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Desajustes en la conservación del conejo europeo y de sus depredadores

Los depredadores dependen de las presas para su supervivencia, por lo que la conservación de las presas es clave para el mantenimiento de las poblaciones de depredadores amenazados.

Investigador tomando muestra a garduña muerta
Jorge Tobajas. Jorge Tobajas. (La Crónica de Hoy)

Las relaciones depredador-presa ocurren en dos direcciones, por un lado, las especies presa son vitales para la supervivencia de los depredadores y, por otro, los depredadores regulan las poblaciones de las especies presa. Una especie presa clave en los ecosistemas Mediterráneos de la Península Ibérica es el conejo Europeo o conejo de monte (Oryctolagus cuniculus). Más de 40 carnívoros ibéricos consumen estos conejos, destacando especies amenazadas como el lince ibérico (Lynx pardinus) y el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), que dependen en gran medida de su presencia. Además, es considerado un ingeniero de ecosistemas por su capacidad para modificar su ambiente y con ello la disponibilidad de recursos para él mismo y otras especies. La manera en la que lo hacen es al construir madrigueras que pueden ser utilizadas por otras especies, al incrementar la fertilidad del suelo con sus excrementos, modificando la vegetación al comer, y dispersando las semillas de una gran cantidad de plantas.

El conejo Europeo es un lagomorfo nativo de la Península Ibérica, sur de Francia y norte de África, pero ha sido introducido en otras partes del mundo, como Australia y Nueva Zelanda, donde debido a la falta de depredadores ha causado un aumento de sus poblaciones convirtiéndolo en una plaga. En la Península Ibérica, el conejo se divide en dos subespecies distribuidas en dos poblaciones, la de mayor tamaño O. cuniculus cuniculus (1.5-2 kg) en la mitad norte, y O. cuniculus algirus de menor tamaño (0.9-1.3 kg) en la mitad sur. Es un mamífero nocturno con un pico de actividad al atardecer y otro al amanecer, dependiendo de la estructura de la vegetación y de los depredadores presentes en la zona, siendo capaz de adaptar sus ritmos de actividad a la comunidad en la que habita.

Las enfermedades víricas que ha padecido este conejo en el último siglo, entre las que se incluyen la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica, junto con la pérdida de hábitat adecuado, provocaron un declive de sus poblaciones que afectó negativamente a sus depredadores. Desde la década de los 70 hasta los años 2000, las poblaciones de conejo se redujeron en más de un 70%, con mucha variabilidad en función de la región.

En el caso del lince ibérico, a finales del siglo XVIII ocupaba prácticamente toda la Península Ibérica, en los años 50 ya había desaparecido de prácticamente la mitad norte, pero fue a partir de los años 70 cuando sus poblaciones se redujeron drásticamente; hasta reducir su área de ocupación en un 99%, con una población estimada de 160 individuos. A raíz de este declive, aumentó considerablemente el interés por el estudio y la conservación de los depredadores amenazados y en menor medida del propio conejo. Los resultados de este interés han sido diferentes para la presa y para los depredadores.

El declive del conejo se ha mantenido e incluso agravado en muchas zonas de su área de origen como consecuencia de la aparición hace unos años de una nueva variante de la enfermedad hemorrágica, hasta ser incluido recientemente en la categoría de en peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en el año 2019. Por el contrario, las especies depredadoras dependientes del conejo como el águila imperial o el lince ibérico se han recuperado en buena parte debido a inversiones económicas para el desarrollo de proyectos con programas y estrategias de conservación nacional. Mediante estos programas de conservación del lince ibérico, sus poblaciones se han recuperado, pasando de los 160 individuos a los 1,111 individuos en 2021. Esto ha producido un evidente desajuste entre la recuperación y conservación de las diferentes especies de la comunidad.

Aún no se ha desarrollado ningún plan ni estrategia nacional de conservación y recuperación del conejo, reclamadas y promovidas por científicos y entidades conservacionistas como World Wildlife Fund (WWF), las actuaciones de gestión de conejo han tenido como objetivo mejorar las poblaciones del lince ibérico o el águila imperial. Esta gestión se ha basado en reintroducciones y alimentación artificial con conejos. Tras el empuje inicial en las actuaciones para recuperar las especies de carnívoros amenazados, cuando las poblaciones de estas especies se recuperaron, la gestión del manejo del conejo por las administraciones públicas, se ha limitado a actuaciones de refuerzo poblacional en las zonas de reintroducción de linces y en espacios naturales. Por otro lado, el colectivo de cazadores y grupos de investigación han seguido realizando y mejorando las translocaciones de conejo en las zonas forestales, pero sin conseguir la recuperación general de la población.

Actualmente, existe un declive generalizado del conejo en hábitats naturales y, por el contrario, incremento de su presencia en zonas agrícolas que no son generalmente adecuadas para los depredadores, donde es considerado y controlado como una especie plaga. El declive en las zonas naturales limita las poblaciones de las especies de carnívoros como el gato montés (Felis silvestris), y a su vez la posible expansión del lince ibérico. Actualmente, ha aumentado la presión de caza sobre el conejo en las zonas agrícolas debido a los daños que el lagomorfo causa a los cultivos, mientras en las zonas naturales donde el conejo está en declive, la gestión parece estar impulsada principalmente por la inercia de sueltas de conejos para la caza. Las protestas de los agricultores por los daños de conejo a los cultivos pueden suponer un obstáculo para la implementación de planes de recuperación de la especie.

Es necesario solventar los desajustes ecológicos, políticos y de gestión que se están produciendo en la conservación del conejo Europeo en la Península Ibérica, creando planes nacionales y regionales para su recuperación, proporcionando apoyo y recursos para el desarrollo de medidas de conservación y recuperación de las poblaciones, tanto por parte de los gobiernos regionales y nacional como de instituciones Europeas.

Los desajustes en la conservación entre el conejo Europeo y sus depredadores amenazados deben ser solventados para mantener la recuperación de esta especie clave para los ecosistemas mediterráneos y permitir la expansión de los depredadores amenazados.

Therya ixmana 1(3):84-85

http://mastozoologiamexicana.com/

*Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal, Universidad de Córdoba. Córdoba, España. jtobajas47@gmail.com

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