Cultura

Narran el dolor y la desesperanza de la generación Millennials

La novela “Mañana ya no hablaremos de nada” de Montse Bizarro plasma a jóvenes marginados por la precarización, la libertad sexual y por condiciones de neurologías atípicas.

LITERATURA

Montse Bizarro escribe su novela basada en experiencias personales

Almadía

El retrato de una generación que vive al día sin esperanza en el futuro debido a la precarización de sueldos y el encarecimiento de los servicios básicos es el ambiente en que se desarrolla la historia de Lorena y Mar, una relación de amor y amistad violenta que la escritora Montse Bizarro (Barcelona, 1993) narra en su reciente novela Mañana ya no hablaremos de nada.

“Parte de una experiencia personal, tuve una relación bastante tóxica con otra chica, entonces la literatura fue una forma de sanar el dolor que me había provocado la relación, escribir me ayuda a ordenar los hechos y a procesar lo que ha pasado, a superarlo”, señala la autora.

En la obra editada por Almadía, a Bizarro le interesó analizar la complejidad de los vínculos desde los gestos y las actitudes, y cómo ciertas actitudes generan obsesiones.

“Me interesaba que las dos protagonistas fueran mujeres porque no se habla demasiado de relaciones violentas entre mujeres, siempre se mencionan relaciones de hombre y mujer, de violencia de género que obviamente es más frecuente porque es estructural, sin embargo, también existe o puede existir en relaciones entre mujeres”, destaca.

Sobre porqué colocar a las protagonistas y a sus amigos en una vida de excesos con el alcohol y las drogas, la autora comenta que quería representar el sufrimiento de la generación Millennials.

“Somos jóvenes que estamos en pisos de alquiler muy caros y conviviendo con cinco personas o que no podemos salir de casa de nuestros padres porque no tenemos dinero, pero sí contratos precarios. Es el retrato de esta generación que tiene que vivir el día a día porque no puede proyectar un futuro, hay una desesperanza, entonces vivimos el presente con mucha intensidad”, responde.

Ese panorama se junta con personajes que viven en los márgenes: el colectivo queer, los neurodivergentes y quienes tienen familias desestructuradas.

“Si sumamos ambas cosas, las dificultades de una generación más ciertas condiciones, hacen que los jóvenes estén más excluidos y sufran discriminación; quería representar esa soledad que los lleva a cometer excesos, vivir el día a día, salir mucho de fiesta y caer en el mundo de las drogas”, indica.

Bizarro también comenta que en su novela no existe el vacío, es decir, todos los personajes son en función de los demás.

“Somos contexto y estamos en función de nuestras relaciones, en el grupo de amigos de la novela hay retroalimentación. La protagonista es obsesiva, tiene problemas de ansiedad y está con una persona como Lorena que en vez de ayudarla a ser mejor y a superar sus dificultades, la arrastra aún más al abismo. La influencia que tiene el otro va en dos sentidos: hacernos mejores personas o arrastrarnos a zonas más oscuras”, comenta.