Un nuevo estudio revela un progreso significativo en la campaña para reducir los niveles atmosféricos de sustancias químicas que destruyen la capa protectora de ozono de la Tierra.
Publicado en Nature Climate Change por un equipo internacional de científicos, la investigación confirma el éxito de las regulaciones históricas que limitaban su producción y uso.
Liderado por la Universidad de Bristol, el estudio muestra por primera vez una disminución notable en los niveles atmosféricos de potentes sustancias que agotan la capa de ozono (SAO), llamadas hidroclorofluorocarbonos (HCFC). Estos HCFC también son gases de efecto invernadero (GEI) nocivos, por lo que su reducción también debería reducir el calentamiento global.
El Protocolo de Montreal se acordó a nivel internacional en 1987 para introducir controles sobre la producción y el uso de SAO, que alguna vez se usaron ampliamente en la fabricación de cientos de productos, incluidos refrigeradores, aerosoles, espumas y envases. Los HCFC se desarrollaron como reemplazos de los clorofluorocarbonos (CFC). Aunque la producción de CFC está prohibida a nivel mundial desde 2010, la producción y el uso de HCFC todavía se están eliminando gradualmente a nivel mundial, y se prevé que la eliminación concluya en 2040. Serán reemplazados por hidrofluorocarbonos (HFC) y otros compuestos que no dañan la capa de ozono.
"Los resultados son muy alentadores. Subrayan la gran importancia de establecer y cumplir protocolos internacionales", afirma en un comunicado el autor principal Luke Western, de la Facultad de Química de la Universidad de Bristol. "Sin el Protocolo de Montreal, este éxito no habría sido posible. Por lo tanto, es un respaldo rotundo a los compromisos multilaterales para combatir el agotamiento del ozono estratosférico, con beneficios adicionales para abordar el cambio climático inducido por el ser humano".
El estudio internacional muestra que la cantidad total de cloro que daña la capa de ozono contenido en todos los HCFC en conjunto alcanzó su punto máximo en 2021. Dado que estos compuestos también son potentes gases de efecto invernadero, su contribución al cambio climático también alcanzó su punto máximo ese año. Este máximo se produjo cinco años antes de lo previsto en el último informe de evaluación del ozono publicado en 2022. Aunque la reducción entre 2021 y 2023 fue inferior al 1%, sigue mostrando que las emisiones de HCFC van en la dirección correcta.
Los resultados se basan en mediciones de alta precisión realizadas en observatorios atmosféricos distribuidos por todo el mundo, utilizando datos del Experimento Avanzado de Gases Atmosféricos Globales (AGAGE) y de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA) de Estados Unidos.
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