Los términos tifón, huracán y ciclón tropical tienen el mismo significado, se refieren a un fenómeno de remolino en regiones tropicales (entre 30°N y 30°S) acompañado de vientos de 119 km/h o más. La denominación de este fenómeno varía en función del lugar donde se produce. Se conoce como “huracán” en el mar Caribe, el golfo de México, el océano Atlántico Norte y el océano Pacífico Norte oriental y central. Se llama “tifón” en el Pacífico Norte occidental. En la bahía de Bengala y el mar Arábigo, se denomina “ciclón”. En el suroeste del Pacífico y el sureste del océano Índico, se le denomina “ciclón tropical severo”. En el suroeste del Océano Índico, tiene el nombre de “ciclón tropical”.
Un ciclón tropical se caracteriza por ser una tormenta de rápida rotación que tiene origen en los océanos tropicales extrayendo de ahí la energía para desarrollarse. El “ojo” del ciclón es la parte central del sistema donde no hay nubes y las condiciones meteorológicas son generalmente tranquilas. El “ojo” del ciclón está protegido por una pared que lo rodea y hacia la que se desplazan en espiral las nubes. Los vientos generados por los ciclones tropicales son muy violentos, en el hemisferio norte soplan en sentido contrario a las agujas del reloj y en el hemisferio sur soplan en sentido de las agujas del reloj.
El ciclón también genera lluvias torrenciales, olas altas, mareas de tempestad e inundaciones costeras muy destructivas. Las mareas de tempestad costera son un enorme volumen de agua impulsado hacia la costa a gran velocidad y con una fuerza inmensa que puede arrastrar a su paso, seres vivos y estructuras pesadas.
La velocidad de los vientos define el tipo de fenómeno. Una depresión tropical tiene vientos inferiores a 63 km/h, una tormenta tropical presenta vientos superiores a 63km/h, y el huracán tiene vientos superiores a 119 km/h. La categoría 1 del huracán tiene vientos entre 119 y 153 km/h, la categoría 2 entre 154 y 177 km/h, la categoría 3 entre 178 y 208 km/h, la categoría 4 entre 209 y 251 km/h, y los huracanes con vientos mayores a 252 km/h son de categoría 5. Esta es la escala Saffir-Simpson. El huracán Otis que golpeó a Acapulco en la madrugada del 25 de octubre de 2023 presentó vientos de 270 km/h alcanzando valores de 300 km/h.
Los estragos de los huracanes dependen de la velocidad y duración del viento, de la velocidad a la que se desplazan, la lluvia intensa que se presenta cuando tocan tierra, y aún después de haber impactado, de las lluvias que se presentan. Otros factores que determinan los estragos de los huracanes son su cambio repentino de la dirección de desplazamiento y de intensidad, y la respuesta de la sociedad ante estos sistemas.
En México, estadísticamente, la temporada de ciclones tropicales inicia el 15 de mayo y termina el 30 de noviembre, sin embargo, se pueden presentar ciclones en fechas cercanas antes y después de esta temporada.
EL HURACÁN “OTIS”
En menos de 12 horas, una tormenta tropical pasó a ser el huracán “Otis” de categoría 5, rompiendo el récord histórico en México, de 24 horas de intensificación del huracán Patricia en 2015. Las afectaciones que causó “Otis” son devastadoras, pérdidas humanas, viviendas destruidas, sectores de salud, de abasto de agua y de electricidad colapsados, infraestructura carretera cerrada por caída de árboles, deslaves y desbordamiento de ríos y lagunas, afectaciones en los sensores del sistema de alerta sísmica, daños al aeropuerto de Acapulco que quedó inoperante. Un día después del golpe de “Otis” en Acapulco, los primeros informes mencionaban que el 80% de los hoteles quedaron destruidos, lo que es un impacto devastador en la economía de la ciudad, en uno de los Estados más pobres de México. Se tenía poca información sobre la destrucción en las colonias de la periferia.
¿QUÉ HACER ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE UN HURACÁN?
Para reducir el riesgo, es muy importante dedicar tiempo a elaborar un plan de continuidad de las actividades, ponerlo a prueba y aplicarlo cuando llegue el momento. Estar bien preparado para un huracán también puede ayudar a reducir el miedo y la confusión, mantenerse a salvo. Es importante analizar algunas medidas que se pueden tomar antes, durante y después de un huracán, para mantenerse a salvo y para proteger los bienes.
Antes de un huracán. La preparación es una parte importante para protegerse y ayudar durante un fenómeno meteorológico extremo como un huracán. Una preparación adecuada puede ayudar a evitar lesiones graves y reducir la siniestralidad total. Para prepararse para un huracán, se puede elaborar un plan de respuesta de emergencia que describa claramente qué hacer, dónde ir y cómo mantenerse en contacto. Se puede incluir una lista de personas con las que ponerse en contacto en caso de emergencia; en un edificio es importante conocer todas las salidas y los puntos de reunión seguros. Es importante conocer qué zonas de su vivienda y colonia son más vulnerables a condiciones meteorológicas extremas, como vientos fuertes y lluvias torrenciales. Preparar un kit de emergencia con todo lo esencial que se necesitará en caso de tormenta (un botiquín de primeros auxilios, guantes de trabajo, una lámpara de pilas, cerillos y velas, agua embotellada y alimentos no perecederos, artículos de aseo, desinfectante de manos y cualquier medicamento que se pueda necesitar). Es importante que este kit esté en un lugar accesible.
Durante un huracán. Es importante mantener la calma y seguir su plan de respuesta de emergencia. La prioridad es ir a un lugar seguro. Si se encuentra en una zona propensa a inundaciones, diríjase a un terreno más elevado donde esté alejado de las aguas de la inundación. Mantenerse alejado de ventanas y puertas de cristal.
Después de un huracán. Se pueden revisar los daños una vez que el huracán ha pasado, inspeccionando cuidadosamente el interior y el exterior de su vivienda, identificar si se requiere reparar los cimientos, agujeros o alguna estructura dañada. Pedir a un electricista que revise los sistemas eléctricos y repare los cables que hayan podido quedar al descubierto durante la tormenta. Verificar el agua antes de utilizarla de cualquier forma, debido al riesgo de contaminación. No tocar el agua de la inundación, ya que puede contener bacterias, productos químicos y aguas residuales que pueden causar enfermedades. Tomar fotos y vídeos de los daños sufridos por su vivienda podría ayudar en caso de requerir alguna garantía o seguro.
* Profesora del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la UAM Iztapalapa.
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