A lo largo de las últimas décadas, se ha descrito que la oxitocina es una sustancia relacionada con el apego emocional, así como para facilitar el parto y estimular la secreción de leche para amamantar. Nuestro antropocentrismo nos ha llevado a llamarla y a popularizarla como la “hormona del amor”. No obstante, un estudio publicado recientemente pone en duda algunos de los determinismos que han permeado en las últimas décadas sobre su función, para enmarcarla en una red de interacciones más complejas de un proceso de por sí ya complejo.
Científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) señalan en su estudio “Oxytocin receptor is not required for social attachment in prairie voles” que la eliminación del receptor de oxitocina no interfiere con la monogamia ni con el parto, al menos en los “ratones de laboratorio” que se emplean en este tipo de investigaciones: los ratones de la pradera o “campañoles”, famosos entre los científicos por su monogamia.
El equipo encontró que estos roedores se reproducían sin receptores para la oxitocina y mostraban los mismos comportamientos monógamos de apareamiento, apego y crianza que los campañoles normales. Además, las hembras sin receptores de oxitocina dieron a luz y produjeron leche, aunque en menor cantidad que las hembras comunes.
“Los patrones eran indistinguibles”, señala Devanand Manoli, autor principal del artículo y miembro del Instituto Weill de Neurociencias de la UCSF. “Los principales rasgos de comportamiento que se pensaba que dependían de la oxitocina (compañeros sexuales que se apiñaban y rechazaban a otros compañeros potenciales, así como la crianza por parte de madres y padres) parecen estar completamente intactos en ausencia de su receptor”.
ROEDORES CRISPR.
Los ratones de campo de la pradera se encuentran entre un pequeño grupo de mamíferos que muestran un apego social a largo plazo entre las parejas de apareamiento. Muchos estudios farmacológicos muestran que la señalización a través del receptor de oxitocina es fundamental para la manifestación de la monogamia social en estos animales, señala el estudio, publicado en la revista “Neuron”.
Los científicos realizaron cambios genéticos mediante la herramienta CRISPR para generar tres líneas diferentes de roedores modificados, que “mostraron un apego social tal que los machos y las hembras mostraron una preferencia de comportamiento por sus parejas de apareamiento sobre un extraño del sexo opuesto, incluso cuando se probaron con diferentes configuraciones experimentales”.
Adicionalmente, el estudio señala que las madres que carecían de oxitocina dieron a luz cachorros viables, y los padres mostraron cuidado por sus crías y las criaron hasta la etapa de destete. “Juntos, nuestros estudios revelan inesperadamente que el apego social, el parto y el comportamiento de los padres pueden ocurrir en ausencia de señalización de oxitocina en campañoles de pradera”.
"Si bien la oxitocina se ha considerado como la 'poción de amor número 9', parece que las pociones 1 a 8 podrían ser suficientes", señala Manoli. “Este estudio nos dice que la oxitocina es probablemente solo una parte de un programa genético mucho más complejo”.
Para este estudio, de 15 años de duración, los usaron CRISPR para generar campañoles de pradera que carecen de receptores de oxitocina funcionales. Luego, probaron los campañoles mutantes para ver si podían formar asociaciones duraderas con otros campañoles. Para sorpresa de los investigadores, los campañoles modificados formaron lazos de pareja tan fácilmente como los campañoles normales.
LACTANCIA.
Lo que sorprendió más a Manoli y a su colega y coautor del estudio, Nirao Shah –de la escuela de Medicina de Stanford– fue la capacidad de llevar a cabo la crianza con estos roedores modificados.
“Es probable que la oxitocina tenga un papel tanto en el nacimiento como en la lactancia, pero tiene más matices de lo que se pensaba”, dijo Manoli. Los campañoles hembra sin receptores demostraron ser perfectamente capaces de dar a luz, en el mismo período de tiempo y de la misma manera que los animales normales, aunque se pensaba que el trabajo de parto dependía de la oxitocina”.
“Esto anula la sabiduría convencional sobre la lactancia y la oxitocina que existe desde hace mucho más tiempo que la asociación de unión de pareja”, dijo Shah. “Es un estándar en los libros de texto de medicina que el reflejo de la bajada de la leche está mediado por la hormona, y aquí estamos diciendo, ‘espera un segundo, hay más que eso’”.
APLICACIÓN CLÍNICA.
Los científicos se centraron en comprender la neurobiología y los mecanismos moleculares del vínculo de pareja porque se cree que es la clave para desbloquear mejores tratamientos para las afecciones psiquiátricas, como el autismo y la esquizofrenia, que interfieren con la capacidad de una persona para formar o mantener vínculos sociales.
Los investigadores dijeron que su estudio sugiere fuertemente que el modelo actual, una sola vía o molécula responsable del apego social, está demasiado simplificado.
“Estos comportamientos son demasiado importantes para la supervivencia como para depender de este único punto de posible falla”, dijo Manoli. “Es probable que haya otras vías u otro cableado genético para permitir ese comportamiento. La señalización del receptor de oxitocina podría ser una parte de ese programa, pero no es el final de todo”.
"Si podemos encontrar la vía clave que media el comportamiento de apego y vinculación, tendremos un objetivo eminentemente farmacológico para aliviar los síntomas del autismo, la esquizofrenia y muchos otros trastornos psiquiátricos", apuntó por su parte Shah.
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