Ante la pérdida de biodiversidad, académicos del IPN buscan diagnosticar el estado de salud de los ecosistemas de una manera poco convencional, a través del sonido.
El grupo de investigación del Laboratorio de Bioacústica y Ecología del Comportamiento del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Oaxaca, vela no sólo por su conservación, sino también trabaja de la mano de las comunidades de la región para apoyar su desarrollo sostenible.
ANÁLISIS A TRAVÉS DEL SONIDO
José Roberto Sosa López es el fundador del laboratorio y durante años su trabajo se ha enfocado en el comportamiento animal a través de la bioacústica, una herramienta que usan los biólogos para entender los sonidos producidos por los seres vivos y entender las relaciones de las especies con su medio ambiente.
“La bioacústica es una herramienta fundamental, al igual que salir al campo y observar aves. Es muy parecido”, detalló en entrevista para la Agencia Informativa Conversus (AIC) el especialista en comportamiento animal.
Las vocalizaciones de distintas especies animales son analizadas con el objetivo de caracterizar a cada especie. “Se pueden analizar los cantos de muchas formas, podemos evaluar el número de vocalizaciones por tiempo o hasta caracterizar su estructura”. En términos simples, sus frecuencias y la amplitud de sus ondas sonoras son la materia prima de análisis de los especialistas en comportamiento animal, explicó.
Los especialistas politécnicos en bioacústica buscan entender la ecología de estas señales, es decir, cómo los sonidos que emiten los animales de una especie interaccionan y se relacionan con sus poblaciones, otras especies e incluso con su medio ambiente.
“Utilizamos herramientas de monitoreo acústico para entender la salud de los hábitats, la distribución de especies y sus interacciones”, detalló.
Sosa López y su equipo utilizan equipos de grabación para monitorear los bosques, un análisis que puede no ser tan costoso, ya que las cámaras, grabadoras de voz y micrófonos de distintas sensibilidades son sus instrumentos para capturar los sonidos.
Con la ventaja de que en algunos sitios se pueden utilizar sistemas de monitoreo ya montados para obtener esta información. Sin embargo, estos sistemas pueden ser más sofisticados.
“Recientemente para analizar algunas especies nos apoyamos en tecnologías como la radiotelemetría y utilizamos técnicas de bioacústica para obtener información específica de las interacciones”, reveló el investigador politécnico.
Los científicos politécnicos utilizan las bondades de la telemetría –un sistema que se comunica entre diversos puntos para transmitir información y procesarla– y así pueden conocer datos como la posición y el tiempo en que los sonidos fueron emitidos.
“El tiempo y el lugar donde se escuchan las vocalizaciones nos permiten relacionarlo con otros factores como la temperatura, la lluvia, la cantidad de alimento disponible o incluso si tiene comportamientos asociados con la hora del día o incluso comportamientos relacionados con el ciclo lunar”, aseguró.
Los especialistas en comportamiento animal han utilizado la bioacústica para conocer el estado de especies de ranas, monos, murciélagos y principalmente las aves que habitan la Sierra Madre de Oaxaca y otros estados al sureste del país.
LAS VOCES COMO FIRMAS
¿Cómo es que los cantos pueden dar esa información? “Los cantos de las aves son como firmas de cada individuo”, precisó el doctor José Roberto y abundó que su equipo trabaja con software especializado para analizar los cantos de las aves y son capaces de reconocer a cada individuo, su estado de salud y el movimiento alrededor de su hábitat.
Los investigadores tienen protocolos para identificar las características de los cantos como los tonos que les permiten identificar, al igual que se hace con la voz en humanos. “Hay especies en donde sabemos que es posible reconocer a nivel individual, podemos saber fácilmente quién es fulanito y perengano”, mencionó.
Trabajo con comunidades
El especialista en bioacústica se apoya en el trabajo realizado por las comunidades para monitorear sus especies y su conservación, ya que el desarrollo sustentable de sus socioecosistemas es clave para la subsistencia de la naturaleza y los ejidatarios.
Sosa y su equipo conocen el ambiente debido a los consejos de las comunidades oaxaqueñas, quienes buscan tener información consciente sobre su capital natural. “Lo importante es que la comunidad monitorea y se encargan de tomar las decisiones para su beneficio”, enfatizó.
Por ello utilizan los sistemas de monitoreo de las mismas comunidades para conocer el estado de diversas especies, transforma los datos recabados en información que pueda ser interpretada por la estadística y sea útil para los tomadores de decisiones de estas localidades.
“Nosotros sabemos, aprendemos de ellos y conocemos cómo trabajan, se organizan y toman las decisiones para proteger sus ecosistemas”, concluyó.
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