La Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) cuenta con una planta piloto para limpiar las aguas residuales de las lavanderías y equipó un laboratorio para medir el grado de potabilidad del recurso para el consumo humano, señaló la doctora Judith Cardoso Martínez, investigadora del Departamento de Física de la Casa abierta al tiempo.
Al participar en el conversatorio Tan claro como el agua, ciclo Las mujeres del agua, la coordinadora de ambos proyectos explicó que para analizar la calidad del líquido, mediante pruebas físico químicas el equipo de plasma inducido permite cuantificar todos los metales en una sola medición.
El laboratorio cuenta también con un cromatógrafo de líquidos que posee un detector de masas para determinar los componentes orgánicos, que por ahora brinda apoyo para el uso del líquido en la Unidad Iztapalapa.
Sin embargo, “ese servicio puede ser ofrecido a los negocios de purificadoras que han proliferado en la Ciudad de México, a fin de garantizar que los hogares reciban agua potable”.
Una prueba sobre calidad del bien cuesta alrededor de siete mil pesos, pero a través de la UAM puede otorgarse a un costo menor, explicó la investigadora en la conferencia La reutilización del agua.
Una idea muy arraigada en el lavado de ropa es la creencia de que mientras más espuma se forme el detergente será más efectivo, pero es una falacia, pues sólo se daña más el medio ambiente, apuntó la especialista en el ciclo convocado por el Museo Gota de Agua.
En las lavanderías se usan 120 litros del recurso por carga en promedio, los cuales son desechados con todos los contaminantes sin que medie un tratamiento para no afectar los mantos acuíferos.
En el prototipo para limpiar el agua de residuos se usan polímeros y trabajamos con aquella que contiene detergentes sólidos y líquidos. Los primeros generan un PH mayor y con los segundos casi se mantiene sin cambios, por lo que recomendó usar productos líquidos.
Con el método que se aplica en la planta de tratamiento de la UAM es posible remover 95 por ciento de los sólidos y quitar el color del líquido. El resultante de este ciclo se usa para limpiar pisos y otros fines, para contribuir en el proceso de hacer una universidad más sustentable.
La investigadora refirió que una de cada nueve personas en el mundo no tiene acceso al agua, lo que significa que 800 millones de personas carecen del recurso, además que la distribución no es equitativa, pues en países industrializados cada individuo usa 350 litros por día; en América Latina disponen de 135 litros y en África hay un déficit de 200 litros por día.
A nivel internacional, en Estados Unidos empezaron a reutilizar el agua para la agricultura; en Israel se ocupó para regar productos vegetales que no se comen crudos y en 1991 los países de la Unión Europea consideraron apropiado el reúso del líquido preservando la salud y el medio ambiente.
Las residuales, que provienen de zonas domésticas o industriales, son las que contaminan los cuerpos de agua y la de uso agrícola contiene fertilizantes y pesticidas, que no pueden desecharse.
La de lluvia también se desecha y se combina con la residual; por tanto, es conveniente que el líquido de las precipitaciones se coseche para reusarse en los hogares, por lo que propuso diseñar una economía circular con aquella que contiene fertilizantes y aprovechar los nutrientes para, una vez tratada, regresarla a los cuerpos de agua.
En México se extraen 2,290 metros cúbicos de agua por segundo. De ese total, 77 por ciento se emplea para riego, 13 por ciento para usos municipales y 10 por ciento para consumo humano.
El país cuenta con 880 plantas para el tratamiento de aguas residuales, con capacidad instalada para 55 metros cúbicos por segundo, lo que sólo representa 35.3 por ciento del total, quedando como uno de los grandes problemas la enorme cantidad de líquido residual no tratado.
En el lavado de los cinco millones de autos en la Ciudad de México y zona conurbana se usan de 30 a 1000 litros por vehículo y algunos autolavados desechan el agua directamente al drenaje y muy pocos realizan una separación al quitar grasa y detergentes.
“Para disponer del recurso es preciso hacer un estudio a fin de ubicar la calidad que se requiere, la zona demográfica y los usos del vital líquido, aunque lo importante es evitar verter aguas contaminadas con metales tóxicos pues es fatal”, finalizó.
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