Los cálculos epidemiológicos señalan que en México un millón 300 mil personas pueden desarrollar esquizofrenia, enfermedad mental para la que no existe cura total. Sin embargo, la medicina ha avanzado mucho en los últimos 50 años y mientras en los años 70 se internaba al paciente y sólo se controlaban sus síntomas, como delirios y alucinaciones auditivas, ahora se puede alcanzar un estado de remisión que les permite vivir con sus familias, realizar estudios y algunas actividades laborales.
Los avances en diagnóstico y tratamiento fueron explicados este fin de semana por los psiquiatras Jesús Ramírez Bermúdez, especialista del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), y Raúl Escamilla, jefe de Unidades Clínicas del Instituto Nacional de Psiquiatría (INP), durante las jornadas de divulgación científica Lundbeck Mental Health Press Day, que reunió en Tepoztlán, Morelos, a médicos, periodistas, pacientes y familiares de pacientes.
La esquizofrenia es un trastorno mental grave en el que se presentan experiencias psicóticas que se mantienen en el tiempo. Una experiencia psicótica es aquella en la que la persona pierde contacto con la realidad y se altera la forma como se relaciona con el mundo.
“La persona puede presentar alucinaciones sensoriales, por ejemplo, alucinaciones auditivas, como escuchar voces. Pero también hay una desorganización conceptual y delirios, es decir, creencias que son falsas en su contenido, pero que el paciente define con gran convicción y que es muy difícil modificar a través de la crítica o la evidencia, por ejemplo, cuando un paciente está convencido de que el mundo está a punto de acabarse o que es perseguido por alguien que lo quiere agredir”, explicó el Doctor Jesús Ramírez Bermúdez en su conferencia Radiografía de la esquizofrenia.
En la misma exposición explicó que algunos de los cambios que se pueden observar antes de que se presente una crisis incluyen la tendencia a aislarse, tener afectada la atención y la memoria, así como tener problemas en lo que llamamos cognición social, es decir, la capacidad para leer las señales que expresan otras personas durante una conversación, como alegría, buen humor, enojo, miedo, tristeza o dolor.
“Esta dificultad para procesar ese tipo de señales sociales que normalmente procesamos de manera fluida en el trato con otras personas, en el caso del paciente con esquizofrenia se viven con cambios en la velocidad de procesamiento que muchas veces les provocan miedo a ser agredidos, por eso se aíslan”, agregó el médico del INNN.
Horizonte de recuperación
Actualmente, los médicos especialistas en psiquiatría atienden a los pacientes con esquizofrenia con dos horizontes u objetivos diferentes, que en algún momento pueden unirse: la recuperación clínica y la recuperación funcional.
La Recuperación clínica o sintomática: implica que la persona ya no tiene síntomas de esquizofrenia. Mientras que la Recuperación funcional: implica no solo la remisión de los síntomas, sino una mayor autonomía para manejar la propia vida.
“Entre más temprano se detecte esta psicopatología, más oportunidades hay de llevar al paciente hasta una recuperación funcional”, indicó el Doctor Raúl Escamilla en la conferencia Diagnóstico y tratamiento de la Esquizofrenia.
El especialista del INP explicó que actualmente no hay un análisis de sangre, un escáner cerebral o una biopsia que pueda indicar que una persona tiene esquizofrenia. Por esta causa, se debe prestar atención a los síntomas que pueden ayudar a identificar que una persona está sufriendo un episodio psicótico. Estos síntomas pueden implicar gran gasto de energía mental y física, como el adoptar ideas delirantes, experimentar alucinaciones sensoriales y habla desorganizada; pero también síntomas que no implican gasto de energía física como el aislamiento social y una motivación reducida.
“Muchos casos aparecen por primera vez abruptamente. Identificar los síntomas asociados es muy importante pues, después de un primer episodio de esquizofrenia, prácticamente todos los pacientes se recuperan. Sin embargo, tras un segundo brote, uno de cada seis pacientes no va a alcanzar el grado de recuperación y rendimiento previo”, puntualizó Raúl Escamilla.
La esquizofrenia no es curable, pero sí es tratable
Las guías de tratamiento recomiendan atender la esquizofrenia con un enfoque combinado con fármacos e intervenciones psicológicas tanto para el primer episodio de psicosis como para las exacerbaciones agudas y la prevención de una recaída. En la fase aguda de una esquizofrenia, los medicamentos antipsicóticos típicos y atípicos constituyen la base del tratamiento. Se considera que es vital el inicio rápido del tratamiento farmacológico dentro de los cinco años posteriores al primer episodio agudo porque en esta etapa ocurren la mayoría de los cambios neurológicos.
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