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La tiranía de lo social sobre la moral en la sociedad contemporánea

“Esta “rectitud política”, o ser “políticamente correcto”, representa la verdadera fuente del racismo y de los prejuicios, así como un falso y distante respeto para los demás”: Slavoj Zizek

colaboración

“Room in New York” (1932), de Edward Hopper.

Si bien en la Modernidad varios filósofos -como Kant, Hegel, Marx, Comte o el sociólogo Émile Durkheim- hablaban sobre la importancia del ámbito social (y, por ende, general y universal); en cuanto el tema de la moral relacionada con lo social hay un problema que, hasta la fecha, la sociedad contemporánea viene arrastrando, porque le es imposible pensar la moral desligada de lo social. Esta forma de entender la relación entre lo social y la moral, nos atascaron en el tiempo y no nos ayudaron. Filósofos como Kierkegaard, Nietzsche, Benjamin Fondane o Nikolay Berdyaev lucharon precisamente para demostrar que la vida ética y la moral tienen su origen en el ámbito espiritual y no tanto en lo social, este último puede ser un objeto de estudio de la vida moral, pero no es su origen.

Los problemas con los cuales nos confrontamos hoy en día a nivel moral tienen un eco muy profundo a nivel social. Por lo mismo, somos espectadores de una desintegración social para la cual no estamos listos y no sabemos cómo enfrentar. Quiero decir que, mientras creemos que el origen de la moral está pensado con relación a la estructura de lo social, no habrá un cambio profundo y real en nuestras sociedades.

El filósofo ruso Nikolay Berdyaev (un pensador único, autor de varios escritos interesantes, un representante del pensamiento existencial y, desafortunadamente, olvidado en los ámbitos académicos) se propone crear una nueva ética originada en la vida espiritual y creativa del ser humano. La vida ética no implica que uno debe estar aferrado a ideas morales tradicionales (normas fijas), ya que los que viven así no puede generar un conocimiento moral, al contrario. La ética significa partir de las normas tradicionales y universales, pero atreverse a hacer valoraciones creativas y singulares. Berdyaev sostiene que todas las teorías éticas normativas han sido tiránicas por las limitaciones y las imposiciones; mientras que la ética debería ser una llamada para el renacer moral del hombre y de la vida. Para llevar a cabo esta tarea, la persona tiene que entrar en conflicto con la sociedad. Afirma: “Es increíble que en los siglos XIX y XX (y podemos añadir el siglo XXI) el hombre se deja persuadir por la idea de que la sociedad es la fuente de su vida moral y de sus valores, así como de la diferencia entre el bien y el mal”. Al contrario, para Berdyaev, la socialización de la moral es una desintegración de la personalidad misma, ya que destroza la libertad en el hombre. “La socialización de la moral significa la tiranía de la sociedad y de la opinión pública sobre la vida espiritual del hombre y sobre sus valores morales. El enemigo de la moral es la sociedad” que induce al ser humano a una falsa idea de la universalización de la moral.

Lo social es un objeto de referencia para la vida moral, pero no la configura y no la determina. La personalidad trasciende lo social, lo psicológico y lo biológico; aunque desde la Modernidad hasta la fecha, tenemos esta idea de la personalidad como algo determinado por las ciencias positivas (sociedad, economía, entorno cultural). Como bien afirma nuestro autor: “El hombre moderno basa su moral en la familia, en clases sociales, raza, profesión, partidos y creencias y, por lo mismo, tiene dificultades en distinguir cuál es su responsabilidad personal”.

La hipocresía de lo politically correct.

Desde un punto de vista de la moral, sostengo que no hay una evolución porque, si en los siglos pasados, eran las tribus o los clanes los que tenían en sus manos la ley y la valoración moral; hoy en día, tenemos (fuera de la familia o los grupos sociales a los cuales pertenecemos) las redes sociales y el mundo virtual, así como la bandera de lo politically correct, que toman el papel del clan, de la tribu, o de la familia; es decir de la autoridad suprema.

Con base en estas “estructuras sociales” los individuos son manipulados porque viven su vida moral apegada a las mismas. Esto determina que, por un lado, no hay responsabilidad personal, así como no hay una vida moral que se desarrolla desde la singularidad de la personalidad y su creatividad. Y, por otro, hay una terrible confusión en cuanto el sentido de la moral y de la ética, esta última siendo reducida a un cúmulo de normas abstractas que no tienen nada que ver con la dimensión espiritual del ser humano.

La tiranía de lo politically correct se fundamenta totalmente en la imposición de lo social en la vida moral. Como bien afirmaba también el filósofo contemporáneo Slavoj Zizek, esta “rectitud política”, o ser “políticamente correcto”, representa la verdadera fuente del racismo y de los prejuicios, así como un falso y distante respeto para los demás, una falsa tolerancia; y, a la vez, yo diría que oculta en sí una arrogancia moral, porque hace manifiesta una falsa idea de igualdad, así como una falsa aceptación del otro que, en realidad y en la práctica, no existen.

Sostengo que las ideologías imperantes de nuestra sociedad contemporánea, y su poder a nivel colectivo, así como la tiranía que ejecutan sobre los individuos, lo único que muestra es que lo social ejecuta su tiranía sobre la moral, de tal manera que da lugar una hipocresía que se manifiesta en la idea de que no hay que apartarse de las normas que los medios de comunicación, o las redes, imponen. Tomamos como ejemplo el “activismo”. Si bien hay muchos seres humanos que se implican en diferentes labores sociales sin hacer mucho ruido; hoy en día está muy de moda y además muy fácil decir que uno es “activista” porque usa las redes para “defender” un derecho u otro, una causa u otra, pero virtualmente. En realidad, estos activistas están bastantes ausentes; sin decir que estos humanitarios virtuales manifiestan una terrible arrogancia moral y un tipo de agresividad hacia los que no comparten sus causas.

De aquí nace otro fenómeno que es falsa aceptación de la diferencia (de género, racial, cultural) utilizada como bandera para los partidarios de lo politically correct. Si tuviéramos un poco de cultura y capacidad de pensar por sí mismos, entenderíamos que la diferencia no es algo especial, sino que es parte de la condición humana per se, ya que, en calidad de personas, todos somos diferentes porque somos singulares en nuestra esencia y estructura espiritual.

El filósofo rumano, de origen judío, Benjamin Fondane consideraba que estas ideas sociales no salvarán la sociedad, al contrario, dan lugar a un malestar (que Freud también había intuido). Existe una infelicidad social que nos aplasta, nos deshumaniza y nos presiona a tomar decisiones con base en lo social y no a lo personal. Estas posturas sociales (que acaban, como diría Freud, en un tipo de neurosis obsesiva) sacrifican la vida íntima y singular del hombre y, al fin y al cabo, son impotentes antes los grandes y profundos cuestionamientos de la existencia humana. Berdyaev decía, con razón, que el alma humana está enferma por falsas ideas morales y por la tiranía que la sociedad ejerce.

La verdadera vida moral inicia con la conciencia singular que es parte de la vida del espíritu que, por un lado, genera un pensamiento crítico y, por otro, invita a una elección singular y desde la libertad que puede tener una implicación con lo social pero no ser dominada por él.