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Desarrolla la UAM nuevo modelo de cartografía para Ciudades en Transición

Consiste en identificar las diferentes formas como se resuelven conflictos y se toman decisiones comunitarias

Ciudad de México desde el aire
La cartografía participativa estudia cómo las comunidades desarrollan identidad en un espacio y se involucran en solucionar problemas. La cartografía participativa estudia cómo las comunidades desarrollan identidad en un espacio y se involucran en solucionar problemas. (UAM)

Para ayudar a que México cumpla con el compromiso 11 de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU y “lograr que las urbes sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) creó un modelo de cartografía participativa, que consiste en identificar las diferentes formas como se resuelven conflictos y se toman decisiones comunitarias en las diferentes regiones de una ciudad.

El proyecto de cartografía participativa, que actualmente enfoca su atención a la Zona Metropolitana del Valle de México, es uno de los proyectos a cargo del equipo científico llamado Laboratorio de Ciudades de Transición, de la UAM en su Unidad Cuajimalpa.

La UAM considera que plantear la transición de las metrópolis hacia el futuro implica contemplar el fenómeno desde la perspectiva urbana, socio-ecológica y digital, considerando la evolución de los modos de vida y de habitar las metrópolis

DECISIÓN E IDENTIDAD

La cartografía participativa subraya el valor que tienen los espacios y formas de pedir opinión a los vecinos para poder cambiar las dinámicas internas de alguna comunidad y construir cohesión, porque de alguna manera se genera identidad en ese núcleo involucrado en la toma de decisiones

Laura Elisa Quiroz Rosas, Técnica Académica del Laboratorio de Análisis Socio Territorial (LAST), de la UAM, explicó que los nuevos tipos de cartografía para ciudades en transición buscan crear conciencia acerca de conflictos o procesos territoriales que se quiera caminar o hacer algún tipo de intervención y, sobre todo, “dar voz a las personas; es decir, empoderar a los miembros de una comunidad”.

Como resultado final se tendrá un producto que representa el interés de una comunidad, con un contenido que refleja el conocimiento local y un objetivo claro, porque el mapeo no se define por la exactitud o el rigor de las convenciones cartográficas tradicionales.

Laura Elisa Quiroz explicó el trabajo para construir una cartografía participativa, junto con la doctoranda Nora Morales Zaragoza, investigadora del Departamento de Teorías y Procesos de Diseño, de la UAM Cuajimalpa.

Ellas detallaron que la cartografía participativa retoma diferentes instrumentos para poder ayudarse y mejorar el conocimiento, desde información y técnicas que tienen que ver con fotografías, relatos, historias a cuestiones mucho más sofisticadas como los sistemas de información geográfica y la cartografía en línea.

Por ejemplo, en campo se han realizado talleres de mapeo utilizando herramientas como hojas de árbol o piedras, que en realidad sirven porque dan una idea del territorio que muchas veces es una referencia para los locales.

En los talleres de croquis se pide a los habitantes que dibujen, hagan un boceto de su colonia, lo cual representa un acercamiento a este conocimiento espacial de su territorio, además de mapas a escala donde básicamente se utiliza un trazo urbano ya definido.

Morales Zaragoza, miembro de la Red Nacional de Investigadores en Diseño y el Grupo de Tecno-Antropología, indicó que el objetivo está relacionado con “cómo podemos aproximarnos a una participación ciudadana en proyectos generales, y muchas veces la cartografía participativa va hacia la idea de despertar o hacer una lucha, aunque a veces nos puede dar cuenta de lo que significan los recursos o cierto problema para la comunidad”.

Sin embargo, “muchas comunidades aún de los pueblos originarios no están preparadas o han estado constantemente en lucha, por lo que en un primer acercamiento habría que entender el mapa para que la gente participe y se pueda lograr algo significativo”.

Por tanto, consideró que “estamos ante un momento muy importante, en el que es posible que algunos participantes se conviertan en ciudadanos de la ciencia; es decir, que no están especializados, pero que participan práctica y activamente en una investigación científica, lo cual no significa que están involucrados en todas las fases del proceso científico, mas es importante empezar a pensar en cómo permitir que las soluciones colectivas favorezcan el cambio social”.

La mayor parte de la humanidad ya vive en ciudades

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 15 de noviembre de 2022 la población mundial alcanzó los 8 mil millones de personas; lo que representa un hito en la historia de la especie pues sólo en 12 años la población creció en mil millones. La misma ONU indica que más de la mitad de la humanidad vive hoy en zonas urbanas, las cuales, pese a ocupar apenas el tres por ciento de la Tierra, consumen 70 por ciento de la energía y generan 75 por ciento de las emisiones de carbono.

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