Escenario

‘El Castillo de Cagliostro’: Más que un clásico de la animación

CORTE Y QUEDA CLASSICS: La primera cinta animada en proyectarse en el Festival de Cannes fuera de competencia, logró que Miyazaki y Lupin III se convirtieran en figuras emblemáticas para la animación en todos los sentidos

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El filme regresó a las salas de cine a través de Cinépolis.

ESPECIAL

Cinco son las décadas que cumple dentro del mundo de la animación un personaje que vio por primera vez la luz en el manga creado por Kazuhiko Kato (Futabasha) e ilustrado por Monkey Punch. Publicado por primera vez en 1967, el manga Lupin III y su banda de ladrones astutos tomaría por asalto a Japón y el mundo entero, convirtiéndose en una de las figuras más destacadas del género, un emblema del ‘seinen’ (publicaciones enfocadas a la demografía de los jóvenes adultos) que sería posteriormente llevado al anime por la productora TMS Entertainment en 1971 en la que realizadores como Misaaki Osumi, Isao Takahata (La tumba de las luciérnagas, 1988) y el maestro ganador del Oscar, Hayao Miyazaki, explotarían la saga de este bandido.

Posterior a la primera parte del anime, que llegaría a los 23 episodios, el mundo de Lupin III, nieto de aquel interesante ladrón creado por el francés Maurice Leblanc llamado Arsene Lupin, continuaría con una segunda parte así como su primer cinta animada, El Misterio de Mamo (1978), pero es con El Castillo de Cagliostro (1979) que este astuto pero divertido personaje alcanzaría un punto de inflexión que lo ha llevado a versiones live action y la continuación de la serie tantos años después de su comienzo.

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El director detrás de esta entrega de Lupin III sería el mismo Miyazaki, que estaba familiarizado con el protagonista desde su participación en la serie animada, marcando lo que sería su ópera prima en cines y que, curiosamente en Japón sería un fracaso pero en Estados Unidos y el resto del mundo sería un gran éxito. Aquí, el inteligente criminal y su inseparable compañero de fechorías, Daisuke Jigen, terminan en el poblado de Cagliostro, donde Lupin se las verá con el Conde del lugar al tratar de rescatar a la Princesa Clarisse de sus manos y, de paso, descubrir el secreto detrás de una máquina falsificadora de dinero.

Haciendo alusión a una de las aventuras originales escritas por Leblanc (La Condesa de Cagliostro) en la saga del bandido francés que, en este universo animado, es el abuelo de Lupin III, El Castillo de Cagliostro es considerado no sólo un clásico de la animación, sino un filme con un estilo diferente para este ladrón pues aunque su motivación es robar el tesoro (y a la Princesa, de paso), sus intenciones son tan nobles como las de Robin Hood, haciendo de esta figura algo más heroico que el playboy desenfadado que siempre se mete en camisa de once varas por líos de faldas.

Fotograma de 'El castillo de Cagliostro'.

CORTESIA

Algo que el maestro Hayao añade en esta entrega de la larga saga de Lupin es su cinturón lleno de gadgets, algo que, junto al estilo de vestimenta formal pero colorido, se convierte en una clara alusión a James Bond que también es un sello registrado del personaje. Otro aspecto interesante es el aire mucho más amable y familiar que Miyazaki trata de imprimir a este relato, uno que se aleja de la visión más adulta del largometraje anterior, El Misterio de Mamo (1978), algo que ha sido un tanto criticado por los fanáticos de hueso colorado del personaje pero que, ciertamente, funciona.

A pesar de los cambios en la personalidad de Lupin III, así como de sus amigos, Jigen, Fujiko y Goemon, esta cinta producida tan sólo en el lapso de cuatro meses es algo que no tiene tan satisfecho a Miyazaki, quien tuvo que hacer cambios en la historia durante la post producción de la misma. Sin embargo, como todo buen relato de cuento, siempre hay buenos y malos, pero nuestro protagonista está a la mitad del camino, un protocolo de antihéroe en el que, haciendo alusión a una frase de la cinta, la luz y la sombra se unen. Es así que los robos cometidos, una virtud negativa, son con la astucia de por medio, pero sobre todo ofrecidos como un acto de justicia, haciendo que la misión de este criminal sea motivada por el bien.

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Aunque el dilema puede ser muy simple, es interesante ser testigo del viaje de Lupin y sus compinches, siempre escapando de la larga mano de la ley representada por el detective de la INTERPOL de nombre Koichi Zenigata, es en el canvas de este largometraje donde Miyazaki encuentra la libertad creativa necesaria para que esta aventura del criminal se sienta auténtica y divertida más allá de lo predecible que la trama pueda plantear. Es así que Hayao crea una ópera prima en la que recurre a los arquetipos conocidos, pero los explota de manera ingeniosa, creando un universo dinámico que se adecua a los movimientos y actos de este popular personaje.

Otro aspecto destacado de esta joya animada un tanto olvidada con el tiempo que, afortunadamente se podrá revivir en salas de cine mexicanas, es la música de cabecera de Yuji Ohno, compositor que crea una partitura adecuada pasa este personaje y se ha convertido en pieza fundamental del universo de Lupin III. Como dato curioso, esta es la única película en la que Miyazaki y Ohno trabajaron juntos, pues el maestro de la animación solamente ha trabajado con Joe Hisaishi, lo cual hace más especial esta colaboración. También, cabe señalar el interesante diseño del poblado de Cagliostro, inspirado según Hayao en la geografía y vista de las ciudades italianas en la década de los 60 situadas en las montañas y alrededor del Río Tiber.

El filme también puede verse por HBO Max.

CORTESIA

A pesar de los retos y dificultades que proporcionó este filme, no cabe duda que El Castillo de Cagliostro fue el primer gran acierto para Miyazaki, que después derivaría en sus grandes propuestas de la década de los 80 como la adaptación del anime de Topcraft, Naussica del Valle del Viento (1984), cuyo éxito haría que Hayao se aliara con su gran amigo Takahata y el productor Toshio Suzuki para fundar Studios Ghibli, donde su creatividad explotara aún más con cintas emblemáticas como El Castillo en el Cielo (1986) o Mi Vecino Totoro (1988).

Obteniendo un gran reconocimiento por parte de directores como Steven Spielberg o John Lasseter, además de ostentar el título como la primera cinta animada en proyectarse en el Festival de Cannes fuera de competencia, El Castillo de Cagliostro logró que Miyazaki y Lupin III se convirtieran en figuras emblemáticas para la animación en todos los sentidos. Mientras que el realizador se consagraría poco a poco como un gran director, Aresene Lupin III crecería en su popularidad, cambiando el color de su saco entre verde, rojo y azul, e incluso de nombre por cuestiones de derechos (Rupan, pronunciado así en Japón o ‘Wolf’, traducción literal del francés al inglés de su nombre), dejando en su haber un legado que lo hace ser uno de los personajes más entrañables en la historia de la animación, haciendo honor a su abuelo francés.