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Consejo Consultivo de Ciencias

El inolvidable Ingeniero José de la Herrán*

La vida del Ingeniero José de la Herrán estuvo llena de interesantes acontecimientos e incidentes. Su padre era también ingeniero y trabajaba para la XEW, formando parte del equipo técnico que mantenía a esta radiodifusora como “La Voz de América Latina desde México”. Acompañaba a su padre frecuentemente a las instalaciones de la XEW y mientras él realizaba su trabajo, José husmeaba entre los estudios e instalaciones.

Un día vio a un flaco demacrado interpretando al piano una pieza con un modo especial, muy arrabalero. Por supuesto, se trataba de Agustín Lara. Cuando podía, José espiaba a Lara y fue aprendiendo a tocar el piano con su estilo. Una vez José me confesó que en sus andanzas por la XEW varias veces se cruzó con María Félix (que estaría ahí acompañando a Lara) y que sí, su belleza y porte eran impactantes.

El último libro publicado por José de la Herrán se titula "Soy tecnólogo".

Ciencia UNAM/Diseño Bárbara Castrejón

Años después, José y el Dr. Rafael Barrio, un físico y pianista muy creativo, se hicieron la siguiente pregunta: ¿sería posible plasmar en la partitura el estilo de Lara? Rafael pensaba que sí y José que no. Así que se dedicaron a transcribir dos docenas de las obras del Flaco de Oro e invitaron a un destacado pianista profesional para que decidiera si estas partituras recogían fielmente el estilo. La cosa terminó en un empate con el pianista diciendo que partitura e intérprete son igualmente importantes. Barrio y de la Herrán publicaron las partituras en un cuaderno titulado “Agustín Lara: Antología”, que conservo entre mis libros predilectos.

Yo conocí a de la Herrán en su calidad de diseñador y coordinador de la construcción del telescopio con espejo de 2.1 metros de diámetro que se instaló en el Observatorio Astronómico Nacional de la UNAM en San Pedro Mártir, Baja California Norte. En 1980 fuimos de la Herrán, un grupo de técnicos y astrónomos, entre ellos yo, a iniciar la utilización de ese telescopio. Cuando llegamos al telescopio de la Herrán, como sí nada, ascendió sobre la estructura del mismo hasta llegar a su parte superior. Yo quedé muy sorprendido de esta facilidad, pero luego supe que, entre sus muchas aficiones, de la Herrán gustaba de subirse a los árboles y tenía una agilidad sorprendente para un hombre de más de cincuenta años de edad. Fue un destacado patinador sobre ruedas y practicó varios deportes exitosamente.

Ese mismo año me dijo que creía que su trabajo en el telescopio de 2.1 metros estaba concluido y que le gustaría enfocarse más en la divulgación. A su petición se le transfirió del Instituto de Astronomía al Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, ambas dependencias de la UNAM. En el Centro jugaría un papel importante en el diseño y construcción de muchas de las exposiciones del Museo de Ciencias “Universum”. Desde 2007, el planetario de este museo lleva su nombre.

Su labor como divulgador fue notable. Fue asesor del proyecto “El Túnel de la Ciencia” que todavía podemos visitar en el Metro La Raza de la Ciudad de México. Dio cientos de conferencias. En 1979, junto con Christine Allen y Arcadio Poveda, fundó la sección Descubriendo el Universo, en la revista Ciencia y Desarrollo, publicada por CONACyT. Adicionalmente, publicó varios libros que alcanzaron a un amplio público.

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Pero a la vez mantuvo su interés en participar en aspectos técnicos de las comunicaciones. Estuvo vinculado a la construcción de la XEQ-FM (primera radiodifusora de frecuencia modulada en México) y de los estudios de XEW Televisión Canal 2. La XEW transmitía por amplitud modulada y la XEQ-FM por frecuencia modulada, una tecnología que permite la transmisión de música con más calidad que la modulación por amplitud. También estuvo ligado a la planeación del sistema de televisión por cable en la Ciudad de México.

Muchas de las cosas que menciono acá están ilustradas con material fílmico en un interesante documental de la UNAM que pueden encontrar en YouTube con el título de “José de la Herrán, Tecnólogo”

Su espíritu aventurero le permitió en muchas ocasiones estar en el lugar correcto en el momento correcto. En 1969 se enteró de que la misión Apolo 11 iba a intentar llevar por primera vez a seres humanos a la Luna. De algún modo se las arregló para llegar a Cabo Kennedy unas horas antes del lanzamiento del poderoso cohete Saturno V que exitosamente llevaría a Armstrong y Aldrin a la superficie lunar. En el cohete iba también Michael Collins, pero nadie se acuerda de él porque se quedó en el módulo que orbitaba la Luna. Para colmo, los organizadores del evento ubicaron a José en un graderío temporal construido para los periodistas de todo el mundo. Desde esa posición privilegiada observó el despegue de esa misión histórica.

Fue miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República y de la Sociedad Astronómica de México, entre muchas instituciones. Igualmente, recibió muchos reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Tecnología y Diseño en 1983 y el Premio Universidad Nacional en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura en 2005.

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María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC*

Disfrutaba mucho de la vida. Recuerdo que en una ocasión viajé a un pequeño pueblo en Michoacán donde había un restaurante muy recomendado. Al entrar al restaurante me encontré sentados en una mesa a José con su hermana Esther, disfrutando ya de las especialidades culinarias del sitio.

En otra ocasión viajamos de la Ciudad de México a Tonantzintla, Puebla y pasamos por un pueblo donde en uno de los edificios de la plaza principal había un gran reloj de torre, detenido hacía décadas en una cierta hora. José comentó que la República estaba llena de estos grandes relojes detenidos en el tiempo y que bastaría un pequeño grupo de ingenieros mecánicos para mantenerlos funcionando a través del país, como un atractivo turístico adicional. Siempre estaba buscando qué cosas hacer para mejorar a México. Yo recuerdo que el reloj que está en la Torre Sur de la Catedral de mi natal Mérida está detenido a la 1:35 desde hace mucho tiempo.

José había transformado su casa en una mezcla de taller, museo, laboratorio y biblioteca, como él mismo aceptaba. En sus viajes por la República había coleccionado aparatos como telescopios, radios, motores y cámaras de cine que reparaba y utilizaba en sus demostraciones. Donó varios de estos artefactos al Museo de Ciencias “Universum”.

También pensaba que a los científicos y tecnólogos nos gusta mucho criticar a los políticos, pero que no aceptaríamos un puesto político. Así que de 1991 a 1994 fue diputado Federal por el I Distrito Federal Electoral de la Ciudad de México. En ese puesto promovió la ciencia, la tecnología y la divulgación.

El pasado 5 de septiembre del año en curso nos enteramos con tristeza de su fallecimiento a la edad de 96 años. Unos meses atrás había fallecido el Dr. Arcadio Poveda, promotor y colaborador de De la Herrán en el proyecto del telescopio de 2.1 metros de San Pedro Mártir. Seguro que muchos colegas de la comunidad científica y tecnológica del país cuentan con anécdotas que involucran a de la Herrán y que ojalá se animen a publicar en el futuro. Así recordaremos de nuevo a este entrañable personaje.

*Luis Felipe Rodríguez Jorge

Consejo Consultivo de Ciencias

El Colegio Nacional

IRyA, UNAM

Luis Felipe Rodríguez es pionero de la radioastronomía en México.

El Colegio Nacional