Cultura

INAI pide a Alejandra Frausto rendir cuentas claras sobre el programa “La cultura ¡vale!”

La SC informó a este diario que imprimió 114 mil 833 tarjetas, de las cuales 25,742 fueron activadas, es decir, sólo se entregó el 22 por ciento. El número de tarjetas proyectadas era de un millón

La SC señaló que el mayor uso de las tarjetas se registró en Ciudad de México y Puebla.

Inbal

De las 114 mil 833 impresiones de “La cultura ¡vale!”, tarjeta de descuento para ingresar a recintos culturales que Alejandra Frausto Guerrero, secretaria de Cultura, anunció como una innovación de su administración en 2018, se entregaron menos de una cuarta parte y, además, hoy se desconoce el costo, uso y destino de esos vales.

Ante la falta de transparencia, ayer el Pleno del Instituto Nacional de Transparencia (INAI) instó a la Secretaría de Cultura (SC) rendir cuentas claras sobre el detalle del número de tarjetas que imprimió y entregó.

La SC informó a este diario que entregó un total de 114 mil 833 tarjetas, de las cuales 25 mil 742 fueron activadas. Es decir, sólo se entregó el 22 por ciento, y estas tarjetas se concentraron en dos entidades: Ciudad de México y Puebla.

No obstante, en la respuesta de SC se observa que el número de tarjetas proyectadas para su impresión era de un millón, ya que así lo convino con una empresa de la cual la dependencia no mencionó su nombre ni transparentó el contrato.

Además, este programa únicamente operó en 2018, a pesar de que está legislado en el artículo 8 de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, donde se refiere que la SC:

“Coordinará y promoverá el programa de asignación de vales de cultura con la participación del sector social y privado, de la entidades federativas, de los municipios y de las alcaldías de la Ciudad de México, para incrementar el acceso a la cultura de los sectores vulnerables”.

SC respondió a Crónica que se suspendió la distribución de tales tarjetas “La cultura ¡vale!”, “toda vez que la vigencia del contrato con la empresa con la que se estableció convenio para la impresión de 1000,000 tarjetas fue del 2 al 23 de julio de 2018, y posteriormente no tuvo continuidad”.

En la solicitud, la dependencia que dirige Frausto Guerrero, señaló que el mayor uso de las tarjetas se registró en Ciudad de México y Puebla; y los lugares más visitados fueron el Museo Nacional de Antropología, el Museo del Palacio de Bellas Artes, la Cineteca Nacional y el Museo Internacional del Barroco.

Sin embargo, la Secretaría no detalló el desglose por estado, mes y año, así como los folios de las tarjetas entregadas, tal como lo solicitó Crónica.

“Estos datos contextualizan la importancia de dar a conocer cualquier información relacionada al fomento de la cultura, así como los recursos públicos que el gobierno destina a este rubro para garantizar la máxima transparencia, tal como se pretende en el caso en concreto”, dijo la comisionada Josefina Román Vergara al presentar el caso en el pleno del INAI.

Por tanto, ordenó a la SC realizar una nueva búsqueda en la totalidad de las áreas competentes a efecto de localizar los documentos que pidió esta casa editorial con el detalle solicitado.

La tarjeta.

¿CÓMO FINANCIAR UN VALE?: BOLFY

Un fraude cultural que podría ser consecuencia de la euforia de un triunfo político en 2018. Así define Bolfy Cottom, las cifras que SC dio a este diario sobre el alcance que tuvieron las tarjetas “La cultura ¡vale!”.

“Llama la atención cómo es que estuvo vigente sólo ese período y particularmente en Ciudad de México y Puebla, es realmente un fraude para el resto de los estados. Además, me parece que ése es el claro ejemplo que demuestra la miseria financiera a la que sometieron al sector cultural”, indicó el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Cottom puntualizó que esa tarjeta da accesibilidad a bienes y servicios que son obligación del Estado.

“Si se tiene muy claro el financiamiento y el fondeo de este tipo de instrumentos, no es una mala idea; pero al mismo tiempo pensarlo de manera aislada, pudiera convertirse en una moneda de cambio, es lo que está sucediendo actualmente con los programas sociales, que se ofrecen y se condicionan a la emisión del voto a favor de quien esté en el gobierno", destacó.

