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Muy temprano me enamoré de los virus: Susana López Charretón

Susana López será reconocida con el Premio Crónica en Ciencia y Tecnología por sus aportaciones al entendimiento de los virus y sus mecanismos · En entrevista enfatiza por qué es importante invertir en ciencia para prevenir efectos como los de la pandemia

De maquinaria compleja, pero minimalista. Parásito inmisericorde y delicado, organismo que no cumple los conceptos más superficiales de lo que interpretamos como “vivo”; “ser” pandémico, azote de humanos y otros animales, pero también indispensables para nuestra vida y otras vidas terrestres.

¿Cómo no habrían de ser fascinantes?, ¿cómo podrían no ser temidos?, ¿cómo podría Björk no haberle dedicado una bella e inquietante canción? En el gran paisaje de la naturaleza, ¿cómo podrían no dejar de ser la pasión de Susana López Charretón?

No sólo su curiosidad académica e intelectual ha llevado a una de las científicas más destacadas de nuestro país a dedicar su vida e investigación a entender los mecanismos y otros secretos de los virus, sino que es acaso además un enamoramiento ininteligible para una gran mayoría de humanas (os) –más aún tras una pandemia que da sus últimos coletazos–, pero que es incluso algo “incomprensible” para el microorganismo mismo.

Pionera del uso de biología celular y molecular para el estudio de virus en México, experta en su genómica y la epidemiología de enfermedades causadas por estos, Susana López Charretón es una referencia nacional en el tema, motivo por el cual ha sido electa como ganadora del Premio Crónica 2022 en Ciencia y Tecnología, el cual hace eco de un raudal de reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio TWAS en Biología en 2008, el Premio Internacional L’Oreal-UNESCO Para Mujeres en la Ciencia (2012), Premio Universidad Nacional (2013) y su ingreso a El Colegio Nacional en 2021, entre otros. “Esta es una distinción inesperada que agradezco y espero honrar con mi trabajo”.

La investigadora del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM relata en entrevista detalles de su formación académica, la maravilla evolutiva de los virus y una de las lecciones más importantes que no debemos olvidar después de la pandemia por SARS-CoV-2 en nuestro país.

EN EL LABORATORIO.

López Charretón se licenció en Investigación Biomédica por la UNAM, lo cual le permitió hacer investigación médica sin ahondar demasiado en la medicina, “que no era lo mío” y así realizar estudios para conocer el mecanismo de enfermedades.

Como se realiza todavía en esta licenciatura, los estudiantes rotan en laboratorios de diversas áreas, lo cual la llevó al Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO), donde conoció a Romilio Espejo, chileno quien tras la dictadura en su país realizó investigación en EU y después en México, donde estudiaba los rotavirus, apenas descubiertos en 1976 y causantes de un problema de salud que aún persiste principalmente en infantes. “En el mundo, alrededor de 200 mil fallecen al año por esta infección”.

Sólo tres años después de su descubrimiento, desde el laboratorio de la UNAM, López Charretón ya analizaba estos microorganismos con su profesor. “Ahí me enamoré de los virus por ser sistemas muy interesantes, que parecen simples y sencillos de estudiar, pero que te llevan a un universo de posibilidades y tienen un enfoque tanto en la salud pública y la enfermedad de individuos, como en el estudio de los mecanismos moleculares por los cuales el virus puede infectar las células”.

Con Romilio Espejo –“maravilloso maestro, brillante y de ideas interesantes”– comenzó a estudiar la epidemiología del rotavirus y a estudiar algo que escuchamos mucho durante la pandemia con el SARS-CoV-2, la investigación genómica del virus y cómo infecta a las células.

Eso le llevó a realizar un posgrado en la institución y realizar una estancia en el Instituto de Tecnología de California (Caltech) junto con su esposo, Carlos Arias –también destacado investigador del IBt–, donde aprendió de otros sistemas virales como el virus del Chikungunya, sin dejar de lado los rotavirus, en un grupo de biología molecular de excelencia encabezado por James Strauss –“una persona muy generosa”.

