En el norte de la Ciudad de México, la población tuvo la oportunidad de observar el eclipse de sol desde las instalaciones del Planetario “Luis Enrique Erro” del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Al encuentro asistieron alrededor de dos mil personas, entre niñas, niños, jóvenes y adultos, quienes gozaron del eclipse parcial, que fue visible en alrededor del 70 por ciento visible, y que comenzó a partir de las 10:55 horas y alcanzó su punto máximo a las 12:14 horas, para cuncluir alrededor de las 13:30 horas.
Durante la fiesta astronómica, organizada por la Dirección de Difusión de Ciencia y Tecnología (DDCT) del IPN, las y los asistentes disfrutaron las proyecciones Solaris: una aventura en el sistema solar; Dos pedacitos de vidrio: el telescopio maravilloso; Los secretos del Sol; Arqueoastronomía mexica y Cambio climático.
Además, se realizaron recorridos en la Sala de Astronomía, visitas guiadas al museo y la transmisión en vivo de la cobertura del eclipse desde la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos, explicada por el ingeniero del Departamento de Operaciones del Museo “Tezozómoc”, Celestino Antonioli Ravetto.
Integrantes de la Sociedad Astronómica de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) Unidad Ticomán orientaron a las y los visitantes sobre el uso de los telescopios del planetario para la observación del eclipse.
La Dirección de Difusión de Ciencia y Tecnología facilitó 114 lentes especiales (por tiempo limitado) al público que no tuvo oportunidad de adquirir los filtros solares para observar el festín astronómico que ofrecieron el Sol y la Luna, mismo que volverá a ser visible en México hasta el año 2052.
El astrónomo Wilder Chicana Nuncebay explicó que los eclipses solares en realidad son más frecuentes de lo que comúnmente se cree, pero la sombra pasa por lugares de muy difícil acceso como selvas, mar abierto o desiertos. La relevancia del registrado hoy es que fue visible en zonas muy pobladas, lo que permitió que mucha gente lo pudiera observar.
El evento astronómico fue una oportunidad para profundizar en el entendimiento de la mecánica celeste y la física solar, así como de la corona solar, que normalmente es invisible por su resplandor y cuya temperatura se eleva a casi un millón de grados, mucho más caliente que la superficie del Sol. También permitió avances en la instrumentación y calibración astronómica.
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