Cultura

Expone el MARCO una revisión del trabajo estético de Damián Ortega

La exposición, conformada por 90 obras, es una travesía por tres décadas de producción del artista. También se presenta “Ecos de lo eterno: un viaje de la modernidad hacia lo contemporáneo”

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Damián asume las experiencias populares del arte y las materializa en ciertos objetos: Taiyana Pimentel.

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Revisiones al trabajo de artistas mexicanos contemporáneos que casi no han expuesto en México, pero sí en el extranjero y una mirada al coleccionismo privado como una forma de entender la investigación del arte, son dos objetivos del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) en las exhibiciones “Damián Ortega: Pico y elote” y “Ecos de lo eterno: un viaje de la modernidad hacia lo contemporáneo”.

Sobre la muestra “Damián Ortega: Pico y elote”, que en 2024 viajará al Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, Taiyana Pimentel, directora del MARCO, comenta que es la primera revisión hecha a la trayectoria de Damián Ortega en México y América Latina.

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“No es un artista nuevo, es un artista de 56 años que ha formado parte de la construcción del arte contemporáneo mexicano, que se ha posicionado globalmente y que hace de México una parada importante para cualquier investigador, curador o historiador del arte”, expresa.

La muestra la conforman 90 obras de pequeño y gran formato, que revisan tres décadas de producción artística de Ortega y que incluye piezas clásicas como “Cosmic Thing” y “Controller of the Universe” hasta obras recientes como “Cadenilla” y “120 jornadas, cerámica”.

Damián Ortega (Ciudad de México, 1967) comenzó su carrera como caricaturista político; después, de 1987 a 1992, formó parte del Taller de los Viernes, junto con Abraham Cruzvillegas, Dr. Lakra, Gabriel Kuri y Gabriel Orozco. Su obra pertenece a colecciones como Centre Pompidou de París, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, Museum of Contemporary Art de Los Ángeles, San Francisco Museum of Modern Art, entre otros.

“No es una retrospectiva porque somos de la idea que la práctica de un artista a sus 50 años es una práctica de mediana carrera, preferimos presentar una revisión de toda su obra pero a través de una problemática o abordaje específico, planteado por el artista y su curador (José Esparza Chong Cuy): la industrialización y el progreso modernista, y por otro lado, las tradiciones”, indica Pimentel.

Ejemplo de esos diálogos es la pieza “Cosmic Thing”, un vocho en el que cada una de sus piezas fueron desarmadas y suspendidas en una sala del museo. “Damián plasma cómo este coche formó parte de la historia de muchas familias mexicanas de clase media que se movían por las ciudades en estos automóviles, de ahí que sea un tema simbólico”.

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Damián asume las experiencias populares del arte y las materializa en ciertos objetos, añade la directora del MARCO.

Otro ejemplo de ese abordaje es “120 jornadas, cerámica”, pieza creada entre 2020 y 2023 para esta exhibición, compuesta por 12 esculturas que representan botellas de Coca-Cola realizadas en cerámica.

“Ortega es un artista que tiene un diálogo interesante con la historia de la escultura y del objeto. Cada envase de Coca-Cola aparece el gesto de la basura, la costumbre de aplastar el pomo, además Damián lo convierte en un maguey, en arte virreinal y esa botella se desdibuja en las tradiciones mexicanos, es este diálogo entre progreso y tradición”, comenta Pimentel.

Una pieza que el artista mexicano donó al MARCO es “Warp Cloud” instalación compuesta por cortinas de hilo de las que cuelgan cientos de bolas de yeso que representan la estructura molecular de una gota de agua, conformando una nube que contiene patrones ordenados, creando un paisaje geométrico y reticular al que los visitantes pueden entrar y recorrer.

“No me atrevería a llamar la construcción visual de toda la exposición como una reflexión de identidades sino como lo que significa ser un mexicano del siglo XXI, nosotros convivimos con múltiples siglos al mismo tiempo, con múltiples economías, creo que esas distintas capas de nuestras vidas cotidianas es lo que está reflejado en la obra”, señala Pimentel.

En palabras de la directora, el MARCO atenderá la brecha que ha existido en la historia de las exposiciones en México, “en la que han quedado fuera revisiones de la práctica de artistas contemporáneos mexicanos que se han posicionado en el arte internacional; así desarrollamos las exposiciones Mario García Torres, Miguel Calderón y Pedro Reyes”.

Una vista de la exposición “Ecos de lo eterno: un viaje de la modernidad hacia lo contemporáneo”.

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COLECCIONISMO

Un tema que también resalta Pimentel es que el MARCO genere exposiciones propias.

“Queremos que la mayor cantidad de muestras posibles sean generadas desde nuestra inteligencia y visión de centro cultural del norte del país, eso no significa que se estén haciendo cosas del norte del país, no, estoy ubicándome en relación a lo que ocurre en el centro y buscando otros puntos de vista que le regresen a MARCO su capacidad de innovación como institución”, indica.

La muestra “Ecos de lo eterno: un viaje de la modernidad hacia lo contemporáneo”, explica, procede de la colección de una notoria familia de la Ciudad de México que hicieron por años y que es la primera vez que se enseña en conjunto. Sin embargo, añade Pimentel, lo que aporta la curaduría es el modelo de cómo mostrar la colección: literalmente, entras a la casa de un coleccionista.

A través de la reproducción de escaleras que te llevan a un estudio o de una sala hundida típica de los años 50 en México, se aprecian 140 obras, por ejemplo, dos bocetos a escala que O’ Gorman realizó previo al mural Retablo de la Revolución (Sufragio efectivo no reelección) para el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec, la pintura en mosaico “Escenas de circo”, de Picasso; la pintura “Nude on a blue cover” del ruso-francés Marc Chagall, “Nu aux bas noirs”, uno de los desnudos tempranos de Duchamp; y “Green table”, de Allen Jones.

También destaca una sala dedicada a la obra de Miguel Covarrubias, producción que evidencia su estancia en Nueva York donde retrató a personalidades tanto de la élite neoyorkina como de la famosa jazz-scene de Harlem, estas últimas publicadas en Vanity Fair.

“En los próximos días enfrentaremos el coleccionismo de Isabel y Agustín Coppel que me atrevería a señalar como una colección que tiene la posibilidad en convertirse en un museo, la investigación y la adquisición de obras están muy de acorde a cómo va evolucionando, no el mercado del arte, sino las problemáticas artísticas en el arte, eso te habla de una colección que aspira a una institucionalización”, indica la directora del MARCO.

Finalmente, Pimental enfatiza el interés del museo por mostrar cómo están sobreviviendo y cómo conviven distintos tipos de coleccionismo en el México del siglo XXI.