“En ese tiempo fuimos compañeros de Charles Rice, que hacía su doctorado en ese laboratorio y quien en 2021 recibió el Premio Nobel por sus estudios en el virus de la hepatitis C. Era un ambiente muy interesante, aprendimos mucho; regresamos a hacer el doctorado con Romilio Espejo y –eran otras épocas– en el IIBO nos contrataron como investigadores asociados, ya teníamos trabajo”.

En la UNAM uno de los hallazgos más importantes del grupo de investigación de López Charretón se relaciona con mejorar el entendimiento de cómo el rotavirus infecta el intestino delgado, pero no la boca y la piel a través de los cuales ingresa al organismo. Sus investigaciones han generado nuevas y mejores pruebas de diagnóstico, así como en aislamientos de nuevas cepas y aportes para la elaboración de una vacuna.

LECCIONES PANDÉMICAS.

También estaban “casados” con el trabajo con virus y a su regreso traían consigo toda una batería de metodologías nuevas por aplicar en México.

Desde entonces ha trabajado en virología y junto con Carlos Arias ha consolidado un grupo de virólogos muy importante en México, alrededor de 80 estudiantes que ahora son líderes de otros grupos, en su mayoría. Se han interesado además en promover la virología y, desde la epidemia de AH1N1 (2009) en México, echaron a andar la Red mexicana de virología que conjuntaba a los virólogos nacionales, que son alrededor de 120, un grupo muy pequeño para el tamaño del país, enfatiza.

La red, como en otras áreas, se quedó sin recursos por esta administración de Conacyt, por lo que se convirtió en la Sociedad Mexicana de Virología que aún está activa y en la que promueven la virología en todos los niveles, sociedad y gobierno porque con la pandemia por SARS-CoV-2 enfrentamos un problema grande y grave, que no será el único, apunta.

Al respecto, la investigadora y la Sociedad tuvieron una actividad constante en los años de la pandemia, principalmente para realizar actos de divulgación e informar a la población mexicana. A lo largo de muchos de estos encuentros mayormente virtuales, la científica ha expuesto detalles de cómo casi en tiempo real se desarrolla el conocimiento sobre el virus, su genoma y variantes, sobre medidas de precaución en la transmisión y otros temas de salud pública.

En este amplio marco, López Charretón enfatiza que existen muchas lecciones que aprender en México sobre la pandemia, pero hay una que resalta específicamente en torno al campo de la investigación.

“Una lección vital es que se requieren muchísimas más personas trabajando en investigación en todas las áreas, no sólo en virología, necesitamos tecnólogos muy sólidos en todo el país porque los países que más rápido salieron de este problema y han ayudado al mundo son los que estaban preparados con científicos, tecnólogos e innovadores listos para el desarrollo de vacunas”.

En México tenemos alrededor de 30 mil científicos para un país de 130 millones de personas y todo problema se vuelve grande, puntualiza. “En este caso no teníamos ni respiradores y tenemos gente capaz, pero eran muy pocos especialistas a quienes se les pidió de un día para otro que los fabricaran. Así no se hacen las cosas, se requiere de una masa crítica de personas trabajando en investigación y tecnología en diversas áreas a las que apoyas por mucho tiempo y están listas para responder en cualquier momento”.

Lo mismo ocurre con el desarrollo de vacunas, añade, muchas de las cuales tenían años de investigación detrás, ensayos y mecanismos de respuesta para otras enfermedades.

“La preparación para estas cosas es antes, afrontar las consecuencias de una tormenta no se hacen cuando estás en el ojo del huracán, debes tener mucha preparación antes de que llegue y estar listo. No obstante, es algo que no hemos hecho entender a ningún gobierno: que la ciencia y la tecnología son indispensables; en cambio, si hay recortes presupuestales, las artes y las ciencias son las primeras en disminuir sus montos como si fueran algo de lo que podemos prescindir, y sí, podemos vivir sin ellas, pero no estaremos preparados para enfrentar problemas. Eso es una lección enorme”.

La lección inaugural de Susana López como miembro de El Colegio Nacional se tituló “El maravilloso mundo de los virus” –editada en libro posteriormente y la cual se puede revisitar en el canal de YouTube de la institución–.

