Cultura

“Escultura y tiempo. África, América y Oceanía”, una mirada a lo divino y humano en el MNA

La muestra, conformada por 104 piezas, describe la identidad y el entorno de poblaciones alrededor del mundo

Algunas de las piezas de la exposición.

INAH

La escultura de una mujer hecha en madera y cubierta con láminas de oro perteneciente a poblaciones del sur de Costa de Marfil, país africano donde se cree que el oro del subsuelo tiene fuerza divina, es una de las 104 obras que se exhiben en la muestra “Escultura y tiempo. África, América y Oceanía”, en el Museo Nacional de Antropología.

La exposición que permanecerá hasta abril de 2023 y que se realiza en colaboración con el Museo Quai Branly-Jacques Chirac, de París, Francia, evidencia cómo las esculturas antropomorfas han servido a diversas culturas para explicar su identidad y su entorno, en su mayoría usadas en rituales y asociadas a divinidades.

"La mayoría de las esculturas son del siglo XIX aunque hay algunas más antiguas y hay varias del siglo XX, las comunidades de donde provienen hubo mucha cristianización y hay sitios donde se abandonaron los ritos", explicó el curador Yves le Fur.

Una de las piezas.

En palabras del experto estos objetos darán el testimonio y el testigo de que hay grupos que manejan religiones donde los objetos tuvieron una función específica y que pueden ser comparables con las obras de Miguel Ángel y demás artistas de la religión cristiana.

"El mensaje de la exposición es ése, es un mensaje humanista", indicó.

Lee también

¿Las culturas creadoras de estas esculturas están en riesgo?, se le preguntó al curador. "Depende, es como la ecología, las especies y las lenguas, si las cuidas, perviven; si las descuidas, desaparecen", respondió.

¿Algunos de los rituales de la exposición son patrimonio protegido por la UNESCO?, se le inquirió.

"La UNESCO tiene un problema en su clasificación, puede clasificar un baile o la baguette pero no hay calificación de religión o de piezas independientes, así que para clasificar esto es un problema grande", dijo.

Una vista de la muestra.

INAH

No obstante, Yves le Fur añadió que el Museo Quai Branly tiene la idea de conservar esas piezas para que futuras generaciones las conozcan.

El guion curatorial de la exposición narra los materiales usados para la elaboración de las esculturas: piedra, tierra y madera. Después da visibilidad al uso de estas piezas como receptáculo de fuerzas invisibles y de objetos que representan movimiento asociados a rituales.

Por ejemplo, se contrastan dos esculturas, un urna funeraria de Oaxaca, que data del 1200 al 1521 d.C. y una de Filipinas, de la cultura ifugao de los siglos XIX y XX.

"En esta caja punamhan de una isla de Filipinas se cree que la utilizaron para proteger a una población del cólera, durante un ritual de curación", detalló el Le Fur.

Otras piezas que se contrastan es una escultura teotihuacana del 250 d.C. hecha de obsidiana, serpentina y piedra rodeada, colocada a un lado de la escultura de una mujer cubierta de oro hecha por la cultura abouré de Costa de Marfil.

"Está hecha con hoja de oro que recubre una escultura en madera, primero tallaron la pieza de madera a manera de cuadrícula y la recubrieron con hojas de oro y siguiendo la misma cuadrícula, es un objeto prestigiado, de la alta aristocracia y asociado a una reina porque además tiene decoración en perlas y coral del Mediterráneo", dijo.

Esta escultura femenina tiene movilidad en las manos en las que posiblemente sostenía un paraguas, objeto preciado y reservado para la realeza.

Lee también

Otra escultura que resaltó el curador es un guardián de reliquias de la cultura gabón, fang y betsi de la República Gabonesa, hecho en madera y resina que data de los siglos XIX y XX.

"Es un personaje femenino en el que se resguardan los huesos de los jefes del clan, en especial, los huesos del cráneo y el resto del cuerpo. Cada que hay problemas de hambre, epidemia y familiares en las comunidades, se abre y sacan los restos del ancestro para que participe la comunidad y hacen libaciones", explicó.

Este tipo de relicarios se conocen desde el siglo XVIII y hasta la fecha se siguen produciendo, añadió Le Fur.

El curador detalló que del total de obras, 64 provienen de los acervos del Museo Quai Branly-Jacques Chirac, entre estatuas originarias de África y Oceanía, además de otras elaboradas por culturas suramericanas, asentadas en las márgenes del río Amazonas.

Las 40 piezas restantes son mexicanas: 37 proceden del MNA; dos del acervo de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, ubicado en el Estado de México; y una más del Museo Nacional de Culturas Populares.