Cultura

La narrativa de Yanga es un mito: no fue esclavo ni africano, dice Alfredo Delgado

El arqueólogo añade que escapó a caballo de una estancia ganadera, era cristiano y ladino. 

cambio

Alfredo Delgado presentó su libro “El costo de la libertad. De San Lorenzo Cerralvo a Yanga, una historia de largo aliento”.

Documentos históricos evidencian que la narrativa de Yanga es un mito. En el imaginario colectivo se piensa que fue un esclavo africano que se escapó de un trapiche de caña de azúcar, que se convirtió en líder de cimarrones, que venció a los españoles obligándolos a negociar para fundar San Lorenzo de Cerralvo, Veracruz, en 1609, y que ayudó a otros esclavos a obtener su libertad.

Sin embargo, el arqueólogo Alfredo Delgado Calderón afirma que no era africano, era ladino; que se escapó a caballo y no de un trapiche, y que San Lorenzo de Cerralvo se fundó hasta 1631. Esos datos los explica en el libro “El costo de la libertad. De San Lorenzo Cerralvo a Yanga, una historia de largo aliento”, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

“Todos sabemos del príncipe Yanga, su gesta heroica se ha quedado en el imaginario colectivo y en la historia de bronce. En 1844 la historia de Yanga ya estaba en varios periódicos de la Ciudad de México, en 1875 Ignacio Manuel Altamirano habla de él, lo llamó el Espartaco de América y Vicente Riva Palacio también retoma su biografía, es decir, se estaba escribiendo al héroe”, comenta en entrevista el autor.

El también director del Museo de Antropología de Xalapa narra que buscó en archivos (Archivo General de la Nación, Archivo de Notarias de Orizaba y Archivo Municipal de Córdoba), el nombre del trapiche del que escapó Yanga, pero no encontró alguno que correspondiera a la narrativa, entonces plantea que este rebelde fue un vaquero.

“Será muy complejo borrar la imagen de Yanga porque así son los mitos, no encuentro que haya escapado de un trapiche, pero la gente sigue imaginándolo así porque es más fácil pensar eso y no que un esclavo escapó a caballo de una estancia ganadera”, indica.

El objetivo de Delgado Calderón fue hacer la historia del pueblo San Lorenzo de Cerralvo, no obstante, “había datos que no cuadraban, la mayoría de negros eran y siguieron siendo vaqueros porque no había trapiches, le tuve que entrar al personaje de Yanga y me surgió uno de carne y hueso con todas sus contradicciones”.

La imagen que se tiene de Yanga es más mítica que histórica, afirma el investigador. “Eso no le quita nada al personaje porque seguirá siendo un ejemplo de libertad por mucho que los documentos nos digan que a los cimarrones de su grupo se les dieron tierras y se dedicaron a cazar a los esclavos que huían”.

¿Cómo definiría a Yanga a partir de estos nuevos datos?

Debió de ser un gran líder porque se mantuvo más de 30 años al frente de un grupo de cimarrones de distintos orígenes que no pudieron venderlos durante muchos años hasta 1618. Yanga debió ser un gran organizador.

Lo que sí es que no era un negro de primera generación que hubiera llegado directamente de África porque los documentos lo describen como cristiano y como ladino, los ladinos eran quienes habían perdido su lengua materna, es decir, ya dominaba el español.

¿Eso que implica?

Que nació en la costa, que seguramente trabajó en el puerto de San Juan de Ulúa, que en algún momento debió de escapar, que se fue a las estancias ganaderas porque veremos cómo los cimarrones que está acaudillando montan a caballo, salen a hacer saqueos en las rancherías pero tiene relaciones con otros negros vaqueros libres que les avisan cuando entran las tropas. Yanga estuvo integrado a una sociedad colonial, aunque estuviera sustraído del control de la Corona.

Sobre los documentos que evidencian que San Lorenzo de Cerralvo no lo fundó Yanga sino otro grupo de cimarrones, el investigador menciona la petición del Marqués de Cerralvo a la Corona, en enero de 1630, para iniciar la pacificación de comunidades de cimarrones.

“Mandó al ejército para cuidar el puerto de Veracruz e iniciar la negociación porque ya tenía varios problemas encima: la Habana fue tomada por bucaneros, la hoy Ciudad de México se inundó y se había peleado con el arzobispo”, detalla.

Entonces nombró a Hernando de Castro Espinoza juez conciliador en San Lorenzo, figura legal que solamente se utilizaba para los pueblos indígenas.

“Finalmente era un país de leyes y los negros no estaban contemplados, pero al recibir esa figura legal se fundan como república de naturales. Tenemos en el Archivo de Córdoba la referencia del juez congregador de los negros de San Lorenzo y es la primera vez que vamos a encontrar a San Lorenzo en documentos, en diciembre de 1630, donde había más de 200 cimarrones y sólo se logró congregar a 100”, explica.