Cultura

De la terrible Guerra de Castas sólo existe una evidencia ósea: un cráneo

Perteneció al legendario líder maya Bernardino Cen a quien le cortaron la cabeza de un tajo. Se exhibe en Tihosuco, Quintana Roo

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Cráneo de Bernardino Cen. Museo de la Guerra de Castas. Tihosuco, Quintana Roo.

El cráneo del líder maya Bernardino Cen es la única evidencia ósea que existe de la Guerra de Castas, movimiento que indígenas mayas iniciaron por su independencia durante el siglo XIX. Actualmente dicho cráneo se exhibe en Tihosuco, Quintana Roo, en el Museo de la Guerra de Castas.

En entrevista, Margarito Molina, director del Centro INAH Quintana Roo, recuerda que hace casi 30 años, el investigador estadunidense Paul Sullivan encontró una correspondencia entre el gobierno norteamericano y mexicano, se trataba de un reclamo diplomático sobre la muerte de un estadunidense en Yucatán. La carta era de finales de 1875.

Sullivan investigó y entendió que el estadunidense era administrador de una hacienda azucarera en Xuxub y había sido asesinado por Bernardino Cen.

“Bernardino Cen fue un líder maya muy reconocido entre las tropas yucatecas y mayas por ser valiente y sanguinario, se menciona que se amarraba, con cuerdas de cuero, a su mano derecha la empuñadura de su machete que pesaba tres libras, el cual no se le resbalaba a pesar de la sangre del enemigo”, narra Molina.

El liderazgo de Cen abarcó de 1864 a 1875 después de un golpe de estado en contra de Dionisio Zapata, quien había asesinado a los caudillos mayas Venancio Puc, Apolinar Sánchez y José Nah.

“Durante la Guerra de Castas hubo momentos de incursiones esporádicas de las tropas rebeldes hacia las poblaciones yucatecas para obtener dos cosas: maíz y prisioneros, para secuestrar a personas pudientes, a hacendados o a sus esposas. Una de las secuestradas fue Josefa Rodríguez, esposa de un hacendado que fue llevada a Noh Cah Santa Cruz (Felipe Carrillo Puerto)”, platica.

La Cruz maya que guió la Guerra de Castas

Sin embargo, hubo un problema en el pago y su rescate, Josefina no regresó; además, al parecer Bernardino Cen se involucró sentimentalmente con ella. “Esto generó mucha inconformidad entre los líderes mayas porque rompía los acuerdos que se tenía con los negociadores (los ingleses) y ponía en duda la honorabilidad de los mayas”, señala.

Bernandino Cen fue expulsado de Santa Cruz refugiándose en Muyil con su tropa de aproximadamente 60 hombres, estando ahí recibió el pedido de auxilio de mayas de la hacienda de Xuxub para que los liberara.

“Llegó a la hacienda y en ese ataque mató al administrador estadunidense, pero como era una hacienda que producía azúcar y aguardiente, los rebeldes mayas se distrajeron, se emborracharon, entonces el enemigo aprovechó, el gobierno yucateco organizó una incursión militar, atacaron la hacienda y mataron a Bernardino de un golpe de sable en la cabeza”, narra Molina.

El 13 de octubre de 1875, cuatro semanas después del ataque, el gobierno de Yucatán fue al sitio y dio testimonio llevándose a Mérida el cráneo del líder maya.

Cuando el investigador Sullivan encontró la correspondencia, buscó el cráneo y una vez localizado en la colección osteológica del INAH en Mérida, le encomendó a Margarito Molina consultar a los mayas dónde depositar ese resto óseo y ellos decidieron llevarlo al Museo de la Guerra de Castas.

“Esta guerra y sus líderes tienen el mismo valor de lo que hicieron Miguel Hidalgo, Vicente Guerrero, José María Morelos, en el caso de los mayas su guerra de independencia fue a partir de 1847 y fue el movimiento libertario más importante de la Península en el siglo XIX”, concluye.