Una piña, de aproximadamente 40 millones de años, ha sido descbierta encerrada en ámbar báltico del que están emergiendo varios tallos embrionarios.
Se trata de la primera evidencia fósil de una rara condición botánica conocida como germinación precoz en la que las semillas brotan antes de dejar la fruta, según George Poinar Jr., de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Oregon State, que ha descrito el hallazgo en Historical Biology.
"Es fundamental para el desarrollo de todas las plantas, la germinación de las semillas generalmente ocurre en el suelo después de que una semilla ha caído", dijo en un comunicado Poinar, un experto internacional en el uso de formas de vida de plantas y animales conservadas en ámbar para aprender sobre la biología y la ecología del pasado lejano. "Tendemos a asociar la viviparidad (el desarrollo embrionario mientras todavía está dentro del progenitor) con los animales y olvidamos que a veces ocurre en las plantas".
Más típicamente, con mucho, esas ocurrencias involucran angiospermas, dijo Poinar. Las angiospermas, que directa o indirectamente proporcionan la mayor parte de los alimentos que consume la gente, tienen flores y producen semillas encerradas en frutos.
"La germinación de semillas en frutas es bastante común en plantas que carecen de letargo de semillas, como tomates, pimientos y toronjas, y ocurre por una variedad de razones", dijo. "Pero es raro en las gimnospermas".
Las gimnospermas, como las coníferas, producen semillas "desnudas" o no encerradas. La germinación precoz en las piñas de pino es tan rara que solo un ejemplo natural de esta condición, de 1965, se ha descrito en la literatura científica, dijo Poinar.
"Eso es parte de lo que hace que este descubrimiento sea tan intrigante, incluso más allá de que es el primer registro fósil de la viviparidad de las plantas que involucra la germinación de semillas", dijo. "Me parece fascinante que las semillas de esta pequeña piña puedan empezar a germinar dentro de la piña y que los brotes puedan crecer tanto antes de morir en la resina".
En las puntas de los brotes hay grupos de agujas, algunas en paquetes de cinco, que asocian el fósil con la especie extinta de pino Pinus cembrifolia, que se describió previamente a partir del ámbar báltico, dijo Poinar.
Las piñas de pino en ámbar báltico no se encuentran comúnmente, agregó. Las que aparecen son apreciadas por los coleccionistas y, como las escamas de las piñas son duras, suelen estar muy bien conservadas y parecen reales.
La viviparidad en las plantas generalmente se manifiesta de dos maneras, dijo Poinar. La germinación precoz es la más común de las dos, la otra es la viviparidad vegetativa, como cuando un bulbo emerge directamente de la cabeza de la flor de una planta madre.
"En el caso de la viviparidad de la semilla en este fósil, las semillas produjeron tallos embrionarios que son bastante evidentes en el ámbar", dijo. "No está claro si esos tallos, conocidos como hipocótilos, aparecieron antes de que el cono se envolviera en ámbar. Sin embargo, según su posición, parece que algo de crecimiento, si no la mayoría, ocurrió después de que la piña cayó en la resina.
"A menudo, algo de actividad ocurre después de que las criaturas son sepultadas en resina, como insectos atrapados que depositan huevos", dijo Poinar. "Además, los insectos parásitos a veces huyen de sus huéspedes a la resina después de que éstos quedan atrapados. En el caso de la piña, la cutícula que cubre las partes expuestas de los brotes podría haberlos protegido de la entrada rápida de los fijadores naturales de la resina".
La investigación sobre la viviparidad en las gimnospermas existentes sugiere que la condición podría estar relacionada con las heladas invernales. Las heladas ligeras hubieran sido posibles si el bosque de ámbar del Báltico tuviera un ambiente húmedo y templado cálido, como se ha postulado, dijo Poinar.
"Este es el primer registro fósil de viviparidad de semillas en plantas, pero esta condición probablemente ocurrió bastante antes que este registro del Eoceno", dijo. "No hay ninguna razón por la que la viviparidad vegetativa no pueda haber ocurrido hace cientos de millones de años en plantas antiguas portadoras de esporas como helechos y licópodos".
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