Cultura

“Hay que romper esa idea de que el amor es una salvación”

Lucía Lijtmaer presenta su novela “Cuaterio”, la historia de dos mujeres separadas por cuatro siglos pero con puntos en común

ENTREVISTA

Hoy el amor se vive en nuestra sociedad como una aspiración total, dice Lucía Lijtmaer.

latercera.com

El matrimonio durante el siglo XVII muchas veces era una domesticación que se transformaba en una condena para las mujeres y hoy el matrimonio es una aspiración al amor romántico que se mira como el final de una historia. Ésta es una reflexión que realiza la autora Lucía Lijtmaer (Buenos Aires, 1977) en su reciente novela “Cuaterio”.

La obra editada por Anagrama narra la historia de dos mujeres, una que vive en el verano de 2014 la ruptura de su relación de pareja por lo que decide huir de Barcelona a Madrid, y la otra, Deborah Moody, que vive cuatro siglos antes una migración a las colonias de América del Norte.

“La intención era ver cómo dos mujeres de épocas tan distintas pueden tener cosas en común: estar aisladas de su comunidad, una buscando a dios y la otra buscando la sanación después de una ruptura sentimental, y cómo en esos momentos cuando nos aislarnos todo para poder avanzar, suceden cosas inimaginables”, indica Lijtmaer.

¿Por qué hablar del cuerpo como refugio?, se le pregunta. “El cuerpo femenino históricamente es un cuerpo observado e interiorizamos mucho eso, la novela no pretende eso, busca ver cómo habitamos nuestros cuerpos”, responde.

En el caso de Deborah Moody me metí en un problema, admite la autora. “Porque cómo narro a una puritana anabaptista del siglo XVII que no tiene nada que ver conmigo, que es inglesa, una colona que llega a lo que ahora es Massachusetts”.

El libro.

Sin embargo, se dio cuenta que podía relatar lo sensorial, es decir, “no sé qué es ser una mujer del siglo XVII, pero sí sé que es que te tiren el pelo como a ella le aprietan las trenzas o el corsé que le corta la carne, la idea de la vejez y que la piel se te afloja, que el cuerpo cambia; Deborah está narrada desde lo sensorial porque era mi manera de acercarme a mi personaje”.

La mujer contemporánea, añade, la idea de su cuerpo sirve para entender en qué proceso mental está, su tema con la bulimia, con dejar de comer, con su transformación a través del encierro, como si fuera una mística del siglo XV, como si fuera una mujer que se encierra para no tener contacto con los demás y entrar en una especie de delirio.

A partir de esta novela, ¿cambió tu concepto de dolor?

En el siglo XVII el dolor era con lo que la gente convivía diariamente porque no había medicamentos por eso tomaban tanto alcohol porque era una manera de anestesiarse. El dolor está presente para poder entender qué procesos pasaron los personajes.

El dolor en el caso de Deborah está menos presente porque es una mujer muy fuerte, que viajó 10 mil kilómetros en una de esas barcas infectas que existían para transportar a las personas con muchísimas enfermedades, una mujer de 56 años que en ese momento ya era una anciana, entonces debía de demostrar que ella era físicamente muy resistente y que había resistido un parto fallido.

¿Por qué hablar del matrimonio?

El matrimonio es un contrato social y económico para Deborah, es un matrimonio del que tiene mucho deseo, pero en cuanto se casa y pasa la luna de miel está en la domesticación absoluta, una mujer que se ocupa de su casa, de las tierras, no tiene vida social. Quería mostrar que para todo lo que la preparan acaba siendo una condena para ella.

En la historia contemporánea, hoy el amor se vive en nuestra sociedad como una aspiración total, el amor romántico, que tiene que colmar todas tus expectativas, te enamoras y ese es el final de la historia, cuando en realidad entras en otras problemáticas. Quería romper esa idea de que el amor es una salvación porque puede serlo, pero hay otras formas de amor que son muy necesarias.