Academia

Pablo Rudomin, "un sabio que predica con el ejemplo"

Frente al científico estamos ante algo superior, dijo Juan Villoro durante homenaje por el 90 aniversario del científico en El Colegio Nacional · Rudomin espera que el próximo gobierno tenga una actitud diferente hacia la ciencia

Tres hombres mayores están sentados en una mesa con micrófonos delante de ellos.
Pablo Rudomin estuvo acompañado de Alejandro Frenk y José Sarukhán, así como de amigos, colegas y familia, presencial y a la distancia. Pablo Rudomin estuvo acompañado de Alejandro Frenk y José Sarukhán, así como de amigos, colegas y familia, presencial y a la distancia. (Adrián Contreras)

Con aplausos inaugurales inició el homenaje a Pablo Rudomin en El Colegio Nacional, donde colegas, amigos y familiares asistieron para conmemorar el 90 aniversario de uno de los científicos e intelectuales más importantes de México.

“Eminente neurocientífico, mentor inspirador, científico apasionado, ejemplo a seguir, una de las mayores personalidades de la ciencia de Latinoamérica, sabio…”, son algunos de los adjetivos que un grupo nutrido de colegas y amigos expresaron a Rudomin Zevnovaty en el encuentro realizado en el Aula Magna de El Colegio Nacional, la tarde de este lunes.

Alejandro Frank, miembro de la institución y coordinador del encuentro, junto con José Sarukhán, recordó que el trabajo del investigador emérito del Cinvestav se especializa en el análisis de los mecanismos del control central de la información, transmitida por las fibras sensoriales de la médula espinal, en la forma en que estas se modifican durante lesiones centrales y periféricas, así como en procesos de inflamación aguda.

Rudomin es reconocido por su trabajo pionero en la comprensión del sistema nervioso, principalmente en las conexiones neuronales y su modulación en el ámbito del dolor… Además de su destacada labor científica ha sido un mentor e inspirador para generaciones de investigadores, impulsando el desarrollo de la neurociencia en Latinoamérica y todo el mundo”, añadió.

Durante su participación, al final de la ceremonia, Pablo Rudomin se dirigió a los asistentes y dijo que espera seguir activo en su vida académica mientras su salud se lo permita y así pueda seguir entendiendo lo que sucede en ese maravilloso mundo de las neurociencias.

Durante su participación, José Sarukhán relató cómo ambos trabajaron en los primeros años de Conacyt, donde desarrollaron principios de evaluación de la investigación bajo criterios de calidad. Tras generar una buena relación de trabajo, refirió que su vínculo se volvió en amistad, que le llevó en diversas ocasiones a visitarlo en su casa, donde probó el vodka Zubrowka, que tiene la llamada “hierba de bisonte” –que puede tener propiedades alucinógenas, pero que no estuvieron presentes en sus tertulias.

“Vodka tras vodka, bebida tras bebida, seguimos discutiendo lo que nos gustaría ver en el país en materia de ciencia (…)”, dijo el primer ecólogo de México, quien le deseó, así como a su esposa, Flora, “muchos buenos años más de vida y goce de familia, y sigas contribuyendo a la formación de próximos investigadores”.

Sarukhán recordó que poco se logró, pero hubo proyectos aprobados en comités de pares por su calidad, en una comunidad científica que aún era pequeña. “Era una época de deseos de desarrollo de que hubiera una comunidad científica creciente, Pablo tenía el optimismo de que algunas cosas ocurrieran, así fue con unas, otras ya no existen. Pero una de las cosas que más extraño es esa apertura y capacidad para sentarnos y discutir sobre país y la ciencia (…) Había ese sentimiento de comunidad, de amistad entre todos. Yo sí tenía el sentimiento de comunidad científica en ese momento, ahora es muy difícil decir este tipo de cosas”. 

Antes de otras anécdotas, como la del “Rudofest”, su trabajo en el Cinvestav, su mantra del “experimentalista”, sobre su calidez humana, sobre su intelecto y sensibilidad artística y filosófica, antes de múltiples agradecimientos emotivos y sinceros; antes de extender el reconocimiento a su esposa Flora; antes de inaugurar ahora el “Pablofest” en este homenaje, antes de bosquejar el tamaño de su obra, el escritor Juan Villoro resumió –desde Grecia– parte de todas estas características de vida en una certera y justa palabra: sabio.

“Me encuentro en Grecia, en la ciudad de Larisa concretamente, donde murió Hipócrates. La alusión viene a cuento porque estamos ante uno de los pioneros de la indagación del cuerpo humano y Pablo Rudomin ha dedicado su vida a estudiar la parte más valiosa de nuestro organismo, que es la mente, las neuronas más concretamente”.

Añadió que el científico ha demostrado la forma en que se producen las ideas, que dependen tanto de la razón, como de la emoción. “Si Descartes dijo ‘pienso, luego existo’, Pablo Rudomin nos invita a considerar que también debemos decir: ‘siento, luego existo’”.

El escritor y también miembro de El Colegio Nacional, expresó que las emociones y los argumentos se entrenzan en la mente de este excepcional científico, lo cual no es casual porque también se trata de una magnífica persona que ha llevado sus atributos personales a la sabiduría.

“Esta palabra no es gratuita en su caso, puesto que se trata de un sabio, alguien que predica con el ejemplo, uno inalcanzable, pero que nos recuerda que el verdadero conocimiento se reviste de sencillez y de capacidad de comunicación. Esa empatía hace que no sólo estemos ante una persona inteligente, sino ante algo superior, un sabio que predica con el ejemplo. Felicidades y gracias por todo lo que nos has dado”.

Al final de la ceremonia, Pablo Rudomin dijo que desde la perspectiva que da la edad “me considero afortunado, he continuado mis actividades en Cinvestav por más de 60 años y más de 30 en El Colegio Nacional, algo maravilloso que difícilmente habría ocurrido en otro país. Todo lo que soy y lo que he sido se lo debo a la generosidad de este país que acogió a mis padres hace 100 años, cuando dejaron el mundo remoto de Ucrania y Lituania en busca de vida más digna”.

Agregó que esto ha sido posible a la educación pública, a instituciones nacionales y a la generosidad de colegas y maestros, así como a su familia: a su querida Flora, a sus hijos y nietos, que “alumbran mi vida”.

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