Cultura

Discurso de ingreso de José Ramón Cossío Díaz a El Colegio Nacional (fragmento)

Con motivo de una nueva sesión del Seminario Permanente de Derecho y Ciencia, coordinado por el colegiado José Ramón Cossío, El Colegio Nacional nos comparte un fragmento del discurso de ingreso del jurista

el colegio nacional

José Ramón Cossío, miembro de El Colegio Nacional.

El Colegio Nacional

El próximo martes 14 de mayo a las 18 horas, se realizará una nueva sesión del Seminario Permanente de Derecho y Ciencia, coordinado por el colegiado José Ramón Cossío. Compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de su discurso de ingreso a El Colegio Nacional, donde refleja su compromiso con la construcción de un orden jurídico y su deber con la difusión de la ciencia jurídica.

Cartelera de El Colegio Nacional.

ECN

                                                   ***

El Derecho formaliza nuestras vidas todos los días. Establece condiciones muy precisas en términos jurídicos para nuestra existencia, pero los propios profesionales de esta disciplina no le dedicamos el tiempo suficiente para tratar de encontrar eso que los médicos hacen cuando hablan de salud pública.

Una de las funciones que quiero realizar aquí, en El Colegio Nacional, desde luego con la limitación de mis fuerzas, pero también con el apoyo de mis colegas, es ver de qué manera resulta posible y factible preocuparse por la construcción del orden jurídico con ciertas características, que tenga la misión no sólo de proteger los derechos y los intereses de las personas concretas que están realizando esas labores jurídicas, sino de ordenarlo para cumplir con un mayor número de funciones sociales, asunto que, simultáneamente, me parece descuidado en México.

El Derecho en nuestro país suele verse como un obstáculo para conseguir algo. Suele verse como un conjunto de reglas farragosas, a veces obsoletas, a veces inútiles, mediante las cuales las personas encuentran impedimentos para realizar sus conductas. Sin embargo, estimo que el Derecho es probablemente la mejor invención social del ser humano para construir sus relaciones jurídicas e, insisto, formalizar su cotidianidad y su estatus en la vida misma.

Lee también

José Ramón Cossío: “terriblemente lastimada la infraestructura jurídica del país”

Cecilia Higuera Albarrán

En México, el Derecho está altamente descuidado en diversos ámbitos. A veces -y lo digo con el mayor respeto- la clase política lo utiliza en condiciones puramente instrumentales. En ocasiones en la judicatura -y me pongo yo como ejemplo y no involucro a nadie más-, no nos damos cuenta de la trascendencia de los precedentes que generamos para crear normas de conducta para otros tribunales. En ocasiones, la administración repite insensatamente las normas jurídicas en una condición cuasi mecánica.

También hemos descuidado enormemente la educación jurídica en el país, en donde tenemos más de dos mil escuelas de Derecho y es extraordinariamente fácil adquirir un reconocimiento de validez oficial para abrir una escuela y otorgar títulos indiscriminadamente. Me parece que en el lado de los litigantes, al no existir una colegiación obligatoria ni estándares para mantener el ejercicio profesional cotidiano, se lastiman muchísimas personas y se lastiman los intereses de esas personas, a veces su patrimonio y en ocasiones su libertad o hasta su vida. Y me parece también que en el ámbito de la academia llevamos muchos años simplemente reproduciendo lo que dicen los textos jurídicos, pero no hacer la función tradicional que hacía la ciencia jurídica, que es ordenar las normas, identificarlas, sistematizarlas, explicarlas y generar también, y en muchas ocasiones, algunos elementos de constricción al ejercicio del poder público.

Creo entonces que el Derecho requiere institucionalizarse, aunque la expresión pueda parecer redundante, necesitamos como sociedad establecer mejores formas de institucionalización y de utilización del derecho para salir de muchos de los problemas que tenemos y seguramente de muchos otros que nos sobrevendrán.

