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Los jaguares y los pumas no son devoradores de humanos

Los jaguares y pumas son vistos como una amenaza para muchas personas que viven en dónde estos felinos habitan, pero ¿realmente los jaguares y pumas ven a los humanos como una presa?

Jaguar descansando en una roca
Un jaguar. Un jaguar. (La Crónica de Hoy)

El jaguar (Panthera onca) y el puma (Puma concolor) son los felinos más grandes de América y el tercero y cuarto, a nivel mundial. Su dieta es estrictamente carnívora, pero muy variada. Requieren presas grandes como venados y pecaríes (también conocidos como jabalíes) y en algunos ecosistemas, como selvas lluviosas, el consumo de aves y mamíferos de menor tamaño aumenta. Ambos felinos son más activos durante la noche, amanecer y atardecer, no les gusta tanto el día. Los jaguares han sido parte de la historia de los pueblos americanos desde antes de la conquista. Los gobernantes mayas tomaban su nombre (balam, en lengua maya) como símbolo de poder y los aztecas asignaban el estatus de “caballeros jaguar” a guerreros elite que infundían temor a sus adversarios. Los jaguares y pumas siguen siendo usados como emblemas por su inteligencia, fuerza y estrategia. En México, hay diferentes equipos de futbol que los utilizan como su emblema, por ejemplo, los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara (UdeG), los Tigres de Nuevo León de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y el desaparecido Jaguares de Chiapas. Por un lado, seguimos admirando a estos grandes depredadores y por otro, les tememos. Una de las razones de nuestro temor es porque forman parte del grupo de los grandes depredadores: tigre (Panthera tigris), león (Panthera leo), leopardo (Panthera pardus), jaguar (Panthera onca) y el puma (Puma concolor) con la capacidad de atacar a presas que pesan más que ellos.

En comunidades humanas que cohabitan con jaguares (en especial comunidades rurales) suelen existir historias de personas desaparecidas o atacadas por un jaguar, en algunas historias se cuenta que se encontraron solamente rastros de ropa y la desaparición de la persona se le atribuye al jaguar, como la historia de unos músicos desaparecidos cerca del rancho “Corralitos”, ellos se dirigían a tocar a la comunidad de Casimiro Castillo ubicada en la Reserva de Biosfera Sierra de Manantlán, Jalisco, México, pero nunca llegaron a su destino. La realidad es que en la mayoría de los relatos donde culpabilizan al jaguar o al puma de ataques humanos, no hay evidencia concreta de lo que sucedió.

Las actitudes negativas del colectivo, derivadas de creencias erróneas, han propiciado e incrementado el temor hacia los jaguares y pumas desconociendo su función ecológica dentro de los ecosistemas y los beneficios para las mismas comunidades. Es común que estas creencias se hereden a los niños o más jóvenes fomentando estas interacciones negativas entre depredadores y comunidades.

Ejemplo de lo anterior, es que algunas personas temen que un jaguar o puma los pueda atacar y matar cuando van caminando por la selva o el bosque. Desafortunadamente, estas ideas son reforzadas por los medios de comunicación con información exagerada o errática.

La pregunta que debemos hacer es ¿realmente los jaguares y pumas son devoradores de humanos? ¿los humanos forman parte de las presas de jaguares y pumas? La evidencia indica que no. No existen registros con sustento robusto, que revelen que los jaguares o pumas en vida silvestre se dediquen sistemáticamente a depredar humanos para alimentarse. No obstante, se han registrado ataques, que en muy pocos casos han sido fatales entre los felinos y humanos en condiciones muy definidas donde un (i) jaguar o puma heridos se defiende ante cazadores humanos y sus perros, atacándolos. (ii) En situaciones donde los jaguares o pumas se encuentran en celo y los humanos se acercan demasiado, por ejemplo, un caso en el que un jaguar macho realizó un ataque simulado para asustar a un hermano de la coautora, sin llegar a lastimarlo. (iii) En etapas de crianza, las madres jaguar y pumas con cachorros pequeños reaccionan de forma agresiva ante la presencia humana. (iv) Cuando un jaguar o puma cerca de su presa en el momento que está comiendo suelen reaccionar a la defensiva. (v) Los jaguares silvestres que suelen ser atraídos con carne o pescado para facilitar su observación, hace que los felinos se habitúen al humano y lo puedan asociar con alimento. Es una práctica altamente contraproducente que ha sido prohibida legalmente en países donde el jaguar es una especie emblemática para el turismo.

La evidencia sugiere que los jaguares y pumas no están esperando en los bosques o selvas para atacar humanos. Se han realizado estudios para determinar la peligrosidad de nuestros felinos, uno de ellos registró 184 avistamientos de jaguar y otro registró 67 avistamientos de puma, en ninguno hubo ataques. Es importante señalar que los pumas y jaguares generalmente evitan el contacto con el humano o bien lanzan advertencias de su presencia en forma de silbidos, gruñidos, pequeñas carreras (ataques simulados), expresiones faciales agresivas o mirada fija, posiciones corporales, como pegar las orejas a la cabeza abrir la boca desmedidamente o mover la cola como un látigo. Si el humano no se aleja, se puede desencadenar un ataque.

