Cultura

Tren Maya: Especies de Calakmul peligran por hotel que traerá

El hotel de 143 habitaciones se situaría a 200 m de la Aguada Bonfil, considerada el cuerpo de agua más importante para muchos animales, advierten especialistas ·Enfatizan la necesidad de reubicarlo

Reserva de la Biósfera

El Gobierno Federal señala que el hotel se ubica en la zona de amortiguamiento y no en la Reserva, no obstante, “toda área de amortiguamiento está dentro de una reserva”.

Una carta enviada desde Reino Unido y dirigida al presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a Palacio Nacional en este mes. El mensaje era claro: que el Proyecto del Tren Maya deseche la construcción de un hotel de 143 habitaciones en la Reserva de la Biósfera de Calakmul, Campeche.

La petición, hecha por Elisa Sandoval-Serés y Lucero Vaca-León, se basa en datos científicos que ambas investigadoras e integrantes de la Wildlife Conservation Research Unit (WildCRU) de la Universidad de Oxford han obtenido al estudiar la selva más extensa del país.

La mayor preocupación que manifiestan es que el hotel se sitúa a 200 metros de la Aguada Bonfil, considerada el cuerpo de agua más importante para una amplia lista de animales en peligro de extinción. En opinión de las biólogas, si ese sistema de acumulación de agua, creado desde época prehispánica, se contaminara o se secara por deforestación y por un mal tratamiento de residuos, el ecocidio sería inevitable.

A ese temor se suma la falta de transparencia y el silencio del Presidente. En abril, el Comité Técnico de la Reserva de la Biósfera de Calakmul pidió a López Obrador la relocalización del hotel, pero hasta la fecha no ha recibido respuesta como tampoco la han obtenido las expertas Sandoval-Serés y Vaca-León.

“El Comité es un órgano legal que regula la Reserva de la Biósfera de Calakmul, como si fuera la Cámara de Diputados de la Reserva. La conforman personas de los gremios turístico y representantes de las comunidades locales, de los madereros, de los indígenas, de la academia, de diferentes ONG’s y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp)”, explica Sandoval-Serés.

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La Aguada Bonfil preserva la vida de especies en peligro de extinción como tapires, pecaríes de labios blancos y ocelotes. Allí, mediante fototrampas y avistamientos, las investigadoras saben que llegan jaguares, pumas, tigrillos, monos, cocodrilos, pericos, águilas elegantes y pavos ocelados, este último endémico de la Península de Yucatán.

“Publiqué, con el equipo del investigador Rafael Reyna, dos artículos científicos sobre la importancia de las aguadas para tapires (en 2016) y ocelotes (en 2022). En uno de ellos mencionamos que Bonfil es la aguada más importante y más frágil; y en 2015 y 2017 resultó ser la aguada más importante para los tapires”, destaca Sandoval-Serés.

La bióloga menciona que dentro de la Reserva de la Biósfera de Calakmul existen más de 286 especies de aves, 94 especies de mamíferos, 1,936 especies de flora, 20 especies de anfibios, 69 especies de reptiles y 18 especies de peces aproximadamente.

Sobre el estado de salud de esa fauna, en especial de tapires, jaguares y ocelotes, la investigadora Lucero Vaca-León advierte que se requieren de mayores estudios estandarizados para conocer su comportamiento y el número de ejemplares.

Carta enviada a Palacio Nacional.

AUTORIZAN PERTURBACIONES

Durante la conferencia matutina del pasado 27 de febrero, Blas Andrés Núñez Jordán, jefe del centro coordinador de operaciones del Tren Maya, comentó que se construyen seis hoteles cercanos a las zonas arqueológicas y, en específico, el alojamiento en Calakmul abarca “tres hectáreas” que fueron “totalmente” impactadas por un campo chiclero que funcionó hasta la década de los 80.

Ante este argumento, las investigadoras cuestionan: ¿una zona impactada no debe restaurarse? y ¿es el mismo impacto producir chicle que construir un hotel generador de turismo?

“La zona no estaba impactada. Hace 40 años hubo una cooperativa chiclera, sin embargo, no estaba deforestada y la vegetación estaba en proceso de regeneración. El impacto de un aprovechamiento chiclero de subsistencia no se compara con el impacto de un hotel que es mucho mayor”, afirma Sandoval-Serés.

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Otro argumento que ha expuesto el Gobierno Federal es que el hotel se ubica en la zona de amortiguamiento y no en la Reserva, dato que corrigen las expertas: toda área de amortiguamiento está dentro de una reserva.

