El deterioro ambiental nos ha puesto en un momento crucial de la historia, uno donde se necesita a los jóvenes para llevar a cabo una revolución y salvar el planeta, salvar a nuestra cultura, a la sociedad de este país y otros, dijo José Sarukhán. “Una revolución no con armas, machetes ni sobreros, sino con inteligencia, es decir, con conocimiento y su aplicación, exigiendo que sea utilizado para tomar decisiones”, añadió Sarukhán ante decenas de jóvenes que se reunieron en El Colegio Nacional con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
Durante el conversatorio “¿Qué nos espera en el 2030?”, el ecólogo vivo más importante de México enfatizó que esta revolución debe realizarse con inteligencia y una presión inteligente, basada en el conocimiento, que llegue a los tomadores de decisiones y se conviertan en políticas públicas.
“Necesitamos una presión inteligente, es decir, con conocimiento, no hay de otra, para cambiar las leyes y vencer las inercias políticas, económicas y de intereses de grupos de cada momento. No se pueden resolver problemas complejos con respuestas simplonas, tienen que estar bien armadas y apoyadas desde la sociedad para apoyar esos cambios”.
Al tiempo que tenemos ese conocimiento sólido, confiable y abundante disponible, agregó el fundador y coordinador de la Conabio, se requiere una acción de presión, de tal forma que ese conocimiento se convierta en políticas públicas, que es lo único que cambia las condiciones para el bienestar de la sociedad, enfatizó. “Si ese conocimiento se mantiene sólo en el temor y la preocupación de las personas, sin convertirlo en política pública a través de la presión social, no hay forma de que las cosas cambien”.
Éste es un deber de todos los sectores de la sociedad, pero principalmente de los jóvenes, añadió, no sólo por su fortaleza y energía para buscar los cambios, sino también porque tienen el mayor problema frente a sí. “Serán los receptores de la mayor intensidad de impactos negativos que ese cambio ambiental, ustedes y su descendencia”.
El ex rector de la UNAM y Premio Crónica añadió que existe la información, pero debe llegar a los funcionarios correspondientes. “Es posible que la ignoren, lo harán una o dos veces, pero no más, porque es la información sólida y fuerte la que los pondrá en ridículo o los hará cambiar de actitud”.
El científico puntualizó además que los ciudadanos tenemos otras dos herramientas concretas para generar cambios y que tienen efectos gubernamentales y en el mercado: el voto y la responsabilidad como consumidores, respectivamente.
CONFRONTACIÓN.
Sarukhán Kermez participó en el encuentro organizado por Julia Carabias y que dio cita a integrantes de la Red de Jóvenes Ambientalistas que ha comunicado a más de 62 organizaciones de jóvenes de 12 estados del país. En el encuentro, participaron miembros de esta red, así como Luis Zambrano, del Instituto de Biología de la UNAM, que junto con Sarukhán y Carabias ofreció un panorama del abolengo generacional de la protección medioambiental de México desde sus instituciones.
El investigador recordó además los detonantes de su trabajo como activista medioambiental, donde aprendió que en ese camino “a veces hay que generar confrontación”. Si bien José Sarukhán expuso la importancia de una revolución a través del conocimiento, dijo, hay veces que “estas revoluciones son confrontativas de ideas, de discusión, de no estar de acuerdo… y no hay que sacarle, pero hay que hacerlo bien, de manera que podamos sacar un buen resultado”.
No hay que tener miedo a las confrontaciones, enfatizó, y ahora más que nunca es necesario entender por qué se requieren los cambios que originaron. “Hay muchos que aún no lo entienden, en el gobierno y sus distintas capas, como en la industria y en un amplio sector social, no entienden la crisis que estamos viviendo y que debemos hacer cambios en los próximos años”.
El biólogo, quien ha trabajado por la preservación del ecosistema de Xochimilco, refirió además que, desde su época como estudiante a la actual, el problema medioambiental se ha vuelto cada vez más complejo. “Hay que verlo como un reto intelectual y actuar para resolverlo desde distintas trincheras. No es que sea su responsabilidad –dijo a los jóvenes–, pero es su mundo el que hemos medio destrozado y necesitamos de ustedes para echarlo a andar de nuevo hacia el camino correcto”.
NUEVAS VOCES.
Durante el conversatorios participaron miembros de la red, quienes expusieron cómo es el panorama desde sus organizaciones.
Aracely Ríos, del Ejido El Pirú, Chiapas, hizo referencia a las enseñanzas del cuidado y defensa de los recursos que otorga la Selva Lacandona, que se aprenden en su comunidad desde la infancia: "Sabemos que de ella obtenemos los medios para vivir y nuestras acciones son un trabajo de activismo por la conservación”.
Kevin López, de Pa´Ciencia la de México, aseguró que en el país y en el mundo ser joven significa estar en un espacio contracorriente, pero estimulante: "Creo que ya estamos en un nivel más allá del concepto desarrollo sostenible, porque debería reivindicarse y asociarse al concepto de crecimiento, es decir, cuestionar si realmente necesitamos seguir tomando tanto y la manera en la que estamos construyendo nuestras realidades”.
Naomi Flores, de Latinas for Climate, aseguró que el cambio climático no es algo que sólo pasa en el ambiente, sino en toda la sociedad, “lo natural sería preservar donde vivimos, mejorar las condiciones para todos, para mí fue muy importante saber que todos podemos contribuir desde nuestros campos de estudio”.
En su ponencia, Esteban Ramírez, de GYBN México, partió de la frase “reconocer las responsabilidades compartidas, pero diferenciadas” para referirse a que las juventudes tienen que partir de su contexto para comprender el rol que les corresponde: "En la Red Global de Jóvenes por la Biodiversidad tomamos el discurso de no hablar de juventud, sino de juventudes, tenemos que reconocer las cuestiones de género, de comunidades rurales y urbanas, las cuestiones de estudios, y a partir de eso podemos ubicar cuál es nuestra responsabilidad en esta lucha ambiental”.
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