Cultura

La cultura de las manifestaciones

Esto nos recuerda quiénes somos en realidad: seres personales con una profunda naturaleza social; somos unos-junto-a-otros

universidad panamericana

Martin Luther King.

Hace unos días  se reunieron alrededor de 500 mil mexicanos para manifestar su oposición a la iniciativa de reforma electoral propuesta por Andrés Manuel López Obrador. La experiencia de la marcha me llevó a recordar algunos momentos de la historia en que la cultura de la manifestación pacífica ha girado dramáticamente el rumbo de los acontecimientos.

El primer caso que se me vino a la mente fue la marcha de la sal, en la que Mohandas Karamchand Gandhi salió caminando de un monasterio hacia el océano Índico para recoger simbólicamente un trozo de sal, desafiando así la estructura del monopolio de Gran Bretaña que cobraba impuestos sobre la sal y prohibía cultivarla por cuenta propia. Al poco tiempo había miles de encarcelados, pero las oleadas de personas no paraban de repetir el mismo gesto. Finalmente, el virrey terminó liberando a los prisioneros. El monopolio, por supuesto, quedó abolido. Otra marcha legendaria fue aquella organizada por Martin Luther King en Washington el 28 de agosto de 1963. Cientos de miles de afroamericanos escucharon el famoso discurso “I have a dream”. En menos de un año se consideró ilegal toda forma de segregación y se reconoció el derecho a votar de las personas de color. También fue memorable la Misa que celebró san Juan Pablo II en Polonia el 2 de junio de 1979, en medio de la cual un millón de polacos perdieron el miedo y empezaron a cantar “queremos a Dios, queremos a Dios”. A la vuelta de unos años, se desmoronó el sistema comunista ateo que mantenía a Polonia oprimida. El fuego trascendió las fronteras polacas y culminó con el poderoso símbolo de la caída del muro de Berlín. En el contexto del derrumbe de los regímenes comunistas, ocurrió también la llamada revolución cantada, que impulsó la independencia de los pueblos bálticos de Estonia, Letonia y Lituania, los cuales habían sido anexionadas a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Las armas de esta contienda fueron cantos patrióticos. Entre los elementos más memorables de la revolución destaca una cadena humana de 560 kilómetros de personas tomadas de la mano, dese Vilna hasta Tallin.

La palabra “manifestación” proviene del latín manifestatio, que quiere decir hacer algo visible, más claro, más evidente, revelar algo, descubrirlo. Pero, ¿qué revelamos? En efecto, cuando participamos de una manifestación pública, además de que hacemos ejercicio de nuestra libertad, salen al descubierto algunas realidades que permanecía más o menos ocultas. En primer lugar, se hace visible y experimentable que la voluntad del ciudadano no está sola, sino que tiene una forma más amplia que la del individuo solitario. Esto nos recuerda quiénes somos en realidad: seres personales con una profunda naturaleza social; somos unos-junto-a-otros. Revelamos también nuestra fuerza inmensa, que permanecía encerrada en la cámara del silencio. Se genera así un sentimiento de comunidad que nos hace más conscientes de lo que podemos lograr juntos. Revelamos la vitalidad de la participación ciudadana, lo cual refuerza el sentido de responsabilidad de la vida pública de una comunidad y nos anima a tomar más responsabilidad por nuestro país. Se revela un amor común. Se hace visible que algo es valioso para todos nosotros y que estamos dispuestos a luchar por ello. Independientemente de que la manifestación obtenga resultados prácticos inmediatos, lo cierto es que tiene la capacidad de afectar profundamente las conciencias de todos los participantes y espectadores. Atestiguar a una comunidad encendida siempre ofrece una renovada esperanza que tiene el poder de soplar nuevos vientos para generar una participación más activa y responsable en la vida pública.

Alejandro Sada.

Para completar esta reflexión me gustaría compartir la experiencia de cuatro obras de arte que tiene la cultura de manifestación como tema central:

Manifestación, de Antonio Berni (1934).

Manifestación, de Antonio Berni (1934):

La obra del pintor argentino, albergada en el Museo de Arte Latinoamericano, es considerada una de las piezas fundantes del Nuevo Realismo propuesto por el autor. Tiene como tema una manifestación de la clase obrera en el contexto de la crisis de los años 30. El único letrero de la protesta dice sobriamente "Pan y trabajo”.

Retablo de la Revolución, (sufragio efectivo, no reelección), de Juan O’Gorman .

Retablo de la Revolución, (sufragio efectivo, no reelección), de Juan O’Gorman (1967-1968):

El mural al fresco se encuentra en el Museo Nacional de Historia. Representa el episodio de la marcha de Francisco I. Madero del Castillo de Chapultepec hacia el Palacio Nacional.

Va, pensiero, coro del tercer acto de la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi (1842):

Aunque el tema de esta pieza no es propiamente una marcha, el fuerte sentimiento de añoranza por la patria libre que suscita, ha dado lugar a que la pieza ocupe un lugar protagónico en la política italiana y haya sido cantado en diversas manifestaciones. En el 2011, después de conducir la obra en el Teatro dell’Opera en Roma, el director Ricardo Muti ofreció un breve discurso protestando por los recortes a los presupuestos para arte en Italia y pidió a la audiencia que cantara la pieza para manifestarse a favor de la cultura y el patriotismo.

El pueblo unido jamás será vencido, de Sergio Ortega (1974):

La canción de protesta chilena, conocida internacionalmente, toma su título de una frase pronunciada por el líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán en un discurso de 1940. El slogan se popularizó por manifestantes de la Unidad Popular durante el gobierno de Salvador Allende.

La cultura de manifestarse públicamente forma parte de la esencia del ser humano. Expresa su libertad, su naturaleza social y su capacidad dialógica. Estas tres características se encuentran en lo más íntimo de lo que significa ser humano. Por eso, independientemente de que estemos de acuerdo o no con las ideas que se hacen manifiestas públicamente, es importante que todos apoyemos una cultura de las manifestaciones públicas pacíficas y respetuosas.

* Dr. Alejandro Sada

Profesor investigador de la Universidad Panamericana. Tiene un Doctorado en Filosofía por la Universidad de Navarra y una Maestría en Filosofía por la UNAM. Experto en temas de cultura. Ha participado en múltiples congresos nacionales e internacionales. Entre sus títulos más recientes destacan los libros: Asentimiento y certeza en el pensamiento de John Henry Newman: una defensa de la creencia religiosa (Nun 2021); Sentido y verdad: hacia una renovación de la filosofía desde el pensamiento de Joseph Ratzinger (BAC, en prensa). Actualmente dirige un grupo de investigación internacional sobre la relación entre filosofía y teología en el pensamiento de Joseph Ratzinger.

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