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Sarukhán: “No hay religión ni escuela que invite a reflexionar sobre nuestro impacto en el ambiente”

Ninguna ha inducido estos temas de forma importante en la sociedad, dice José Sarukhán en conferencia en la UNAM

En el planeta han vivido alrededor de 108 mil millones de seres humanos en 250 mil años, y en tan solo un siglo y medio hemos alterado de manera profunda las características biofísicas de la Tierra, señaló José Sarukhán en conferencia en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Lo anterior es algo que debemos reflexionar claramente, pero que “no ha tenido lugar en ninguna religión ni escuela –colegios o escuelas de pensamiento– que hayan inducido esto de manera importante en la sociedad”.

Durante el seminario “La crisis de la biodiversidad”, organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS), el ecólogo enfatizó que vivimos felices en una especie de burbuja, “para unos grata, para otros muy dura, la mayoría”: por la desigualdad e inequidad en el uso de los recursos y sus beneficios para unos cuantos, en el mejor de los casos para dos quintas partes de la humanidad.

El pionero de la investigación ecológica en México recordó que los dos grandes problemas que enfrenta la humanidad son el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, la primera de las cuales ha recibido más atención. Ambas son consecuencia del crecimiento poblacional de nuestra especie.

En una época de la historia en que la cantidad del principal gas de efecto invernadero y cambio climático, el dióxido de carbono (CO2), tiene la mayor concentración en la atmósfera, agregó, se han generado cambios irreversibles en la estructura del planeta, como la pérdida de los glaciares que, para recuperarlos, tomaría años de estabilidad y enfriamiento del planeta “y no veo cómo diablos eso podría ocurrir”.

El único margen para aminorar el cambio climático es “sencillo” porque sabemos la respuesta, añadió el ex rector de la UNAM y ex coordinador de la Conabio: disminuir hasta donde sea posible la emisión de CO2; la dificultad es que ello está condicionado al desarrollo económico y voluntad política de los países cuyos dirigentes basan sus decisiones en eso, en la economía.

BIODIVERSIDAD.

Por otra parte, refirió que, a 30 años de la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad (COP) no ha habido cambios sustanciales y se siguen perdiendo especies y ecosistemas. El problema, añade, es que estos organismos internacionales han sido diseñados para buscar consensos “que realmente se acaban cuando los intereses particulares de cada país se ven comprometidos y ya no les gusta la idea”.

Estamos provocando la sexta extinción masiva de especies por la forma en cómo alteramos los ecosistemas, generando pérdida de hábitat y disminución de las poblaciones y, con ello, el riesgo de extinciones. “Vamos por ese camino y no se han hecho avances importantes para ir en dirección contraria (…) El deterioro más importante ha sido el cambio de uso de suelo, lo cual genera deforestación y con ello, defaunación. Si perdemos vegetación y la fragmentamos, el resultado es una pandemia: este fenómeno lo veremos con nuevas diferentes enfermedades como el Covid”.

El investigador del Instituto de Ecología de la UNAM enfatizó que frente a la percepción global de buscar el problema del cambio climático se ha ponderado la adaptación, “el problema es que no se dan cuenta de que sí, algunas personas lo pueden hacer, pero los ecosistemas no pueden, es imposible, puesto que son el resultado de millones de años de adaptación”.

A diferencia del cambio climático, donde se buscan acciones globales, el investigador apuntó que en la biodiversidad “nadie vendrá de fuera a preservar nuestros ecosistemas, tenemos que hacerlo nosotros”.

Un recurso vital para buscar soluciones en este problema provocado por el modo de desarrollo que también ha provocado el cambio climático, es el conocimiento de la biodiversidad. Ningún otro país en el mundo, institucionalmente, tiene un conocimiento de la biodiversidad como México, agregó, en buena medida por el trabajo realizado por Conabio.

“Tenemos todos los elementos para conservar nuestra biodiversidad tan rica, lo podemos hacer si nos lo proponemos. Para ello se requiere obtener la información, actuar conforme ésta sugiere y forzar a las agencias gubernamentales a que la usen”.

El investigador apuntó que, por ejemplo, la Profepa tiene toda la información para consignar a talamontes, pero, “por alguna razón no lo hace”: no tiene personal ni condiciones.

Otra manera de no usar la información adecuada para una política pública, añadió, es el programa Sembrando Vida. En Conabio, apuntó, proporcionaron información para implementar este programa con base en evidencia científica.

“Pero se quedó en un programa de ayuda social sin transparencia y no para la regeneración de la vegetación. Proporcionamos datos de dónde era más fácil restituir la deforestación, con precisión de las especies que debían plantarse e información para evitar que la misma persona con un subsidio en producción agrícola lo obtuviera y talara la selva para tener el dinero. Tampoco salió”.

“Tenemos más información de la que se está usando y el panorama no cambiará sin presión social, gente informada, activa y convencida de esto. No habrá personas iluminadas que lo cambien solas”.

Cambio climático y sus efectos
José Sarukhán en su participación en el Seminario Universitario de la Cuestión Social, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED). José Sarukhán en su participación en el Seminario Universitario de la Cuestión Social, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED). (UNAM)

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