Mirando las estrellas desde el semidesierto mexicano en Matehuala, San Luis Potosí, el abuelito de Miriam se hacía un montón de preguntas, en voz alta, sobre cómo funcionan las cosas del mundo. A su lado, la nieta curiosa que jugaba con un pizarrón y gises, comprendió que hacerse preguntas es bueno y estudiar para contestarlas es la única forma de cambiar su propia vida y la de las demás personas.
Hoy, aquella niña que se apasionó por la ciencia cuando entró al laboratorio austero de su secundaria pública, junto a la carretera que lleva trailers a Laredo, Texas, es la brillante neurocientífica Miriam Hernández Morales, investigadora de la Universidad de Berkeley, California, que contesta preguntas para los lectores de Crónica.
Dedicada a indagar y describir el funcionamiento de circuitos cerebrales, la mexicana, que es conocida en Estados Unidos como Miriam Morales, también forma estudiantes y da pláticas de divulgación científica a niñas que hablan español en la Bahía de San Francisco.
“La vida en Matehuala me puso en contacto con la naturaleza, la familia y la comunidad. Eso me ayudó mucho a apreciar las relaciones personales”, cuenta la profesora del Instituto de Neurociencias Helen Wills, de Berkeley, quien forma parte del grupo liderado por el Doctor Chunlei Liu.
MUJER DE SU TIEMPO
Dicen que el siglo XXI se recordará como el siglo de los mayores hallazgos sobre el cerebro. La cuestión está en curso, pero mientras las décadas cabalgan, alejándose del siglo XX, la niña potosina que miraba estrellas en el semidesierto ya forma parte de una generación de científicos que ha desarrollado nuevas herramientas para estudiar la actividad del cerebro sin abrir el cráneo de sujetos vivos.
Hernández Morales observa, describe y experimenta con circuitos cerebrales que se encienden en sujetos en movimiento libre. Para ello, combina conocimientos de frontera en neurociencias, electrofisiología, química, biología molecular y física de campos magnéticos.
“En estos años hemos dado un salto grande, pues pasamos de estudiar individualmente las características y funciones de las neuronas, astrocitos y otras células del cerebro a estudiar circuitos en los que grupos de células nerviosas se activan, de manera sincronizada, formando los caminos a través de los cuales fluye la información”, cuenta a este diario la científica mexicana.
MULTIDISCIPLINAS
Graduada como Química Farmacobióloga (QFB) en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), con Doctorado en Ciencias del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miriam recuerda que accedió por primera vez a la UNAM gracias al programa Veranos de la Investigación Científica de la Academia Mexicana de Ciencias. Conoció al grupo del Doctor Ricardo Miledi y, posteriormente, realizó ahí sus estudios doctorales. Así, clarificó su ruta de investigación que comprende desde el estudio de neuronas y astrocitos hasta circuitos neuronales responsables de la conducta.
“Actualmente, estamos desarrollando una tecnología no invasiva que usa campos magnéticos para activar circuitos cerebrales específicos. Detrás de estos procesos hay trabajo que reúne física, electrofisiología, biología molecular y diversas técnicas de microscopía. Ahora, trabajamos con nanopartículas magnéticas y cómo aprovechar su interacción con los campos magnéticos para activar canales iónicos y, a través de éstos, neuronas. Estamos en un momento en el que intentamos controlar circuitos neuronales para descubrir cómo se orquestan para generar funciones cognitivas complejas”, detalló la neurocientífica que anteriormente realizó investigación en el Instituto Cajal, de España y en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos.
“Hay miles de preguntas: queremos saber cuántos circuitos cerebrales hay, cuáles son y con qué función están asociados, pero también sabemos que el cerebro es dinámico y un circuito puede cambiar o una parte de éste también puede pertenecer a otro circuito. Vivimos un momento muy emocionante de muchas respuestas y muchas preguntas nuevas”, compartió Miriam.
El abrigo familiar fue indispensable
Miriam Hernández Morales subraya que, para seguir estudiando, siempre tuvo apoyo de su familia. “Mis cuatro abuelos fueron personas de campo y estaban convencidos de que la educación era la base del progreso. Así me crió mi madre, con el estudio como mi prioridad e hizo muchos esfuerzos para apoyarme. Ella siempre me dice, todo para adelante y siempre para aprender, como cuando gané la Olimpiada estatal de Química. Tener a esa mujer fuerte a mi lado marcó mi vida porque nunca me sentí sola”.
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