En México la pirámide poblacional ha cambiado debido a que las personas viven más años y a que cada vez las mujeres tienen manos hijos. Esta transición demográfica hace importante que las mexicanas y los mexicanos piensen, desde que son jóvenes, sobre cuáles serán las condiciones económicas, sanitarias y sociales en las que vivirán cuando tengan edad avanzada.
Las anteriores reflexiones fueron planteadas por la coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Verónica Montes de Oca Zavala. La experta participó en el 1er Seminario de bienestar económico, pensiones y retiro saludable, organizado por la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM, el SUIEV y la Facultad de Ciencias (FC).
“De haber sido una pirámide totalmente triangular, ahora ya no lo es porque la población más joven ha disminuido y se ha incrementado la población adulta y adulta mayor, eso hace que la distribución de los recursos económicos del país y de las tareas que tienen las instituciones se modifiquen junto con las percepciones en nuestra sociedad, casa, escuela, etcétera”, detalló Montes de Oca.
La investigadora de la UNAM también hizo un llamado para pensar en lo que llama la diversidad de vejeces, incluyendo las de género, edad e interculturalidad. Actualmente se implementan pocas acciones específicas para la población mayor indígena y afrodescendiente, o de personas con identidades sexogenéricas no binarias
La violencia feminicida también ocurre en mujeres mayores, en mujeres transexual y transgénero mayores: entre 2019 y 2020 se reportaron 156 casos de feminicidio en personas con 60 años o más, apuntó.
Envejecimiento poblacional
Según cifras del Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la población de 60 años y más transitó de 9.1 por ciento en 2010 a 12.0 por ciento en 2020; además, la edad mediana o promedio nacional transcurrió de 26 a 29 años en la última década.
La doctora Verónica Monte de Oca Zavala, quien fue presidenta de la Asociación Latinoamericana de Población, informó que 25 países de la región cuentan con pensiones no contributivas para la vejez, algunas de esas son de alcance casi universal, pero otras se orientan exclusivamente a la población en situación de pobreza, por lo que representa un reto.
“Envejecemos y si no tenemos seguridad social seguimos trabajando en actividades precarias con bajos salarios. Las tasas de ocupación de las personas mayores guardan una estrecha correlación con el porcentaje de pensiones insuficientes. Por ejemplo, la zona norte del país tiene más personas pensionadas que el sureste, y esto tiene que ver con una cuestión política e institucional”, consideró.
Otro aspecto importante que señaló la universitaria y en el que invitó a pensar fue el hecho de que seguir en el mercado laboral es un derecho al que pueden optar las personas mayores, pero la paradoja es que quienes siguen trabajando es porque no tienen seguridad social y por cuestiones de necesidad o pobreza.
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