Una persona que no logra desarrollar una inteligencia emocional provocará que sus relaciones familiares, sociales y laborales sean de menor calidad, no alcance una meta deseada, desarrolle frustración o estrés, o incluso se aísle socialmente, lo cual a su vez deteriora el bienestar emocional y conlleva la aparición de trastornos de ansiedad y depresión.
Lo anterior es expuesto por el doctor José Esael Pineda Sánchez, director del Centro de Atención y Evaluación Psicológica “Dr. Benjamín Domínguez”.
La inteligencia emocional, explica, es el manejo de las emociones a través del reconocimiento de las emociones propias, del conocimiento y la identificación de las de los demás, de tener la capacidad de ponerle un nombre a lo que sentimos, de saber comunicarlo, de lograr una regulación emocional y poder socializar,
“Es decir, es la utilización de las emociones de una manera funcional para estar bien con los demás y con uno mismo”. Además, tiene que ver con el autoconocimiento y con saber si lo que siento (alegría, enojo, miedo, motivación) lo puedo utilizar para lograr un objetivo y reponerme ante las exigencias o desafíos de la vida.
Hay más de 15 rasgos que una persona puede desarrollar a través de su inteligencia emocional que se pueden englobar en cuatro aspectos: cómo generas el bienestar en tu vida cotidiana, qué tanto puedes generar el autocontrol ante situaciones complejas, cómo es tu emotividad y cómo lo manejo para entablar una sociabilidad.
Algunos de estos rasgos son: empatía, percepción, expresión y manejo de emociones, conciencia social, autoestima, optimismo, regulación emocional, control de impulsos, manejo de estrés, adaptabilidad y automotivación.
Desde la Facultad de Psicología de la UNAM, los investigadores Benjamín Domínguez, Yolanda Olvera y Alejandra Cruz agregan otras dos características que deben de tener las personas con inteligencia emocional en contextos sociales como el de nuestro país: esperanza y resiliencia.
“Algo que tiene nuestra población es que a pesar de que las cosas nos vayan mal, aquellos que logran tener esperanza y están constantemente pensando que las cosas van a cambiar, tienen más éxito que aquellos que son más pesimistas. Y la otra es la empatía y resiliencia, es decir, aprender a ponerme en el lugar del otro, pero al mismo tiempo saber que las cosas no siempre van a salir como lo esperamos, lo que facilita una mejor adaptación ante las adversidades”.
Ambas características son importantes, porque pueden mezclarse con la habilidad que traemos de nacimiento de lidiar con nuestras emociones con una serie de prácticas cotidianas que nos ayudan a ser más resistentes y adaptables.
MANEJO DEL ESTRÉS.
Algo importante con la inteligencia emocional es la regulación del estrés para generar estilos de afrontamiento más adaptativos, ya sea en un trabajo, en el deporte, la escuela, con la familia, etcétera.
Por ejemplo, a nivel deportivo cuando logramos utilizar las habilidades emocionales para funcionar en equipo lo que vamos a lograr es que cada miembro se sienta parte de un proyecto y entienda que cada tarea que se va a desarrollar va a contribuir a obtener ese bien común.
“Tener líderes emocionales nos va a ayudar a contener esta presión, que pueden generar los altos niveles de exigencia y estrés de nuestro mundo moderno en las diferentes áreas de la vida. Entonces, utilizar la inteligencia emocional en general va a ser benéfico para la interpersonalidad, que es la relación que tengo yo con los demás y para la intrapersonalidad, es decir, la relación conmigo mismo, y así evitar que termine espinado en este proceso de interacción”, dice el experto
A nivel laboral esta inteligencia emocional se ha relacionado con lo que se conoce como habilidades blandas (soft skills) que se espera que tengan los trabajadores y que los convierten en personas creativas, líderes, que sepan trabajar con otros y que pueden adaptarse a situaciones estresantes. Algunas de estas habilidades serían la comunicación, la cortesía, la flexibilidad, mostrar una actitud profesional, la responsabilidad y la ética.
DESPIECE
Toma de decisiones
Respuesta a
muchas preguntas
¿Qué hace que una persona se adapte mejor a situaciones de la vida diaria? ¿Por qué algunos se reponen más rápido del estrés, regulan sus emociones y logran una meta? ¿Cómo alguien logra controlar sus impulsos y vivir con mayor optimismo?
Para lograr algunos de estos objetivos una persona debe apoyarse de su inteligencia emocional, aquella que nos ayuda a reconocer cómo nos sentimos, a lograr adaptarnos ante diversas situaciones y a guiar nuestras propias decisiones.
*Colaboración de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.
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