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De niñas a esposas: La tragedia del matrimonio infantil

El problema social se relaciona con la pobreza, las normas sociales, la doble moral sexual, la falta de educación, pero también con la violencia y abuso en los hogares, señala Patricia Piñones, investigadora del CIEG de la UNAM.

La niña en el espejo
650 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad se casaron siendo niñas; en 2030 estarán casadas otros 150 millones de niñas menores de 18 años, señala la ONU. 650 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad se casaron siendo niñas; en 2030 estarán casadas otros 150 millones de niñas menores de 18 años, señala la ONU. (Diseño Bárbara Castrejón (DGDC-UNAM))

En octubre de 2021, en distintos medios de comunicación, apareció la noticia de una niña de 15 años que había sido encarcelada por haber escapado de la casa en donde vivía. El motivo de su huida fue que su suegro, quien había pagado por ella más de 100 mil pesos, quiso violarla, acción que ya había intentado antes.

Después de negarse y escapar, el suegro pidió la devolución de su dinero con todo e intereses. Como la familia no podía pagar esta cantidad, encarcelaron primero a la abuela y posteriormente a la menor. Este hecho ocurrió en México, en una comunidad de Guerrero, en donde la venta de niñas para casarse sigue siendo una práctica común.

El matrimonio infantil es una problemática mundial, es considerado una unión legal o no, pero también informal o consensuada entre dos personas, de la que al menos una de ellas es menor de 18 años.

La Unicef destaca que esta práctica es un claro reflejo de las normas sociales y culturales existentes, y una de las formas más generalizada de abuso sexual, de explotación y de violencia, principalmente contra las niñas, refiere la doctora Patricia Piñones Vázquez del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 2021 (25 de noviembre).

Aunque también hay niños que se casan antes de los 18 años, no es tan común en ellos, ni son las mismas causas por las que las niñas contraen matrimonio.

Causas y consecuencias

Entre las principales causas del matrimonio infantil se encuentran la pobreza. Por ejemplo, algunas niñas son casadas a temprana edad para reducir la carga económica y que las familias obtengan algún ingreso, ya sea como dote o por la venta de la menor.

También se casan por cuestiones culturales, es decir, se puede pensar que se asegura el futuro de las hijas con estas uniones. Asimismo, este tipo de uniones se realiza por usos y costumbres, pues en ciertas regiones es común que las niñas y adolescentes se casen muy jóvenes tal como ocurrió con otras mujeres de la misma familia (madre, tías, abuela, bisabuela).

La investigadora, quien se ha especializado en pedagogías críticas, analíticas y feministas, explica que para el Fondo de Población de Naciones Unidas –quien ha realizado investigación cualitativa sobre esta problemática– dos de las causas que impulsan a las niñas y a las jóvenes a los matrimonios infantiles son las normativas que existen a nivel país, pero también a nivel comunidad, así como la desigualdad de género.

Así, el matrimonio infantil está relacionado con huir de la pobreza, con las normas sociales, la doble moral sexual, la falta de educación, pero también con escapar de la violencia y abuso que ocurre dentro de las casas. Sin embargo, explica la investigadora, cuando una niña es casada no se le provee de inmediato de un entorno protector. Por ejemplo, cuando esta práctica ocurre en zonas rurales por lo general se les ve como fuerza de trabajo en su nueva familia, en donde son destinadas a labores como limpiar, hacer tortillas, cuidar de otros.

Algunas consecuencias del matrimonio infantil son el abandono escolar, la violencia doméstica y los embarazos tempranos, así como que hay un menor espacio entre gestas. Estas últimas pueden generar riesgos en la salud de las niñas y adolescentes.

“A veces, niñas de 11 o 12 años se ven sujetas a la maternidad sin tener cuerpos preparados para ella. Además, si hablamos de entornos de pobreza, también tienen una serie de limitaciones en términos de sus capacidades físicas para enfrentar el enorme costo energético y físico que trae consigo un embarazo”, puntualiza la investigadora.

Acciones concretas

América Latina es la única región en el mundo en donde no hay descensos significativos de matrimonio infantil en los últimos 10 años. Esto se relaciona con el tipo de políticas que no se han emprendido. Por ejemplo, en México se prohibió el matrimonio antes de los 18 años en 2019 .

Con estas reformas México establece la prohibición legal en todas las entidades federativas, aunque la doctora Piñones explica que hay algunos espacios en nuestro país en donde todavía sigue tomándose con mucha reserva, porque, aunque a nivel federal ya existe la legislación al respecto, hay códigos locales, autoridades e incluso usos y costumbres que no permiten que esta práctica sea erradicada por completo.

“En el fenómeno de la violencia contra las mujeres tenemos desde la discriminación hasta el feminicidio, y entre ellos se encuentra el matrimonio infantil. Y el mayor problema de la violencia es su invisibilidad, no se mira, se tiende a pensar: ¿Eso es violencia?, es su marido, ¿cómo dicen que eso es violación? Así se usa en nuestro pueblo; es un uso y una costumbre. Por lo que una vez que ya se tiene la legislación se debe pasar a acciones concretas que permitan prevenir, erradicar y sancionar el matrimonio infantil”, puntualiza la investigadora.

Problemática multifactorial

El matrimonio infantil no es el mismo en las áreas rurales que urbanas y tampoco tienen la misma connotación cultural y social. De las mujeres en áreas rurales, 30.9% se casaron o unieron antes de cumplir los 18 años (esta situación se agrava cuando las mujeres son hablantes de lenguas indígenas, pues el porcentaje sube a 34.8%). En cambio, en las zonas urbanas el porcentaje baja a casi 19%.

La doctora Piñones comenta que en esta problemática no sólo están involucrados aspectos económicos, sino también sociales, culturales, educativos y estructurales, en donde las leyes y normativas también son importantes. “Por eso las leyes no bastan, hay que hacer todo un trabajo de carácter social, cultural, económico, político y estructural que pueda permear a todos los diferentes ámbitos”.

En las zonas urbanas hay un mayor acercamiento a la escuela, a la educación, a los derechos a la salud, en donde se puede hablar de salud sexual y reproductiva, de embarazo temprano y de uso de anticonceptivos.

Por lo tanto, comenta, si se brindan las condiciones que permitan el empoderamiento de las mujeres, ellas van a poder tomar decisiones sobre su propia vida y hacer un ejercicio de defensa de sus propios derechos, lo cual permitiría disminuir el matrimonio infantil.

“¿A quién afecta el matrimonio infantil? A todo el mundo, porque estamos hablando de una fuerza importante de existencia que pronto serán las mujeres y las adultas que ven truncado su futuro”, concluye la doctora Piñones Vázquez.

*Colaboración de la Dirección General de Comunicación de la Ciencia de la UNAM

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