Volver a empezar de cero y tirar a la basura los esfuerzos y soluciones aportados por administraciones anteriores es un error que no debe cometer el equipo que gane las elecciones federales en México para gobernar los próximos seis años; independientemente de la orientación política que tenga.
A pesar de las ventajas geopolíticas que tiene México, al pertenecer al bloque comercial de países de América del Norte, el pensamiento de ruptura ha perjudicado el fortalecimiento de la ciencia, la tecnología y la innovación propias. Ante este diagnóstico es necesario recomendar que, antes de desechar, se revise y mejore lo que ya existe y se agreguen ideas que fortalezcan al país.
Las anteriores ideas fueron expresadas, para los lectores de Crónica, por el doctor Sergio Alcocer, expresidente de la Academia de Ingeniería de México; exsecretario general de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM y actual presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).
Sin importar de qué partido político surjan, en la actualidad los gobiernos deben tener conciencia de que hay avances tecnológicos que modificarán de manera irreversible las relaciones sociales, económicas y geopolíticas, como es el caso del uso de la Inteligencia Artificial para mejorar la productividad.
Entender esas tecnologías, no como enemigas sino como herramientas avanzadas para el trabajo, es algo que debe hacer cualquier tomador de decisiones que encabece grupos, detalló en exclusiva para este diario Sergio Alcocer, quien fue uno de los conferencistas principales del encuentro Tec Science Summit 2024, realizado en el Campus central del Tecnológico de Monterrey, en la capital de Nuevo León.
-- Una pregunta que se repite a lo largo de los años es ¿Cómo integramos en la toma de decisiones que afectan al país, la riqueza y aportaciones que ya ha generado la ciencia, tecnología y la innovación, hechas en México?
-- México tiene que contar con una política pública dirigida a la formación de sociedades creativas; sociedades de la imaginación, que nos permitan incorporar el aprovechamiento del conocimiento en beneficio de nuestras sociedades. Si no logramos convencernos de que es importante el conocimiento, la ciencia, la innovación y la tecnología; del mismo modo que son importantes la imaginación y la creatividad, difícilmente vamos a lograr cambiar el estado actual de las cosas y ni vamos a poder mejorar sustancialmente la calidad de vida de nuestra población.
Este cambio de políticas públicas debe traducirse en un conjunto de políticas que apoyen a esta visión de fortalecer una sociedad creativa y de la imaginación. Esto tiene mucho que ver con la ciencia, la tecnología y la innovación porque al reconocer que el nuevo conocimiento es fundamental para el desarrollo para el país, esto tiene como efecto un apoyo mayor a la educación y a la educación superior. En este momento tenemos divididos y separados a los ecosistemas de la educación superior y de la ciencia y la tecnología. Uno por un lado y otro por el otro. Incluso a nivel legal contamos con dos leyes diferentes: tenemos una Ley de Educación Superior y una Ley diferente de Humanidades, Ciencia y Tecnología. Dentro del gobierno no se vinculan eficientemente.
En algunos países que tienen desarrollo robusto, como es el caso de Estados Unidos, vemos que han logrado integrar a la educación superior y a la investigación en un solo subsistema. Esto implica crear un conjunto de nuevas actividades para desarrollar, retener y atraer talento a nuestro país; además de contar con estímulos para que la industria tenga una mayor relación con la educación superior y la investigación y trabajar con una visión regional que reconozca que en cada parte del país ha prioridades distintas pero que todas ellas deben ser atendidas en la medida que generen mayor bienestar para el país.
Si no logramos cambiar el modelo de desarrollo actual del país, que está basado en la explotación de recursos naturales o el ofrecer servicios, y no nos movemos hacia una economía que aproveche el valor que genera el conocimiento, a través de la ciencia y la tecnología, México no va a poder caminar hacia el nivel de bienestar que buscamos.
-- ¿Cómo usamos las piezas que ya tenemos para hacer realidad esa visión? Parece que cuando cambia el gobierno se echa a la basura lo que ya había y se vuelve a empezar ¿Cómo construimos algo alcanzable y realista, sin desperdiciar trabajo ya hecho?