De la información publicada en literatura científica u otras fuentes confiables y verificables disponibles a través de la red, sólo encontramos tres muertes de humanos atribuidos a jaguares silvestres y algunos más, de los que no hay información certera. Si se compara el número de estos eventos con el número de jaguares y pumas que son cazados bajo la premisa de su peligrosidad a los humanos, se puede observar la desproporción de la reacción de los humanos hacia estas especies. De los casos bien documentados de ataques a humanos tenemos uno en Brasil y otros dos casos en la zona limítrofe entre Colombia y Venezuela. El primero fue en una zona donde los jaguares eran cebados regularmente con pescado para que los turistas les sacaran fotografías. El ataque ocurrió a un pescador que metió una cava llena de pescado dentro de la tienda de campaña donde dormía, el jaguar arrastró y mato al pescador. El segundo caso, primero ocurrieron dos ataques no fatales a un destacamento militar que dormían al aire libre junto a un corral de cabras; se sugiere que el jaguar se acercó atraído por las cabras en dos ocasiones diferentes y mordió a militares causando sólo heridas leves. Posteriormente ocurrieron dos ataques fatales en la misma zona. Uno se confirmó como un ataque de jaguar por pruebas forenses (tipo de heridas, huellas y rastros) en el otro, la víctima fue a un campesino que recolectaba lombrices para pescar en la zona, se encontraba agachado cuando fue atacado por un jaguar, que después fue perseguido y ahuyentado y en ese momento se percataron que era una hembra con cría. Hay otros reportes obtenidos por entrevistas, donde cazadores primero hirieron al jaguar, el felino se defendió y mató a los cazadores y algunos pocos en los que se desconoce si los ataques fueron provocados. Es interesante observar que, en algunos casos de ataque a humano, cuando la víctima es defendida por otros humanos, los felinos prefieren huir que perseverar en el ataque.

No se ha documentado ninguna muerte verificable en Latinoamérica por pumas en vida silvestre. Sin embargo, en Estados Unidos de América y Canadá, donde los pumas tienen un mayor tamaño, han habido varios casos de ataques a humanos, algunos fatales. Entre los años 1890 y 2005, se registraron 117 ataques a humanos de los cuales 19 fueron fatales, en promedio un ataque al año, y una muerte cada seis años. Dos terceras partes de los ataques fueron a niños o personas de pequeña estatura y bajo peso durante alguna actividad al aire libre. La mayoría de los ataques ha sido por crías y subadultos durante periodos adversos para los pumas, como sequías o inviernos muy severos. En Sonora, México, un diario nacional reportó dos ataques de puma no fatales, los cuales ocurrieron en la época seca del 2014. Un puma atacó a un caballo, su dueño junto con su perro, enfrentaron y mataron al puma. El otro ataque ocurrió en un basurero donde una pepenadora que se encontraba agachada, fue atacada, afortunadamente sobrevivió. Existen otros supuestos reportes de ataques recientes, pero ninguno ha mostrado evidencia consistente.

Se podría asumir que los pocos incidentes de ataques de jaguar y puma conocidos, se deben a la falta de registros, sin embargo, esto no es el caso, cuando se revisa la historia escrita por naturalistas (Humboldt, Leopold, etc.) momento que asumimos los felinos eran más abundantes que en la actualidad; o cuando se revisan los relatos de cacería, en ninguno de los dos casos se mencionan que los jaguares o pumas comieran humanos. Adicionalmente, si se consideran los reportes recientes, ya sea por noticieros o redes sociales, donde es común que las personas tengan celulares con cámaras de fotografía y video, tampoco se reportan estos eventos, pese a que sin duda existe un sesgo amarillista.

Entonces, si el jaguar y el puma tienen la capacidad para atacar a humanos ¿Por qué hay tan pocos ataques? Y si los grandes felinos que se encuentran en otros continentes como los tigres, leones y leopardos han sido responsables de ataques a humanos ¿Cuál es la diferencia entre los felinos de América y los felinos de otros continentes?

Un ejemplo histórico de la depredación de humanos por felinos es el caso de los leones de Tsavo, en África; el cual ha inspirado libros y películas. En 1898, durante la construcción de la ruta férrea Kenia – Uganda, era común que los obreros y esclavos muertos, fueran dejados sin enterrar; diversos carnívoros se habituaron a comer cadáveres. Adicionalmente en la zona se disminuyó drásticamente las presas silvestres de los carnívoros. En estas condiciones ocurrió, que dos leones hermanos mataron entre 28 y 35 obreros. Posterior a su eliminación, se confirmó que ambos presentaban lesiones dentales que les dificultaban cazar sus presas naturales. Este tipo incidentes nunca se han documentado con jaguares o pumas pues ambas especies evitan la confrontación con los humanos y sólo atacan si se sienten amenazadas, están heridos o para defender a sus crías.

