Cultura

Monarquía sueca: la historia de una colección de 500 años con tesoros históricos y culturales

La casa real sueca (“kunga” es real, “huset” es casa) tiene 500 años de historia. A propósito de la visita del rey Carl XVI Gustaf y la reina Silvia de Suecia a nuestro país del 12 al 14 de marzo, presentamos los tesoros históricos y culturales de su colección

arte

Sala Real del rey Gustav III.

En 500 años, la monarquía sueca es de las pocas que conserva su más antigua regalía desde el Renacimiento, estos son objetos sagrados para los reyes como coronas, cetros, orbes, capas y órdenes o estrellas, además de su arte y vestuario.

El rey Carlos Gustavo XVI celebró en 2023 su Jubileo de Oro, es decir 50 años como monarca. Tras la muerte de Isabel II y la abdicación de Margrethe II de Dinamarca, es el rey vivo más longevo en el trono. Ha sido invitado desde 2020 por el presidente López Obrador y apenas fue posible confirmar la visita oficial para marzo de 2024.

Para entender la importancia o el espaldarazo del rey a esta visita con 25 empresas suecas que buscan invertir en México y atraer talento científico a su país, es preciso comprender el poder histórico de su monarquía, que ha subsistido de manera ininterrumpida durante 500 años y es la historia misma de esta nación peninsular en Escandinavia.

EL ARTE MONÁRQUICO

La curaduría del Palacio Real de Estocolmo incluye el museo The Royal Armoury (Livrustkammaren) en las antiguas cavas del recinto. Entre las salas del palacio y este peculiar museo de la armada real albergan la historia monárquica de Suecia con objetos históricos de todas las dinastías reinantes. Hasta antes del Siglo XVI los reyes de Suecia se elegían como sucedía en Britania, excepto por los 125 años que duró la Unión Kalmar entre Suecia, Noruega y Dinamarca. Al final de esta unión en 1531, el regente sueco Gustav Vasa se autoproclamó rey y estableció la monarquía hereditaria que prevalece hasta nuestros días.

Como todo rey post medieval quería imponer su autoridad y la mejor forma de hacerlo era con símbolos regios: Una armadura de oro, una silla de cabalgar o una corona especial para su heredero y desde luego los carruajes de la era barroca, influenciados por el glamour francés de Louis XIV. Las pompas fúnebres no se quedaban atrás. Durante el Renacimiento, las procesiones mortuorias tenían mayor esplendor que las coronaciones mismas.

Espectaculares ejemplos son la armadura del caballo y del aide-de-camp de Karl X Gustav en 1660 elaborados en oro puro, incluyendo el traje del pequeño príncipe heredero el futuro Karl XI. Por su parte, el rey Gustav III mandó a hacer una corona fúnebre para su consorte Lovisa Ulrika para su funeral en 1782, que prevalece hasta ahora para usarse en el Castrum Doloris de los monarcas, junto a su féretro, no encima.

Es relevante decir que cuando se proclama a un rey en Suecia, se casa o abre el Parlamento, su corona se coloca al lado suyo en un cojín de terciopelo púrpura, el color divino de la realeza. A cada miembro de la familia real le corresponde una corona y todas ellas se encuentran en exhibición en el Palacio Real de Estocolmo en la sala del Tesoro (The Treasury).

Esta colección constituye la parte más antigua de las colecciones de arte reales y presenta objetos que se remontan al rey Gustavo II Adolfo y su reinado (1611-1632); muchos artículos son propios, pero otros son obsequios oficiales de casas reales de Europa; algunos eran botines de guerra de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y de las campañas militares del rey Carlos X Gustav en Dinamarca y Polonia.

Retrato de la reina Kristina.

LA REINA QUE ERA REY

La primera reina en Suecia por derecho propio fue Kristina, quien fue coronada como “rey” en 1632. Se mandó a hacer una capa de terciopelo morado y armiño, un carruaje exclusivo para ella de oro puro y una corona. Su carruaje fue reconstruido en 1989, pero la silla y el peto originales se conservan en el Livrustkammaren.

“El rey” Kristina abdicó en 1654 ante la presión de las dinastías monárquicas europeas porque se convirtió al catolicismo; de hecho, su tumba está en el Vaticano. Esto puso fin a la dinastía Vasa, pues ascendió su primo, el futuro Charles X Gustav, de la casa de Palatinate-Zweibrücken, que dominó en Suecia en un periodo que ellos mismos llamaron “el imperio sueco”.

Tres reyes sucedieron hasta que la segunda reina por derecho, Ulrika Eleonora, abdicó en 1729 en favor de su esposo Frederick I, Landgrave de la casa Hesse-Kassel; fue él quien creó la Orden del Serafín que es la máxima orden de caballería de la familia real sueca hasta el día de hoy (también expuesta en The Royal Armoury).

Tras un golpe de estado de la nobleza absolutista en 1751, Frederick I fue depuesto en favor de Adolf Frederick, un rey “títere” de la casa Holstein-Gottorp que descendía de Charles X Gustav. Adolf es un rey famoso no por su capacidad como estadista sino porque murió de indigestión en 1771 tras una cena abundante… Cuenta la leyenda que se comió 14 postres conocidos como Semla.

Corona de la princesa heredera Victoria.

rakt framifrån.

GUSTAV III: EL REY ARTISTA

La inestabilidad del trono de Suecia cambió tras la ascensión de su hijo Gustav III, quien devolvió el absolutismo autocrático, elevó las artes e impuso mano dura a los nobles bajo los preceptos de la Ilustración.

Recordado como un rey justo por el pueblo y uno de los mejores estadistas del país, fue asesinado por los aristócratas en 1792 al salir de la ópera que era una de sus grandes pasiones, al grado de haber compuesto una basada en el rey Gustav Vasa, cuyas partituras y vestuario se mantienen intactos.

Las líneas dinásticas germánicas se acabaron durante las Guerras Napoleónicas. Para imponerse en Suecia, Napoleón designó a su Grand Marshall (gran mariscal) Jean-Baptiste Bernardotte como regente de facto del rey Carl XVIII, quien murió sin descendencia, por lo que el joven Bernardotte fue impulsado por los aliados de Bonaparte en el Parlamento en 1818 bajo el nombre de Charles XIV John o Karl Johan. Fue el fundador de la dinastía Bernardotte, que sigue reinando en Suecia.

. Streiff, el caballo de la Batalla de Lüzten: Es la batalla más famosa de Suecia ocurrida en 1632, en la pereció en el campo el rey Adolf II Gustaf dentro de la Guerra de los Treinta Años entre católicos y protestantes de 1618 a 1648), cuando el país era una nación militar poderosa. Se pudo encontrar su cuerpo puesto que se encontró al caballo Streiff. La piel del equino se recuperó para exhibirla en Estocolmo y después elaborar la taxidermia con honores que hoy se puede ver en The Royal Armoury.L

Jens Mohr