Ramón Bonfil, investigador de la Unidad Chetumal de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), participó en un estudio multinacional que documentó la inmersión de tiburones ballena hasta 1.8 kilómetros de profundidad bajo la superficie del mar, así como de tiburones blancos que descienden hasta 1.2 kilómetros de profundidad. Éste es el estudio más amplio y actualizado sobre los movimientos verticales de tiburones y rayas, y fue coordinado por la organización benéfica de conservación ZSL (Sociedad Zoológica de Londres) y la Estación Marina Hopkins de la Universidad de Stanford en un intento por proteger a las especies amenazadas.
El estudio analiza cómo la comunidad de tiburones y rayas utiliza los desplazamientos ascendentes y descendentes para diferentes actividades de su vida. Los resultados fueron publicados en la revista Science Advances.
Usando datos de 989 marcas de bio-telemetría, que son marcas usadas para realizar mediciones remotas de la actividad del comportamiento, el equipo global de 171 investigadores de 135 instituciones entre las cuales se encuentra ECOSUR, analizó 38 especies de elasmobranquios desde el Pacífico Norte hasta el Océano Índico y desde el Ártico hasta el Caribe.
El doctor Bonfil, catedrático del CONACyT adscrito a ECOSUR y co-autor del estudio, mencionó que “este tipo de estudios de meta-datos son un ejemplo de la enorme importancia de la colaboración interinstitucional y entre investigadores que trabajan temas similares de investigación; sin compartir y contrastar los resultados de cada uno de nuestros estudios nunca tendríamos la poderosa visión global y comparativa que hemos logrado en este estudio. El acecho de las actividades humanas a la fauna marina se hace cada vez más patente y nos proporciona evidencia con la cual redirigir nuestros esfuerzos para lograr una co-existencia sustentable con la naturaleza”.
SUMERGIRSE PROFUNDAMENTE.
Se encontraron trece especies que se sumergen a profundidades superiores a un kilómetro bajo la superficie. Entre ellas, se descubrió que los tiburones ballena (Rhincodon typus) se sumergían a la asombrosa profundidad de mil 896 metros, mientras que los tiburones blancos (Carcharodon carcharias) a más de mil 200 metros, lo que proporciona información nueva e importante sobre el comportamiento de estos gigantes oceánicos.
Los datos también revelaron cómo algunas especies varían su profundidad en diferentes partes del mundo y cómo esto cambia entre los períodos nocturno y diurno a medida que los depredadores se mueven hacia arriba y hacia abajo en el agua para cazar a sus presas y, en algunos casos, para evitar ser cazados ellos mismos.
Aunque las razones por las que las especies generalmente conocidas por frecuentar aguas poco profundas se registraron sumergiéndose en aguas profundas y oscuras no están confirmadas, el estudio sugiere que es probable que sea una combinación de búsqueda de fuentes de alimento, regulación de la temperatura corporal, reproducción, y para evitar a los depredadores.
El equipo descubrió que, aunque muchas especies pueden y realizarán inmersiones profundas, 26 de 38 especies, incluido el tiburón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), el tiburón martillo común (Sphyrna lewini) y el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) pasaron más del 95 por ciento de su tiempo en los 250 metros superiores de la columna de agua, profundidades donde es más probable que interactúen con artes de pesca.
El Doctor David Curnick, investigador del Instituto de Zoología ZSL y coautor principal del artículo, señaló que “La forma en que los grandes animales marinos usan el espacio horizontal en nuestro océano ha sido bien estudiada. Sin embargo, hasta ahora, los estudios comparativos en los planos verticales han sido limitados, a pesar de que el océano tiene una profundidad promedio de 3.5 kilómetros y los elasmobranquios ocupan todos los niveles dentro de este entorno dinámico. Esto nos ayuda a encontrar formas de protegerlos mejor”
Depredadores famosos, pero en grave peligro
Más de un tercio de todos los tiburones y rayas están en peligro de extinción, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Tener un mapa tridimensional de cómo los elasmobranquios usan el océano permite comprender roles que desempeñan en ecosistemas más amplios y determinar su exposición individual a amenazas. Los integrantes del consorcio buscan mejorar los planes de gestión de conservación que anteriormente se veían obstaculizados por la falta de datos para ciertas especies.
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