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El impacto social de la Ciencia

La ciencia puede tener un gran impacto social en nuestro país si se apoya con una visión a mediano y largo plazo.

Consejo Consultivo de Ciencias

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Recientemente, se ha querido promover el “impacto social” de la investigación científica en México. Para ello prácticamente se obliga a todo proyecto, investigador y estudiante a incluir una descripción del impacto social inmediato de su proyecto y a realizar actividades de difusión científica. Esta es una visión equivocada y de corto plazo, respecto al verdadero impacto social de la ciencia. Por un lado, aunque es deseable que se difunda la ciencia en términos comprensibles para toda la sociedad, generando un mayor entendimiento y apoyo a la labor científica, no es necesario que lo realicen todos los investigadores, en particular los jóvenes. La difusión requiere ciertas habilidades de comunicación que no todos los científicos tienen, y no es de esperarse que las tengan; para esto existen divulgadores de la ciencia que no necesariamente son científicos. Por otro lado, mucha de la investigación científica no tiene un impacto práctico a corto plazo; pero esto no quiere decir que no lo vaya a tener a largo plazo. Un ejemplo es una rama de las matemáticas conocida como “teoría de los números”, desarrollada hace ya muchos años y que al principio no parecía tener ninguna aplicación práctica. Sin embargo, esta teoría es la base de la criptografía moderna, lo que permite que se transmitan datos de nuestras tarjetas de crédito en Internet sin que alguien las pueda descifrar, algo esencial para el comercio electrónico moderno. El obligar a que todo proyecto tenga un impacto inmediato, limita investigaciones básicas que podrían ser esenciales en el futuro.

El verdadero impacto social de la ciencia se da principalmente en dos aspectos: (1) es la clave para la solución de los grandes problemas de la sociedad, (2) es el pilar del desarrollo económico y el bienestar.

La ciencia es la única vía para poder solucionar los grandes problemas de la humanidad, como aquellos relacionados con la salud, la energía y el calentamiento global, entre muchos otros. Un ejemplo concreto es la pandemia del COVID-19, para la cual se pudieron obtener vacunas en un tiempo récord. Un desarrollo así no hubiera sido posible sin la investigación básica en bioquímica y biología molecular de los últimos 90 años, incluyendo el entendimiento de la estructura química de los genes y las proteínas, los mecanismos de la síntesis de proteínas a partir de la información del DNA y RNA, así como las pruebas previas de vacunas basadas en RNA. Dichas investigaciones fueron de ciencia básica, sin un impacto social inmediato. Los países que más invierten en investigación científica tienen un acceso más expedito a los frutos de estas investigaciones, cómo ha sido el caso de las vacunas contra el COVID-19.

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La ciencia es también la base para el desarrollo tecnológico e innovación, claves para el desarrollo económico y social de los países. Por ejemplo, investigaciones básicas en física y matemáticas llevaron al desarrollo de la electrónica y de la computación, tecnologías esenciales en la actualidad, las cuales han generado grandes beneficios económicos y sociales para los países líderes en estos campos. Empresas que no existían hace relativamente pocos años, han generado millones de nuevos empleos; sólo Amazon cuenta actualmente con 1.5 millones de empleados de tiempo completo y parcial. En campos de reciente desarrollo como la inteligencia artificial, se están generando más de 300,000 nuevos empleos cada año sólo en Estados Unidos y millones en el mundo.

Si México quiere que su investigación científica tenga un verdadero impacto social, debe: (1) hacer una mayor inversión en investigación científica básica con una visión de largo plazo, (2) crear las condiciones para que florezcan y se desarrollen las empresas de base tecnológica.

México necesita incrementar la inversión en ciencia básica al menos al 1% del PIB, como se establece en la ley (actualmente es de menos del 0.4%); dicha inversión tiene que venir en su mayoría del gobierno, dado que es una inversión a largo plazo. Se deben apoyar proyectos de largo aliento y sin que necesariamente tengan aplicaciones prácticas inmediatas; lo importante es la calidad científica de los proyectos. A la larga esta inversión nos permitirá resolver nuestros grandes retos, como los de la salud (diabetes, cáncer, etc.), los de suministro de agua en el norte y las inundaciones en el sur, los de fuentes no contaminantes de energía, etc.

Se requiere promover un eco-sistema que facilite e impulse el desarrollo de tecnología a partir de la investigación; así como la innovación y la generación de empresas de base tecnológica. Esto incluye apoyos para llevar los desarrollos a mayores niveles de madurez (los pocos que había han desaparecido), educación y soporte para protección de las innovaciones (propiedad intelectual), capital de riesgo para pequeñas empresas en etapas tempranas (start-ups), simplificar los trámites para la creación de empresas, entre otros aspectos. México tiene un gran potencial para la generación de empresas de alta tecnología dada la creatividad de su gente, la gran cantidad de estudiantes en carreras como ingeniería y computación, así como la cercanía al mercado más grande del mundo. Si logramos aprovechar este potencial con los apoyos e incentivos adecuados, podríamos generar cientos de nuevas empresas que a su vez generarían cientos de miles de empleos bien remunerados para nuestros jóvenes.

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