Si debido al calentamiento global el deshielo en la Antártica continúa acelerándose, el nivel del mar subirá considerablemente, lo que afectará a los habitantes de las zonas costeras, a su vez, si el mar en ese continente blanco se calienta, habrá cambios en el comportamiento de las corrientes marinas, lo cual puede detonar efectos en las actividades pesqueras, incluso en las mexicanas y por lo tanto, en su economía, señala el doctor Jerónimo López Martínez, miembro honorario vitalicio del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR, por sus siglas en inglés) y profesor emérito por la Universidad Autónoma de Madrid, que estará en México del 29 de octubre al 10 de noviembre.
El SCAR (Scientific Committee on Antarctic Research) fue creado en 1958 como una organización no gubernamental constituida por científicos y científicas cuyos objetivos son promover, desarrollar y coordinar la investigación científica internacional en la región antártica, así como su papel en el sistema terrestre. El SCAR proporciona asesoramiento científico objetivo e independiente a las reuniones consultivas del Tratado Antártico.
La visita del científico y expedicionario –12 veces en la Antártida–se enmarca en el programa del SCAR Visiting Scholar y en coordinación con la Agencia Mexicana de Estudios Antárticos (AMEA), la representante de nuestro país ante el SCAR.
En su visita, Jerónimo López Martínez trabajará con investigadores nacionales de diferentes instituciones para impulsar el desarrollo de una ciencia antártica robusta, y apoye los trabajos encaminados por la AMEA para que México se adhiera al Tratado Antártico, el cual cuenta con 55 países signatarios.
“Datos científicos han subrayado que la huella de carbono resultante de la acción humana, aunque se produzca mayoritariamente en el hemisferio norte, llega hasta la Antártica a través de las corrientes marinas y el aire”, enfatiza el especialista, quien ha participado en una treintena de expediciones a las regiones polares y las principales cordilleras del planeta.
“Además de gases de efecto invernadero, hay acarreo de microplásticos, de trazas de productos farmacéuticos, y de otros contaminantes que pueden acumularse en la fauna antártica con desastrosas consecuencias”, agrega a través de un comunicado de la AMEA.
Aunque el clima es cambiante por definición, el actual cambio climático está permeado por el quehacer humano, recuerda el experto. En el período Cuaternario, que abarca los últimos dos millones y medio de años, explica, se han sucedido etapas frías o glaciares, así como interglaciares menos frías.
“La actual es una etapa interglaciar relativamente cálida, si la comparamos con la temperatura que había en la Tierra hace 20 mil años, pero a ello se ha sumado la constatada intervención de las actividades humanas. Nuestra contribución al calentamiento ha llegado a límites que deben preocupar seriamente a la propia humanidad. El planeta resiste, nosotros no”.
En este aciago escenario, el geólogo y Premio Nacional de la Sociedad Geográfica Española enfatiza la importancia de preservar la Antártida y sus ecosistemas.
“Es un lugar singular y un semáforo de algunos procesos globales. Más del 90 por ciento del hielo terrestre está allí, por lo que es el foco de mayor generación de frío en el mundo, lo que influye en los balances y la transmisión de energía. El frío y sus largos periodos de oscuridad y luz hacen que la vida se adapte a las duras condiciones del ambiente”.
Eso la ha convertido en un importante laboratorio natural para llevar a cabo muchos estudios en los campos de las ciencias físicas, de la Tierra y de la vida, incluso en el ámbito del Espacio y la astrobiología, ya que ofrece un excelente escenario para la investigación y prueba de tecnologías aplicables en la exploración espacial, puntualiza.
En el marco de la investigación internacional, el experto apunta que sería importante contar con la contribución de México para los desarrollos futuros del conocimiento y la conservación de la Antártida. “México tiene un considerable nivel científico reconocido internacionalmente, por ello sería muy beneficiosa su participación en los programas antárticos internacionales y en los foros donde se toman acuerdos sobre el presente y el futuro de un lugar tan significado como es la Antártida”.
Uno de los pasos dado por la AMEA para en un futuro lograr que México sea un país conformante del Tratado Antártico, fue su integración -con apoyo de la Academia Mexicana de Ciencias- al SCAR como miembro asociado, a partir del año pasado.
Continente sin “dueño” y el Tratado Antártico
La importancia del continente blanco llevó a la firma del Tratado Antártico en 1959. “Gracias a este importante acuerdo internacional, la Antártida –que ocupa el diez por ciento de las tierras emergidas del planeta–, no pertenece a ningún país. Mediante el Tratado las decisiones se toman colectivamente y la ciencia tiene un lugar preferente, lo que ha convertido a la Antártida en un símbolo de paz y de cooperación internacional”, dice el científico español.
Una de las acciones de los países integrantes del Tratado Antártico, fue la firma del Protocolo de Madrid en 1991 -para la conservación del medio ambiente antártico- el cual entró en vigor en 1998. Una importante acción del Protocolo fue el establecimiento de una moratoria por 50 años, esto es, hasta el 2048, para la explotación de los minerales.
Jerónimo López Martínez participará en la Semana Nacional de Ciencia Antártica Mexicana que se realizará del primero al 10 de noviembre en la Ciudad de México, Ensenada y Mérida
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