Después de dar a conocer nuevos hallazgos que demuestran formas poco conocidas de deformación en la corteza terrestre, frente a las costas del Pacífico mexicano, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hicieron un llamado urgente para que el país invierta dinero, adquiera e instale equipos de medición que le permitan monitorear un área más amplia, de mar y tierra, frente a la llamada Brecha Sísmica de Guerrero.
Aunque todavía es imposible predecir con exactitud la generación de un sismo, los estudios recientes del Instituto de Geofísica de la UNAM han aportado datos que llaman a observar con más atención los sismos lentos, que fueron descubiertos hace menos de tres décadas, pero parecen ser una de las condiciones previas a que ocurra un terremoto de gran magnitud.
Hay muchos datos para argumentar por qué es indispensable que México invierta más en su red de medición geofísica en la costa. Para explicar algunas de esas razones, los investigadores José Luis Macías Vásquez, Víctor Manuel Cruz Atienza y Vladimir Kostoglodov, ofrecieron ayer una conferencia de prensa en la que explicaron los resultados de un trabajo que realizaron a lo largo de seis años, en alianza con científico japoneses, y que permitió medir la rotación del fondo oceánico producida por un sismo lento.
Esta información aporta una pieza importante para entender la secuencia de hechos que ocurre, antes y después, de la aparición de terremotos devastadores y de tsunamis o grandes olas marinas que impactan a las costas después de un sismo de gran intensidad.
México es el primer país del mundo en medir la rotación del fondo oceánico producida por sismos lentos y esto fue posible gracias a que se instaló una red anfibia, mar y tierra, para estudiar los sismos lentos que ocurren en nuestro país.
“Este resultado fue posible dentro de un proyecto de la UNAM que funcionó de 2016 a 2022 y fue una cooperación internacional entre el Instituto de Geofísica de la UNAM y la Universidad de Kioto, Japón. El proyecto tuvo un financiamiento de 6.5 millones de dólares, dos terceras partes proveídas por Japón y una tercera parte por México, a través de instancias como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la UNAM”, afirmó el director del IGEF, José Luis Macías Vázquez.
CAMPAÑAS OCEANOGRÁFICAS
El estudio, llevado a cabo durante seis años en la Brecha Sísmica de Guerrero, implicó la instalación de estaciones geodésicas en el fondo marino. Entre los aparatos de medición destacan los inclinómetros que miden el movimiento del fondo oceánico tras el sismo lento, detalló Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del IGEF y líder del proyecto.
En siete campañas oceanográficas realizadas en el buque El Puma, de la UNAM, participaron 85 investigadores que generaron 24 publicaciones científicas internacionales y hoy tienen este resultado.
Los sismos lentos son eventos de deslizamiento de la corteza terrestre, que en México duran hasta seis u ocho meses, y ocurren entre la placa tectónica de Cocos, que es oceánica, y la placa tectónica de Norteamérica, que es continental, sin que los perciban los seres humanos.
En México, los sismos lentos se suscitan notablemente al sur del territorio con cierta periodicidad, cada 3.5 años en Guerrero y 1.5 en Oaxaca, aproximadamente.
“Los sismos lentos parecieran una condición necesaria, más no suficiente, para la ocurrencia de un terremoto; es decir, ha habido, desde que fueron descubiertos en 1997, algunos sismos lentos antes de terremotos”. Sin embargo, no siempre se ha presentado un sismo devastador después de estos, de ahí que el monitoreo con este tipo de redes, que es la punta de lanza en la sismología actual, es el insumo que se requiere para poder identificar fenómenos que puedan, eventualmente, indicar la posibilidad de que pudiera registrarse un terremoto, explicó Cruz Atienza.
Se busca instalar equipos para tener información en tiempo real
Luego de que concluyó el proyecto binacional con Japón, que recibió 6.5 millones de dólares en seis años, los investigadores mexicanos buscan fondos para no detener los estudios en marcha y además ampliar y mejorar la red de equipos que colectan datos en la costa y bajo el mar. “Pero estamos tratando de entender los procesos, y esa comprensión depende mucho de los datos que podamos tener. En ese sentido, México no puede ser líder del mundo. En geodesia marina es importante tener información en tiempo real, y la que tenemos ahora es anual”, precisó Vladimir Kostoglodov, jefe del Departamento de Sismología del IGEF-UNAM, quien recordó que para tener una mejor prevención se debe comprender a fondo la naturaleza.
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