Como su nombre lo dice, la zona de amortiguamiento atenúa las perturbaciones causadas por la actividad humana circundante, en este caso, a la Reserva de la Biósfera de Calakmul establecida el 23 de mayo de 1989 y reiterada en 1993 cuando ingresó a la Red Internacional del Programa El Hombre y la Biosfera de la UNESCO, y en 2002 al ser incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Sandoval-Serés asegura que, en caso de realizarse una obra de infraestructura en la zona de amortiguamiento, el gobierno exige dos puntos: autorización por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en los términos de la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), y demostrar el bajo impacto de la obra.

–¿Existen ejemplos de hoteles en reservas naturales a nivel mundial?

–Sí, generalmente son hoteles con un máximo de 20 cuartos y se vigila que los turistas respeten la naturaleza. Existen modelos, pero no son comparables. Es mejor tener turismo en menores cantidades que sea de calidad como lo hacen en Bután (Asia) y Botsuana (África), a turismo masivo descontrolado.

“Lo que proponemos diferentes colegas es decretar todo el territorio de la Reserva de la Biósfera de Calakmul como zona núcleo y no de amortiguamiento para evitar, con una jurisprudencia, cualquier obra futura en esa y otras reservas nacionales”, responde.

MÁQUINAS DE BASURA

Una preocupación de Lucero Vaca-León, investigadora de la Universidad de Oxford, es que el turismo en Calakmul sea masivo y sin conciencia ambiental.

“No quisiera que llegaran 50 personas que por más que le pongas enfrente un letrero de ‘No pasar’, no hagan caso y entonces haya accidentes y conflictos con la fauna. Además, ¿qué pasará con los desechos? Los humanos somos una máquina de basura impresionante”, cuestiona.

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La bióloga también pregunta a las autoridades por qué iniciar con obras de un tren y no con un manejo adecuado de residuos orgánicos e inorgánicos, ya que los ejidos de Calakmul no tienen a dónde llevar sus desechos, por lo que queman basura inorgánica e instalan basureros a cielo abierto.

Otro argumento que pone en duda es si el tren impulsará la economía local porque, hasta donde se sabe, quien maneja el hotel es el Estado y no los pobladores. “¿Por qué no se les preguntó qué necesitan? En los ejidos no hay clínicas adecuadas, no tienen escuelas. ¿Por qué poner un hotel o un tren en lugar de invertir esos millones de pesos en infraestructura que les ayude a las comunidades?”, señala.

CRISIS HÍDRICA

Una certeza en Calakmul es la insuficiencia de agua porque el suelo en la Península de Yucatán es calcáreo: no tiene disponibilidad de agua superficial en época de secas y depende de la temporada de lluvias.

La experta Vaca-León narra que en 2017 hubo tal sequía que varios tapires caminaron largos kilómetros en busca de agua para refrescar su cuerpo, incluso algunos llegaron a Xcaret deshidratados y desorientados.

Por ello, las investigadoras piden al Presidente recordar la importancia de la Reserva de la Biósfera de Calakmul y entender que las aguadas son la única fuente de agua para los animales. Además, exigen respeto a las Áreas Naturales Protegidas decretadas por Semarnat y, sobre todo, piden que se reubique el hotel.

“Pero si a pesar de todo el esfuerzo por relocalizarlo y/o disminuir considerablemente el número de cuartos, no se consigue, entonces lo mínimo que pedimos es que exista transparencia sobre su construcción y operación, y que éste cuente con un certificado de ISO 14000 con impacto cero realizado por una empresa de prestigio”, solicitan.

Sandoval-Serés enfatiza que “las aguadas de Calakmul son extremadamente importantes para la supervivencia de las especies y, por lo tanto, de construirse el hotel, el tratamiento del agua es crucial”.

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La investigadora pide consideraciones mínimas: que el agua negra se envíe a una fosa séptica para sacarla fuera de zona de la reserva, que el agua gris llegue a una planta de tratamiento que la vuelva a reciclar al sistema del hotel como agua limpia, y que la basura inorgánica sea separada para su reciclamiento fuera de la reserva.

“Debe ser un hotel austero, auditable cada seis meses, no debe haber contaminación acústica ni lumínica, se debe vigilar el comportamiento de los turistas, quienes no deben tomar nada de la Reserva para llevarlo como souvenir; tampoco pueden fumar ni tirar semillas exóticas, como son las de manzana y mandarina. Si no se tienen esas precauciones, estaríamos frente a un ecocidio”, sentencia Sandoval-Serés.

En suma, las investigadoras esperarán una respuesta del Presidente y pronto solicitarán la manifestación de impacto ambiental vía la Plataforma Nacional de Transparencia.

“Existe un decreto presidencial que menciona que las manifestaciones de impacto ambiental del Proyecto Tren Maya pueden ser emitidas 6 meses después. La obra se inició en enero del 2023, entonces dentro de poco debería de salir ese documento”, concluye Sandoval-Serés.

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