Cultura

Romeo, Julieta (y Darwin). ¿Puede la ciencia explicar el amor?

Con motivo de su próxima conferencia "Escuchando a la naturaleza...", El Colegio Nacional nos comparte un extracto del opúsculo "De música cósmica, amor y complejidad...", de Alejandro Frank

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Alejandro Frank, miembro de El Colegio Nacional.

El Colegio Nacional

A propósito de la conferencia Escuchando a la naturaleza: ¿el corazón tiene memoria? La simetría y las señales de la vida, que dictará el colegiado Alejandro Frank el próximo miércoles 23 de agosto, a las 18:00 horas en El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX), compartimos con los lectores de Crónica un extracto de su opúsculo "De música cósmica, amor y complejidad. La ciencia como una manera de ver el mundo" (El Colegio Nacional, 2020).

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Investigaciones científicas recientes han demostrado que la frase “locamente enamorado” no es una simple metáfora, ya que hay amplia evidencia que sugiere que el enamoramiento es fisiológicamente similar a las enfermedades mentales.

La mayoría de los mamíferos tienen comportamientos afectivos y expresiones emocionales que en términos humanos suelen interpretarse como conductas amorosas. Sin embargo, el amor romántico parece ser una característica exclusiva de la especie humana. El arquetipo de este amor, apasionado y muchas veces imposible, es la historia clásica de Romeo y Julieta, la tragedia de William Shakespeare escrita en 1597. Es la historia de dos jóvenes que, a pesar de la oposición de sus familias, deciden, contra viento y marea, continuar su romance y casarse de forma clandestina. 

Una serie de infortunios conducen al suicidio de los dos amantes. De esta trágica manera, su amor, o al menos la idea de éste, perdurar. Por los siglos, puro e inmaculado. En numerosas ocasiones he imaginado qué habría sido de ellos si, por azares del destino, hubieran sobrevivido. Un Romeo cuarentón, calvo y algo dado al chianti, llegando a casa donde una obesa Julieta, harta de cocinar la pasta, lo espera de mal humor entre los llantos de sus nietos… una imagen nada romántica. Pero regresemos al asunto que nos ocupa. El amor apasionado sin duda existe y, aunque tal vez no es tan duradero como quisiéramos, juega un papel determinante en nuestras vidas.

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Por ello vale la pena preguntarse, ¿a qué se debe este insólito comportamiento humano, único entre los millones de especies que pueblan nuestro planeta? En el siglo XIX Charles Darwin y Alfred Russel Wallace propusieron la teoría de la evolución, teoría que se ha convertido en un hecho incontrovertible con los descubrimientos posteriores de las ciencias biológicas.

El propio Darwin y científicos del siglo XX intentaron conciliar esta teoría con el estudio de la conducta de distintas especies, incluidos los insectos sociales, los mamíferos en general, y los primates en particular. Científicos contemporáneos como Desmond Morris, Richard Dawkins, Daniel Dennett y Steven Pinker han popularizado la psicología evolutiva, según la cual nuestro comportamiento es influido por los millones de años de evolución hasta llegar a ser lo que somos. La psicología evolutiva propone que la psicología y la conducta de los humanos y primates pueden ser entendidas conociendo su historia evolutiva. De manera específica, propone que la mente de los primates, incluido el humano, está compuesta de mecanismos funcionales que se han desarrollado mediante selección natural por ser útiles para la supervivencia y reproducción del organismo. 

La psicología evolutiva intenta explicar características mentales de la especie humana (tales como la memoria, la percepción, el lenguaje, y fundamentalmente las emociones) como adaptaciones: es decir, como los productos funcionales de la selección natural, forzados por la competencia para sobrevivir y reproducirse. Este enfoque adaptativo es utilizado para entender mecanismos biológicos como, por ejemplo, el sistema inmunológico. La psicología evolutiva aplica este mismo principio a la psicología.

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Stephen Jay Gould, Richard Lewontin y otros científicos han criticado la idea de que esta historia evolutiva influye de manera determinante en nuestro proceder, proponiendo en cambio que la cultura es la razón esencial de las diferencias entre los individuos. Otros describen la psicología evolutiva como un intento de justificar los privilegios del género masculino y de ciertas culturas. Los investigadores de la conducta animal reconocen sin chistar el papel de la evolución en nuestras características físicas, pero las interpretaciones de la teoría de la evolución a la psicología humana son mucho más polémicas. 

¿Qué dice esta teoría sobre el surgimiento de las conductas amorosas en nuestra especie? De acuerdo con la Biblia, Dios maldijo a Eva y la condenó a parir con dolor, como castigo “por haber comido del fruto del conocimiento”. La mayor diferencia que los seres humanos tienen con los otros grandes simios es sin duda su inteligencia […]. Claramente, el desarrollo de inteligencia confirió a los humanos grandes ventajas evolutivas.

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En efecto, para “comer del fruto del conocimiento” los humanos tuvieron que triplicar, a lo largo de los últimos millones de años, el tamaño de sus cerebros y también el volumen de sus cráneos. Estos grandes cráneos provocaron graves y crecientes problemas durante el parto. “Con dolor parirás” […], es el penoso primer costo de nuestra inteligencia. Otro factor que complicó las cosas es que los humanos adquirieron una posición erguida y se volvieron bípedos, de manera que pudieron liberar las extremidades superiores para convertirlas en las herramientas principales de su nuevo y poderoso cerebro.