Entre las despedidas que quedaron en el 2022 dentro del mundo académico se encuentra la de Alejandro Madrazo Lajous, ex investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), uno de los primeros que hizo público su descontento y el de la comunidad ante el autoritarismo del, a la postre, director del centro, José Romero Tellaeche.
Madrazo fue también uno de los primeros destituidos de su cargo al frente de la Sede Región Centro por sus comentarios a favor del programa de Cátedras Conacyt en momentos donde se buscaba constituir un sindicato que agrupara a los catedráticos y que Conacyt ha desestimado e incluso ha modificado el programa. Ha sido Conacyt quien ha solapado y promovido la permanencia de Romero en la ilegalidad institucional.
“Para la comunidad entera es evidente que las condiciones en las que venimos trabajando se deteriora aceleradamente. No necesito enumerar la cascada de agravios en contra de nuestra comunidad. Tampoco necesito explicar que no son fruto de la casualidad. El gobierno decidió destruir al CIDE. Tardé en verlo y aceptarlo, pero hoy me resulta innegable”,
En una carta dirigida a su comunidad y a la opinión pública, publicada el 31 de diciembre, el académico escribió que el desmantelamiento de la institución se trata de un “castigo ejemplar” a una institución con vocación crítica del ejercicio del poder público y político. “Hoy, el espacio que antes nos protegía es desde donde más intensamente se siente la amenaza”.
Entre el acoso orquestado por la dirección del CIDE, puntualizó que se encuentran pagos retenidos durante meses, derechos laborales ignorados, órganos colegiados atropellados, y procesos institucionales desmantelados, que han generado un ambiente en el que resulta difícil trabajar, añadió. “Pero para asegurarse que este mensaje sea claro y contundente, las nuevas autoridades han recurrido a la intimidación administrativa, el acoso a quien disiente y a la amenaza disciplinaria velada, pero recurrente. Hay que decirlo: nos están echando, haciendo de nuestra casa un lugar amenazante y hostil, a fin de purgar al CIDE de voces críticas al gobierno”.
LA IGNOMINIA.
Recordó que fue este gobierno el que impuso a Romero Tellaeche, “un académico mediocre y servil”, en la dirección del CIDE. El académico traído del Colmex, dice Madrazo, estuvo “dispuesto a la ignominia con tal de ostentarse como Director General de algo. Lo hizo a pesar del rechazo (casi) unánime de la comunidad y violando flagrantemente las normas vigentes en repetidas ocasiones”.
Denunció que éste halló en Gabriel Purón, su avatar e instrumento para desmantelar con celeridad los proyectos de la sede Región Centro, donde “destrucción ha sido especialmente virulenta”.
Ambos, enfatizó, se han caracterizado por su incompetencia y limitaciones en lo administrativo, intelectual, “mediocres en lo académico, deshonestos en el ejercicio de su cargo y, sobre todo, arbitrarios (…) guiados por sus inseguridades y ambiciones personales”.
La modificación a los estatutos y la extinción de los cuerpos colegiados en la institución, añade, “busca transformar al CIDE en una empresa paraestatal verticalmente sometida a necesidades políticas y emocionales de quienes gobiernan. No estoy dispuesto a vivir esta etapa de demolición y por eso me voy”.
El CIDE no era perfecto, pero avanzaron en muchos temas como la renovación y la atención a violencia de género, entre otros, sin embargo, de lo que ahora pagan las consecuencias por “haberse dormido en sus laureles” es de no haber pugnado antes por la autonomía del centro o el fortalecimiento de las condiciones laborales.
Aun así, lo ocurrido al CIDE es, enfatiza, sobre todo, “una decisión política”. La imposición de Romero Tellaeche “debe de servir como una alerta a toda la comunidad académica nacional sobre tolerar la simulación en su seno”.
La tolerancia a la “mediocridad” y la “politiquería” subsiste en otras instituciones académicas del país. “La crisis, me temo, es nacional y previa a la virulencia con la que el gobierno actual acosa a la academia”.
Tras sus agradecimientos al equipo administrativo del CIDE y a los alumnos y ex alumnos de la institución, Madrazo Lajous concluye con una anécdota que involucra a su comunidad y recuerda que “así destruyan programas docentes y de investigación, así provoquen una diáspora que deje a la institución raquítica, lo que hemos construido en el CIDE es algo que los verdugos institucionales no entienden, no entenderán ni podrán detener. Tampoco podrán contenerlo, porque la mata seguirá dando”.
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