La teoría más acertada hasta el momento que explica este comportamiento tan particular es que los pumas y jaguares habitaron millones de años América sin humanos. El contacto entre humanos y felinos en este continente se considera reciente desde la perspectiva evolutiva, ocurriendo en algún momento entre 12,000 y 30,000 años atrás. A diferencia, de África y Asia, los grandes felinos y nuestros parientes homínidos convivieron por 4 millones de años, tiempo suficiente para que los felinos consideraran al humano como un primate más con el que comparte el ambiente, y por lo tanto una presa potencial.

Entonces si es tan poco probable que un humano sea atacado por un jaguar ¿Por qué la gente les tiene tanto miedo a los jaguares? En primer lugar, hay que entender que peligroso y feroz son conceptos muy diferentes. Peligroso está asociado a la probabilidad de que ocurra un daño, y como vimos la probabilidad de un jaguar o puma haga daño es nula. Mientras que la “ferocidad” es como percibimos al depredador, independientemente de que sea peligroso o no. Para entender esto, los animales más peligrosos del mundo, podrían considerarse algunas especies de mosquitos transmisores de enfermedades, como la malaria (del género Anofeles), la Organización Mundial de la Salud en 2019, estimó 409,000 muertes y 229 millones de personas enfermas en el mundo; o el virus del dengue transmitido por mosquitos del género Aedes, que en 2019 enfermó en América Latina 3.1 millones de personas de las cuales murieron 1,530. Paradójicamente, aunque el riesgo de morir por una picadura de mosquito es infinitamente mayor que morir atacado por un felino, los humanos cuando vemos un mosquito no gritamos, ni entramos en pánico, ni tenemos pesadillas con mosquitos merodeándonos para quitarnos la vida; por increíble que parezca, algunas personas les aterra la posibilidad de morir atacados por felinos feroces cuando caminan en el bosque.

Una teoría del origen de ese miedo irracional viene de nuestra historia pasada, cuando antes de salir de África, efectivamente nuestros ancestros eran parte del menú de los grandes depredadores. Nuestros ancestros, de día robaban presas o carroña, producto de la cacería de carnívoros mejor adaptados a la actividad de cacería, que los pequeños bípedos, sin garras o colmillos. Los humanos podían ser atacados al tratar de robar carroña, y de noche ciertamente eran posibles presas. Obligatoriamente, estos pequeños ancestros desarrollaron una relación de amor-odio que persiste hasta nuestros días.

Este miedo irracional además se ve exacerbado por la impresión que causa cuando un animal doméstico es depredado. La ira de perderlo y forma en la que se pierde, magnifica el rechazo a estos animales. Adicionalmente, este rechazo es aprovechado por los medios de comunicación, que venden más cuando hay fenómenos sangrientos que reportar.

¿Por qué es importante entender que el jaguar no es un peligro para el humano? Es importante disminuir el conflicto humano-jaguar/puma y promover la conservación de los felinos, pues el jaguar y el puma forman parte de nuestra historia y cultura, son especies clave en los ecosistemas, conocidos como “ingenieros del paisaje”, por el profundo efecto que ejercen sobre la fauna, flora y distribución del agua.

La educación y concientización principalmente en las comunidades rurales sobre la importancia del jaguar es necesaria para erradicar la creencia popular de eliminar a los felinos para proteger a su familia, sus bienes y la comunidad. Es muy importante que culturalmente se vaya borrando esa imagen que el jaguar y el puma son una amenaza para el humano, lo cual favorecería la tolerancia y la coexistencia con estos felinos.

En resumen, no hay evidencia robusta que el jaguar y el puma se alimenten o sean peligrosos para los humanos, no formamos parte de su menú. Si los encontramos debemos actuar con precaución siguiendo las recomendaciones para disminuir la probabilidad de ataque por jaguar o puma. Como sociedad civilizada es importante respetar la vida y permitir la coexistencia con otras especies, en especial, de magnitud importante como el jaguar y el puma, pues ambos felinos son clave en los ecosistemas, por lo cual es importante desmitificarlos y cambiar la idea que son devoradores de humanos.

Therya ixmana 1(1):20-22

https://mastozoologiamexicana.com/

(1) Departamento de Ecología y Recursos Naturales. Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara, Autlán de Navarro, Jalisco, México.

juan.esparza@academicos.udg.mx

(2) Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad. Universidad Nacional Autónoma de México. Campus Morelia. Morelia, Michoacán, México.

jlpena@cieco.unam.mx

(3) Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Unidad Mérida. Mérida, Yucatán, México. almirahoo@cinvestav.mx

* Autor de correspondencia

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