-- Primero hay que reconocer que México tiene una fortaleza innegable en el hecho de que ha crecido el número de miembros del Sistema Nacional de Investigadores; también ha crecido la presencia internacional de nuestras instituciones dedicadas a hacer ciencia, tecnología e innovación; hemos crecido en el número e impacto de las publicaciones con resultados de investigación. Eso es positivo y es cierto, pero ¿es esto suficiente? La respuesta es no.
Tenemos que recuperar la visión de invertir al menos el 1 por ciento del Producto Interno Bruto del país para investigación en ciencia y tecnología. Actualmente estamos invirtiendo menos del 0.4 por ciento y es menos de una décima parte de lo que invierten países como Corea del Sur. Es muy claro que tenemos que invertir más recursos.
Es verdad que tenemos que revisar y mejorar la gestión de fondos públicos como los que tuvimos o de estímulos fiscales como los que tuvimos; porque la idea de tirar esas herramientas a la basura tampoco es la solución. Hay que revisar y hacer ajustes a lo que podía funcionar.
Debemos estimular un mayor gasto del sector privado para investigación y desarrollo. Idealmente la inversión nacional debería ser: 50 por ciento de inversión pública y 50 por ciento de inversión privada. Para lograr esto se necesita una transición paulatina, pero es muy importante que haya un reconocimiento de las autoridades a la inversión privada con algún sistema de compensaciones.
Por otro lado, si queremos tener más investigadores, debemos tener esta vinculación más estrecha entre el marco legal de la educación superior y el de la investigación para generar, retener y atraer talento con más proyectos.
Yo creo que ya tenemos piezas importantes en el tablero. Hay piezas que se tendrán que volver a traer y seguramente se tendrán que hacer modificaciones del estado actual de las cosas y del trabajo del Conahcyt de los recientes años, que no van en la línea de avance que estoy señalando.
Hay que hacer una reingeniería en las instituciones de educación superior, particularmente en las públicas, para que se muevan más rápidamente hacia renovar su oferta. La oferta actual es de hace 20 0 30 años que no están siendo compatibles con lo que la industria nacional e internacional requieren. No olvidemos que México compite, en conjunto con Estados Unidos y Canadá, contra otros bloques comerciales del mundo y tenemos que tener una visión norteamericana de la educación para poder competir mundialmente como bloque.
No dejemos de ver lo que somos geopolíticamente. No rehusemos ver lo que es México desde la visión internacional. Algo que nos determina mucho es la geografía y no es descabellado articular nuestra educación superior e investigación científica con una visión norteamericana.
-- En su participación en el Tec Sicence Summit 2024, del Tecnológico de Monterrey, usted concentra su atención en políticas públicas para fomentar la competitividad ¿Cómo puede México integrar el uso de la Inteligencia Artificial para fomentar la competitividad?
-- La Inteligencia Artificial, como otras herramientas previas que ha creado la humanidad, debe ser estudiada para conocer sus usos y los límites dentro de los cuales debe ser usada.
Esta nueva herramienta está basada en probabilidades y conocimiento de datos previos. Es una herramienta muy poderosa que puede mejorar nuestros procesos de aprendizaje y de producción industrial. Debemos enseñarla en las escuelas, debemos aprovecharla en la investigación y en los procesos industriales.
El planteamiento que yo hago, frente al temor que se tiene de esta tecnología, es que debemos regular las aplicaciones de la inteligencia artificial. Hay áreas donde debe fomentarse y perfeccionarse, por ejemplo en el apoyo a médicos que realizan análisis y diagnósticos; y también hay áreas donde debe limitarse o definitivamente prohibirse, como son los usos bélicos.
Sabemos que la regulación de la inteligencia artificial no es un tema fácil porque requiere acuerdos institucionales de todos los países y en este momento, en el que estamos viviendo varias guerras en el planeta y falta de complimiento de acuerdos internacionales previos, es difícil pensar que vamos a llegar rápido a un acuerdo para regular la inteligencia artificial, pero eso no significa que no debemos insistir en ello.
Tenemos que avanzar al mismo tiempo en aprovechar su potencial para el desarrollo productivo y seguir señalando los peligros de sus aplicaciones nocivas para construir un marco regulatorio internacional.
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