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David Schurmann da mensaje ecológico tocando el corazón con ‘Mi amigo el pingüino’

ENTREVISTA. El cineasta brasileño dirige una película basada en hechos reales sobre un albañil que rescata una ave patagónica extraviada por el petróleo

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El actor Jean Reno y el cineasta David Schurmann.

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Al hacer una película con el célebre título “inspirada en hechos reales”, ¿de qué manera conseguir un equilibrio entre aquellos momentos verídicos que resultan clave y los elementos ficticios que ayudan a la narración y al conflicto? ¿Cómo lograr que la trama resulte interesante para quienes ya están familiarizados con la historia y también para los que apenas la van a conocer?

Esos fueron algunos de los retos para el cineasta brasileño David Schurmann al dirigir su tercer largometraje de ficción, Mi amigo el pingüino.

Protagonizada por Jean Reno y Adriana Barraza, la película, que acaba de estrenarse en la cartelera mexicana, recupera la curiosa e improbable relación que, durante ocho años, se dio entre João Pereira de Souza, un albañil retirado originario de la ciudad costera Ilha Grande en Rio de Janeiro, y un pingüino patagónico, el cual en su travesía migratoria quedó extraviado y cubierto de petróleo, regresando cada ocho meses al lugar donde fue encontrado por ese hombre.

“Esta historia llevaba siendo muy conocida en Brasil durante unos seis años. Conforme se iba comentando y haciendo más famosa, la gente de Ilha Grande esperaba cada ocho meses para saber si el pingüino, al que se le bautizó como DinDim, iba a regresar o no”, expresó.

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“Viviendo en Brasil, obviamente sabía de la noticia, pero debo de confesar que no le había prestado demasiada atención, no me interesaba tanto. Irónicamente, a pesar de la popularidad de la historia, a nadie se le había ocurrido hacer una película al respecto, hasta que un estudio estadounidense fue quien compró los derechos y junto a otras compañías productoras la hizo, porque le vio el potencial y consideraba que no se debía de perder”, siguió.

Cuando comencé a involucrarme en la creación de la película, me pregunté el porqué me había tardado tanto tiempo en voltear a ver este relato”, explicó a Crónica Escenario el director, quien recientemente visitó la Ciudad de México.

Trabajando por primera vez con las guionistas Kristen Lazarian y Paulina Lagudi Ulrich, el realizador fue encontrando las maneras para poder imprimirle identidad a la historia. Pero además, David Schurmann eventualmente tuvo un encuentro importante y definitivo para el desarrollo de la película.

“Siempre he pensado que todos tenemos una historia increíble de nuestra vida, pero lo interesante es de qué forma la contamos. Si bien, había dirigido un par de películas de ficción, había pasado veinticinco años haciendo documentales para el cine y la televisión acerca de las distintas travesías alrededor del mundo que hice con mi familia a bordo de un velero y también acerca del cuidado de los mares. Entonces, quería explorar algo distinto”, comentó.

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“Dentro de la preproducción, tuve la oportunidad de conocer al verdadero João Pereira de Souza. Hablando con él por unas cuantas horas y tratando de comprender un poco su vida, tomando en cuenta que existe la ficción que sirve dramática y narrativamente, supe que antes que el mundo lo conociera, él y su esposa se encontraban en lados opuestos, ya que circunstancialmente se habían separado de su hijo durante muchos años. Cuando João rescató al pingüino, el animal hizo lo propio con João y esa idea me encantó”, reveló.

“Entonces ahí hubo cosas de su vida que pude llevar a esta película y creo que por eso la gente que la ha visto en una sala se ha conmovido, porque todo se siente muy verdadero, muy auténtico. Y eso se consiguió porque tiene bases reales y emociones cercanas. Para mí fue una experiencia muy importante dirigir Mi amigo el pingüino”, agregó.

El cambio más significativo en la ficción que propone Mi amigo el pingüino, es la tragedia que trastoca la vida de los personajes y que los paraliza. João (interpretado por Jean Reno), aquí un viejo pescador, carga la culpa por la muerte de su hijo de ocho años, perdido en el mar durante un día de tormenta, dos décadas atrás, provocando el distanciamiento con María, su esposa (interpretada por Adriana Barraza).

A la mitad de la película, tras el inicio de su excéntrica amistad, João vuelve a caminar por las calles del centro de su pueblo, como no lo había hecho en mucho tiempo, esta vez en compañía del pingüino. Hay una búsqueda de redención, una necesidad de recomenzar desde otro camino, volcar los sentimientos de otra forma.

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“Eso ocurre mucho. Yo lo viví con la muerte de mi hermana menor, vi cómo mis padres vivieron su luto cada quien a su manera. Mi madre, por ejemplo, pasó con su duelo durante dos años antes de salir y volver a una cierta normalidad, porque esto nunca lo superas del todo, vives con eso”, expresó.

Yo tengo un hijo de quince años, así que he ido entendiendo las relaciones filiales desde otro lugar. Adriana y Jean fueron increíbles, las escenas con una carga emotiva que tiene la película, en las cuales se reconcilian después de muchos años, en realidad son de muy pocas palabras y para mí eso es el cine”, manifestó.

En el cine, claro, cuando cuentas con buenos actores, no necesitas pensar en tantos diálogos, porque uno ve lo relevante del drama en el rostro, en el movimiento, en la reacción y en la mirada del actor. Y en ese sentido, Adriana y Jean hicieron cosas que a la fecha me emocionan, me enchinan la piel. Son momentos poderosos y catárticos los que ambos ofrecieron”, añadió.

Paralelo a la trama de esa amistad entre el protagonista y el pingüino, recorre la historia de un trío de biólogos argentinos (interpretados por Alexia Moyano, Nicolás Francella y Rochi Hernández), quienes, en medio de sus investigaciones de aves marinas en la Patagonia, descubren los crecientes niveles de contaminación en las playas de la región. Así, de algún modo, la película intenta transmitir un mensaje ambientalista para que aquello que le ocurrió a DinDim no se vuelva a repetir.

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Es interesante. El aspecto ambientalista está integrado a la película de una manera orgánica. Cuando al inicio João salva al pingüino, el espectador puede ver claramente que este ya está cubierto de petróleo y se encuentra malherido, entonces no se necesita decir en algún momento: ‘¡Mira, el petróleo es dañino para los animales!’, ya se está viendo al personaje limpiando al pingüino, sorprendido por la cantidad de petróleo que tiene”, comentó.

“No se tuvo que inventar nada en el guión. Lo mismo ocurre en las secuencias filmadas en la Patagonia argentina en las cuales el público ve cómo los nidos de los pingüinos están repletos de plástico; eso es algo que yo vi cuando estábamos filmando y también lo atestigüé cuando estuve viajando con mi familia en un velero, por lo que pensé que eso era importante incluirlo”, expresó el también fundador de la organización ecologista Voice of the Oceans.

“Pero el mensaje ecológico en la película no es incisivo, ni agresivo, y para mí funciona, porque como director puedo entrar por otro lugar, no por el cerebro del espectador, sino por su alma y su corazón, y cuando una película entra por esos lugares, por esos recovecos, las emociones son muy distintas”, concluyó.