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Describen la distribución antigua de pueblos indígenas del centro de México

Investigadores de la UNAM, encabezados por María del Carmen Ávila emplearon paleogenómica y extraer y analizar moléculas de ADN de antiguos restos humanos · Los resultados se publican en la revista "Science"

Title: Mapa de los sitios arqueológicos de la Sierra Tarahumara, la Sierra Gorda y la Cañada de la Virgen en México
El estudio analizó ADN antiguo recuperado de restos humanos hallados en ocho sitios arqueológicos prehispánicos. El estudio analizó ADN antiguo recuperado de restos humanos hallados en ocho sitios arqueológicos prehispánicos. (LIIGH-UNAM)

Un grupo multinacional de 27 científicos y científicas, reunido y coordinado por la Doctora María del Carmen Ávila Arcos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), elaboró un primer mapa de distribución genética de poblaciones indígenas que habitaron el centro de México entre los años 800 y 1400 después de Cristo.

La primera imagen panorámica de la estructura genética de antiguos pobladores de lo que hoy son estados como Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Chihuahua, fue posible gracias a avanzados procesos paleogenómicos que permitieron extraer y analizar moléculas de Ácido Desoxirribonucleico (ADN), de antiguos restos humanos, de 12 núcleos celulares y 27 mitocondrias, rescatados por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Las muestras biológicas procedían de ocho sitios arqueológicos prehispánicos, entre los que se encuentran Ranas y Toluquilla, en la Sierra Gorda de Querétaro; Cañada de la Virgen, en San Miguel de Allende, Guanajuato; diferentes lugares de Michoacán y también de la Sierra Tarhumara, en Chihuahua.

Los resultados de esta investigación, en la que colaboraron investigadores e investigadoras de Alemania, Australia, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Suecia y México, fueron publicados en la edición impresa de esta semana, de la revista científica “Science”, considerada una de las más influyentes de todo el mundo.

“Es un gran orgullo que se pueda contar con estos hallazgos, gracias a que se logró establecer un Laboratorio de Paleogenómica en México. Esto va a abrir los ojos a varios arqueólogos y arqueólogas de que este tipo de investigaciones se pueden hacer en México. Esto es importante porque nos permite tener el control de muestras biológicas sin que tengan que salir del país para este tipo de estudios. Creo que las colaboraciones internacionales son muy importantes, pues incluso en este caso tuvimos una colaboración multinacional, pero quisiera que la gente supiera que al tener nosotros las herramientas de investigación dentro de nuestro país evitamos algo que ha ocurrido con frecuencia: el extractivismo y prácticas de colonialismo científico”, comentó en entrevista, para los lectores de “Crónica”, la Doctora Carmen Ávila, quien trabaja en el Laboratorio Internacional de Investigación del Genoma Humano (LIIGH-UNAM).

DESPLAZAMIENTOS FRONTERIZOS.

El primer paso del estudio fue la vinculación entre arqueólogos y expertos en genómica, puesto que las preguntas se definieron mediante largas conversaciones con arqueólogos y arqueólogas que habían trabajado muchos años en los sitios estudiados, como Elizabeth Mejía Pérez Campos o Alberto Herrera Muñoz.

Una de las preguntas importantes con las que partió esta investigación fue buscar evidencia del hipotético remplazo de pobladores en la frontera entre Aridoamérica y Mesoamérica. Ese planteamiento afirma que, hace aproximadamente mil años, un conjunto de sequías graves ocurridas en lo que hoy es el norte de México forzaron a una migración masiva de pueblos cazadores y recolectores hacia el sur, desplazando a las comunidades sedentarias que habitaban el norte de Mesoamérica, donde había más agua y recursos alimenticios.

Los hallazgos de los genomas antiguos fueron contrastados con datos genéticos de comunidades indígenas contemporáneas, colectados y difundidos en la última década por el Doctor Andrés Moreno Estrada, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Después, al contrastar la información de los genomas antiguos con los contemporáneos se vio que la ubicación geográfica de los indígenas del norte de México y los del centro de México no presenta cambios significativos durante más de una decena de siglos.

“Los genomas antiguos revelaron una conservación de la estructura genética en México en los últimos 1400 años y una continuidad en la población de la frontera norte de Mesoamérica a pesar de las severas sequías de hace 1100 años”, indican las conclusiones difundidas por “Science”.

– ¿Los resultados de su estudio cuestionan la hipótesis, asumida hasta ahora, sobre el remplazo de pobladores en el norte de Mesoamérica, que habría ocurrido hace mil años?

– Sí. Por lo menos en la región donde nosotros estudiamos, los datos nos muestran que ha existido continuidad genética y poblacional. Eso no quiere decir que en ningún pueblo de la frontera entre Mesoamérica y Aridoamérica haya ocurrido este remplazo, pero lo que nosotros encontramos es el resultado de un análisis muy profundo y nos permite decir que el remplazo de pobladores no ocurrió en todos lados.

Los resultados incluyen mucha información que no se puede condensar en una sola nota periodística, pero heredan nuevas técnicas, procesos y nuevas preguntas para muchos grupos de investigación.

Condujo el LIIGH, con éxito, un trabajo inédito hecho en México

El proyecto para describir la Estructura genética e historia demográfica de las poblaciones prehispánicas en el centro de México es una muestra muy importante de trabajo multidisciplinario y multinacional, coordinado desde México. El esfuerzo tuvo muchas etapas críticas, que iban desde el trabajo en campo por parte del equipo arqueológico, bajo el sol, hasta el análisis de grandes bancos de datos genómicos con súper cómputo; además de la extracción de ADN antiguo en laboratorios extremadamente higiénicos, con vestimentas selladas para evitar contaminar ADN antiguo con moderno. Los datos más importantes hallados pueden ser consultados por los lectores en la revista “Science”, en la página: https://www.science.org/doi/10.1126/science.add6142

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