El Estado tiene la obligación de dar accesibilidad a bienes y servicios de cultura, no como una dádiva sino como la consecuencia del ejercicio de un derecho humano, agregó el experto en políticas culturales.

“(Otorgar vales) Es intentar resolver un problema estructural de pobreza y de marginación lo cual es obligación del Estado, ellos son la figura que deben resolver mediante fuentes de trabajo y presupuestos, de lo contrario me parece que es engañoso”, dijo.

Para Bolfy Cottom, apostar a una masividad en el ingreso gratuito o de bajo costo a museos es un tema que afectaría a los autogenerados, al menos, en el caso del INAH.

“Se dice muy fácil que las personas accedan gratuitamente a zonas arqueológicas y a museos, pero en realidad hay que recordar que estos espacios deben sostenerse, aspecto que no ha habido en este gobierno, deben existir servicios básicos, por ejemplo, debería haber custodios y se les debería de pagar a los curadores”, indicó.

¿De dónde se traerán esos recursos?, cuestionó el investigador. No cobrar una entrada a un recinto cultural es remendar un lienzo y al mismo tiempo abrir otra rotura, dijo.

“Eso significa castigar severamente a las instituciones que tienen la posibilidad de generar recursos propios, lo que se llama autogenerados que sirven para resolver problemas que no resuelven las propias instituciones ni el presupuesto público que asigna Hacienda, entonces hay que andar mendigando ampliaciones y sosteniendo un déficit”, explicó.

¿Se tiene que volver a discutir el artículo 8 de la Ley de Derechos Culturales?

En tanto que las propuestas no sean analizadas de manera integral con las circunstancias de las instituciones, serán simple y sencillamente buenos deseos.

¿Cómo se va a resolver el financiamiento de este vale? Es algo que me gustaría saber. Entiendo la euforia del triunfo político en el 2018, pero no va más allá que eso.

En resumen, si sigue, habrá engaños y manipulaciones a la gente por un instrumento que sabemos de antemano que no va a funcionar, que no va a tener vida porque no hay manera de sostener su financiamiento.

ES NECESARIO EVALUAR PROGRAMAS: NIVÓN

Un proyecto mal concebido al que se le puede redireccionar, es como define el antropólogo Eduardo Nivón el programa de las tarjetas “La cultura ¡vale!”.

“Los vales de cultura se introdujeron a última hora en la Ley de Cultura y Derechos Culturales, un legislador que había conocido la experiencia de Brasil le pareció importante y lo añadió, pero su operación ha estado llena de muchas limitaciones y falta de claridad”, expresó el académico.

Nivón, al saber que sólo se activó la cuarta parte de las tarjetas, señaló que “el proyecto estuvo mal concebido”.

“El vale es una tarjeta de descuento y eso tiene su limitante, a la larga hizo que el proyecto ya no se repitiera, quedó en una especie de limbo. Se puede repensar el proyecto enfocándolo a ciertos sectores y no uno general, se entregó sin ninguna consideración especial y podría focalizarse”, dijo.

El también integrante del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) comentó que no es necesario que legisladores discutan el artículo 8 de la Ley.

“Lo que sí habría que hacer es una consulta con especialistas para ver cuál es la mejor manera. En Europa se entrega a los jóvenes, que entran a la mayoría de edad, un vale sustancioso para que consuman libros e incluso puedan viajar, y no hay las restricciones relacionadas con el sector público”, narró.

No obstante, explicó que la clave está en la evaluación de los programas gubernamentales.

“En México están mal acostumbrados los gobiernos a partir de cero en la elaboración de programas, no se evalúa lo que se hizo anteriormente, se quieren hacer las cosas sin medir las experiencias y ya es momento de que la planeación parta de la evaluación de los programas”, afirmó.

Finalmente aseguró que la gratuidad no garantiza el interés en la cultura.

“Habrá que buscar la evaluación. El aumento de la audiencia depende de muchas variables, una de ellas es el costo, pero no la principal. Hay espectáculos caros como cine y deportes y el público gasta en eso y no en los museos de arte”, dijo.