Lee también

Discurso de ingreso de Jaime García Terrés (fragmento)

el Colegio nacional

¿Por qué he decidido hacer esta breve reflexión jurídica ante la enorme oportunidad que significa dirigirme a todos ustedes? Porque me parece que esto que acabo de decir se aviene muy bien a lo que el decreto de creación de El Colegio Nacional de 1943 y el de reformas del 71, impone a los mismos miembros de El Colegio Nacional. Como muchos saben, y lo reafirmo sólo para los que no lo conozcan, este Colegio tiene como función primordial llevar a cabo la difusión de los conocimientos de sus integrantes, tanto en el segmento de conocimiento especializado como en el de divulgación.

El estar en este espléndido sitio con tan distinguidos colegas y contar con un foro así para la transmisión de conocimientos jurídicos, me obliga a tratar de construir, de pensar, de reflexionar, sobre las deficiencias del orden jurídico mexicano y de las formas a través de las cuales lo aplicamos y analizamos. Como lo ha recordado el doctor Peimbert hace unos momentos, con los trabajos que hemos realizado gracias a la colaboración de El Colegio y, muy en particular del doctor Bolívar, hemos podido concretar con la Suprema Corte de Justicia de la Nación y gracias al apoyo de los ministros Juan Silva Meza y Guillermo Ortiz Mayagoitia, el modo de transmitir un nuevo tipo de conocimiento a los juzgadores.

Ha sido muy alentador mostrarnos a los juzgadores que no podemos conocer de todo, que tenemos limitaciones muy serias en nuestras condiciones de conocimiento como cualquier ser humano, y que ahí donde hayamos llegado a un límite cognoscitivo es necesario que acudamos a expertos para tratar de dictar las mejores sentencias posibles para auxiliar a la mejor construcción de este país.

Lee también

"Elogio del espacio: apreciaciones sobre arte" (fragmento), de Rubén Bonifaz Nuño

el colegio nacional

Hace un momento hablé de la alegría enorme que me da estar en El Colegio Nacional. He mencionado también muy brevemente cuál es mi visión de lo que se podría hacer en el campo jurídico para tratar de coadyuvar en los mejores intereses

del país. Igualmente, de un modo general he señalado cuáles creo que son las funciones que me corresponde desempeñar en este Colegio.

Partiendo de todo ello, me parece necesario asumir mis compromisos concretos al recibir tan enorme cargo y tan enorme reconocimiento como el que hoy se me está otorgando. He pensado que El Colegio Nacional es un gran espacio para participar en la construcción de conocimientos que mejoren el orden jurídico nacional; para acrecentar la juridificación del mayor número de relaciones sociales posibles y, desde luego, para difundir los conocimientos y la necesidad de una adecuada, fina y jurídica manera de relacionarnos los seres humanos.

Por ello es que ahora estoy asumiendo un compromiso de trabajo concreto, similar al que adquirí en noviembre de 2003, cuando el Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, con fundamento en el artículo 97 constitucional, me preguntó si yo protestaba guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanaran, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la Unión, a lo cual y con enorme emoción, respondí que sí.

Al haber aceptado el cargo, me impuse la tarea de maximizar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dada su indiscutible base de legitimidad democrática. A partir de ahí, el trabajo que he realizado no lo elegí yo, ya que son los asuntos que los particulares, justiciables y gobernantes han llevado a la Suprema Corte los que han determinado parte de mi actuar. Todos ellos traen sus asuntos y nosotros -mis compañeros ministros y yo- resolvemos a partir de lo que nos dan y bajo lo que cada quien entiende que son los imperativos de la supremacía constitucional. Sin embargo, al entrar a este Colegio, insisto, con enorme emoción, no se me ha tomado ni se me va a tomar una protesta. Evidentemente y por todo lo dicho, soy yo quien tiene que asumir un compromiso personal. En primer lugar, ante mí mismo -como debe ser siempre en la vida- y, en segundo lugar, ante los propios miembros de El Colegio que tuvieron la generosidad de considerarme digno de incorporarme a este cuerpo.

Lee también

Cristina Rivera Garza: “Ojalá las familias que perdieron mujeres por feminicidios, las abrace este premio”

Reyna Paz Avendaño / @reynisapaz