica y la American Chemical Society capítulo estudiantil de la Facultad de Química de la UNAM–, sus compañeras ponentes, de diferentes institutos y edades, confirmaron la experiencia, la cual incluso atenta contra su confianza cada día. En la mesa de diálogo virtual expusieron que este es un padecimiento presente incluso en investigadoras consolidadas y sin un perfil o edad específico.
“Es algo muy común, por lo que debemos de hablarlo, entenderlo y desmontarlo”, añadió Rojas, quien realiza su posdoctorado en biología evolutiva, y enfatizó que es algo que deben conversar entre colegas, puesto que muchas veces sienten que es un padecimiento individual.
“Es un sentimiento común, continuamente me siento ahí y nos pasa a muchas mujeres”, dijo por su parte Mirna Velázquez Rosas, quien realiza su posdoctorado en bioinformática en la Universidad de Texas. A lo largo de su carrera como académica, recordó, ha visto cómo se magnifican las acciones de los hombres o compañeros que hacen ciencia, los “golden boys”.
“Lo vemos y es feo, pero tenemos que hablarlo para que las personas que están en posición de poder disminuyan ese tipo de acciones desde las instituciones. Es una barrera, puesto que además impone un ambiente de competitividad entre las mujeres muy fuerte”.
La académica, quien ha realizado investigaciones en las pozas primigenias de Cuatro Ciénegas, Coahuila, destacó que ante la inseguridad e inequidad que sus colegas hombres hacen sentir a las académicas, puede haber espacios para subsanarlo y generar espacios seguros: grupos de mujeres donde haya apoyo. “Entre nosotras nos podemos dar esa validación que no siempre proviene del mundo exterior”.
SIN MIEDO.
Durante el encuentro coordinado por Verónica Reyes Galindo –estudiante del posgrado en Ciencia Biológica de la UNAM–, Janina Nava Ariza, investigadora del Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE) refirió que no hay edad ni perfil para tener este síndrome y todos lo podemos tener en algún momento. “He escuchado a grandes científicas padecerlo, pero también he escuchado cómo lo han combatido”. Un primer paso, continuó, es aceptarlo para después tratar de manejar el miedo y aceptar que puedes tener éxitos como fracasos.
“¿Quién no ha tenido miedo e inseguridad, incluso cuando vas a dar una charla, y pararse ante un auditorio, aunque seas especialista en el tema?”, agregó la ingeniera química industrial especializada en ciencias ambientales. “No hay que tener miedo, hay que trabajarlo y enfrentarlo, sin duda se puede manejar para que no lo sigamos arrastrando en el futuro”.
Adicionalmente, las académicas coincidieron en que han mostrado “timidez” en el momento de reconocer sus logros, no obstante, la investigadora del INAOE enfatizó que es un ejercicio que deben hacer cotidianamente, “puesto que se nos olvida que ha significado mucho trabajo, esfuerzo y dedicación”.
INSEGURIDAD LABORAL.
Otro tema abordado durante la mesa, fue la inseguridad laboral a la que están sujetas por haberse dedicado a una carrera científica. Idalia Rojas, egresada de la especialidad de Investigación Biomédica en la UNAM, expresó que las científicas mexicanas no escapan de uno de los males de su generación, la precarización laboral. “Esto ocurre en ocasiones por la falta de compromiso de las instituciones de investigación, que llegan a funcionar como outsourcing en la ciencia. El doctorado no es ni siquiera reconocido como una experiencia laboral”.
Mirna Velázquez, también joven científica en el extranjero, hizo eco del señalamiento. “Existen oportunidades laborales, pero no en México, lo cual es una tristeza”. Añadió que, en otras partes del mundo, un doctorado es suficiente para incursionar en el sector productivo y tener una “buena vida”, pero en México es mucho más difícil. “En nuestro país desafortunadamente hay una desconexión entre la industria y el mundo académico”.
El violentador del Cinvestav
Durante el diálogo entre las científicas, no perdieron oportunidad para visibilizar el caso de acoso del investigador del Cinvestav-Langebio Jean Phillippe Vielle a alumnas de la institución, algunas de las cuales lo han denunciado formalmente.
“Muchos en la comunidad científica nos enteramos, así como el seguimiento que ha realizado la Función Pública que dice tener pruebas, entonces ya no es un rumor como a veces justifican los acosadores”. Añadió que aún después del anuncio de la SFP, el IPN invitó al académico a un foro de biotecnología. ¿Acaso es el único biotecnólogo en el país? ¿Tenemos colegas tan brillantes y le estamos dando espacios en foros a los acosadores? ¿Cómo puede ser él modelo de inspiración de científicos y científicas?”.
Por su parte, Mirna Velázquez Rosas dijo que se necesitan más espacios bajo la dirección de mujeres y la toma de decisiones, puesto que es un recurso que podría evitar el encubrimiento de acosadores como Jean Phillippe Vielle.
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