¿Las erupciones del Popocatépetl están vinculadas con las de otros volcanes? ¿Pueden interrumpir las telecomunicaciones? ¿Están detrás de los microsismos en la CDMX? ¿Hacia dónde se dirige la ceniza eyectada? Académicos de la UNAM responden a algunas de estas interrogantes, con motivo del inicio de la alerta amarilla fase 3.
Investigadores del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM expusieron que entre los mitos de la actividad volcánica se encuentra su relación con otros volcanes y sismos.
Sobre los sismos, “los dos fenómenos son independientes, el volcán tiene su propia sismicidad, explosiones y tremores, relacionados con el ascenso de material. Por otra parte, los que ocurren en la Ciudad de México se explican por las fallas en el subsuelo, donde los volcanes no influyen”, explicó Carlos Valdés González, investigador del instituto.
En conferencia, los especialistas enfatizaron categóricamente que, adicionalmente, los volcanes no pueden generar efectos ni actividad en otros, lo que sí pueden provocar es interferencia en nuestras telecomunicaciones, específicamente nuestros dispositivos de telefonía móvil.
Por otra parte, los especialistas expusieron que la ceniza puede ser un problema, más aún en temporada de lluvias, puesto que el material se solidifica en contacto con el agua. En las pendientes se pueden provocar lahares que, arrastrados por las corrientes, pueden descender como una corriente de cemento, explicó la investigadora Ana Lillian Martin del Pozzo. Por lo tanto, recomendó, hay que evitar el paso por barracas si hay mucha ceniza y lluvias constantes.
Por otra parte, la científica explicó que en esta temporada del año, el viento en la región pasa por el centro del país y la Ciudad de México, por lo que es más probable que las cenizas volcánicas lleguen a la capital.
“En mayo, junio y julio los vientos traen ceniza hacia acá, lo hemos visto en 2012-13 y en 2016. También se han registrado la generación de lodos”. Además, agregó, es necesario tener cuidado con la ceniza volcánica que puede causar cierta irritación en los ojos, vías respiratorias y la piel, inclusive algunas personas han referido ardor en la cabeza.
“Parte de lo que tenemos que manejar es la cuestión de salud, que es muy importante, porque luego hay problemas bastante fuertes que ya hemos estudiado. No queremos que nadie se enferme, y apostamos más por una cultura de prevención”.
El Popocatepetl tiene una edad de casi medio millón de años, a lo largo de los cuales ha tenido periodos de actividad mayores en términos geológicos, señalaron los expertos. El de hace 14 mil años e incluso el registro de una hace 23 mil años habrían provocado la destrucción del cono del volcán, el cual se ha reconstruido entre cuatro y cinco veces.
“Si hubiera un escenario como entonces, de máxima actividad, veríamos flujos piroclásticos que llegarían a las poblaciones cercanas, nubes y caída de fragmentos incandescentes, oleadas piroclástica y la ruptura del edificio. Los efectos alcanzarían a decenas de kilómetros…”, dijo Carlos Gutiérrez Martínez, director de Investigación del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). Pero este escenario tampoco es una reconstrucción nueva, deriva de los mapas de peligro que se conocen desde 1996 y el país está listo para afrontarlo, dijo.
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