Y no podrían ser menos maravillosos si dejamos de lado el antropocentrismo de verlos sólo como causantes de enfermedades, provenientes de la zoonosis e invasión de ecosistemas por el ser humano.

Los virus son los microorganismos más económicamente bien diseñados, optimizados para cargar su información genética y lo mínimo de estructura necesaria para entrar en una célula. Pero tienen toda la información en su genoma, entonces una vez que son capaces de reconocer a la célula, introducen su genoma y éste tiene todas las instrucciones para replicarse y utilizar toda la maquinaria celular para proveerlo y hacer muchas copias del virus y de estas proteínas. Es una optimización de la información”.

Las células, bacterias y todos organismos cargamos con un montón de maquinaria, las células dependen de otras para sostenerse y ser eficientes, explica, pero los virus sólo necesitan cargar su información para dominar una sola maquinaria.

Las células infectadas por un virus han desarrollado armas ante invasión, expone, pero estos a su vez desarrollan sus propias armas para contrarrestar esta defensa, es una verdadera batalla. “Las infecciones, enfermedades y virus exitosos son aquellos que han superado en ‘armamento’ a las células y después de muchos eventos de infección”. Hay otras batallas, la mayoría, donde ganan las células y la respuesta inmune del organismo, pero esas no las vemos, acota.

“El estudio de estas guerras es fantástico y es diferente para cada virus. Si estudias un virus no significa que ya entendiste todos los trucos, lo interesante es que cada virus ha evolucionado en una familia distinta y sus mecanismos son muy diferentes para conquistar las células donde se van a replicar. Son maquinarias minimalistas óptimas, perfectamente compactadas y organizadas en lo mínimo posible para cargar su información”.

–Sin embargo, no todos los virus son malos para el ser humano, los hay incluso en nuestro microbioma.

–Como evolución de la biología se estudia aquello que te causa problemas. Nuestra visión de los virus es que causan enfermedades porque los causantes son los primeros que conocimos y que empezamos a estudiar, pero existe una gran variedad que no provocan enfermedades, muchos de los cuales no conocemos, aunque ahora tenemos métodos de secuenciación masiva que permiten avances.

“Antes, para analizar la información genética de un microorganismo se necesitaba aislarlo, estudiarlo y amplificar su genoma, teníamos que saber mucho. Genéticamente hacer una secuenciación es muy lento, pero podemos meter sacar una cucharada de agua de mar y secuenciarla masivamente y generar gran cantidad de información, pedacitos que luego –por algoritmos matemáticos– se arman en secuencias con más sentido. Es como si armaras las piezas de un rompecabezas y, al hacerlo, encontramos virus, bacterias, parásitos, células, en tan sólo una gotita de agua de mar, que igual podría ser de lluvia o de una lágrima.

“Nos vamos dando cuenta de que vivimos en un universo que no habíamos visto, entonces, nuestro organismo en su microbioma incluye virus, parásitos y bacterias que necesitamos. Todo nuestro organismo está cubierto y cuando hay un problema de desregulación en ese equilibrio de las bacterias vienen las enfermedades. Dentro y fuera de nuestro cuerpo hay microorganismos y su equilibrio nos mantiene sanos”.

En ese “cosmos” microbiano los virus son de los menos estudiados, añade, puesto que son más complejos en cantidad de información y porque hay tantos que no generan enfermedades por lo que no se han caracterizado. “Entonces llegamos a tener secuencias en el rompecabezas que no sabemos bien dónde van, mucha información que es como un agujero negro que aún no logramos colocar muy bien. Por otra parte, hemos encontrado otros en el contenido intestinal de niños y bebés los cuales pensamos que causaban enfermedades, sin embargo, están en infantes sanos. Estamos aprendiendo aún y, como muchos de esos bebés, estamos en pañales en muchos temas”.

Investigadora en el laboratorio
La investigadora del IBt también es fundadora de la Sociedad Mexicana de Virología. La investigadora del IBt también es fundadora de la Sociedad Mexicana de Virología. (Anayansin Insunza/FCCyT)

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