Escenario

Diego Luna alza la voz por el periodismo: “Debemos seguir contando historias, por los que ya no pueden hacerlo”

COBERTURA. El actor mexicano presentó el documental Estado de silencio en el Festival de Biarritz del cual es productor

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El actor Diego Luna en el Festival de Biarritz.

David Sánchez

Este martes el público francés asistió al debate con el productor Diego Luna tras la proyección de Estado de silencio de Santiago Maza, en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, que ofreció una reflexión profunda sobre el papel del periodismo en contextos de violencia y represión.

La película, que aborda la trágica realidad que enfrentan los periodistas en México, captó la atención del público desde el primer momento, despertando un interés genuino por los temas que pone sobre la mesa.

El debate posterior, en el que se habló tanto en español como en francés, permitió a los asistentes explorar no solo la situación en México, sino también las implicaciones globales de la libertad de prensa y el acceso a la información como derechos fundamentales.

Diego Luna inició el debate agradeciendo la asistencia del público y la oportunidad de compartir una historia tan importante en un espacio internacional como el Festival de Biarritz.

El actor, director y productor, con un tono pausado pero firme, subrayó que Estado de silencio no es solo una película para él, sino un medio para visibilizar una lucha constante, una lucha que muchas veces se libra en la oscuridad.

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Este es el único objetivo de quienes hacemos cine: que la película les acompañe allá afuera, en sus vidas”, afirmó Luna con convicción. Según él, el cine no debe terminar cuando se encienden las luces de la sala, sino que debe ser un detonador para la reflexión y la acción.

Uno de los temas que surgió repetidamente en la discusión fue el riesgo personal que asumen los periodistas mexicanos al enfrentarse a un entorno dominado por el crimen organizado y la corrupción.

Diego Luna dedicó una parte importante de su intervención a resaltar la valentía de estos periodistas, señalando que “es impresionante lo que están dispuestos a hacer y a poner en riesgo por hacer su trabajo”.

Para Diego, el proceso de creación de Estado de silencio fue una experiencia transformadora, que le permitió ver de cerca las historias detrás de cada noticia, las cuales a menudo pasan desapercibidas para el público.

A medida que trabajaba en la película, se dio cuenta de que cada periodista tiene una vida, una historia personal, y que cada noticia publicada puede tener consecuencias devastadoras. Esta realidad, dijo, lo afectó profundamente y cambió su manera de ver la información y la prensa.

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Luna destacó también la colaboración con un director de Ámsterdam que al final terminó produciendo, quien tuvo la idea original de hacer la película a pesar de no vivir en México.

Según explicó, esta perspectiva externa fue crucial para que el proyecto cobrara vida, ya que el cineasta extranjero estaba alarmado por los niveles de violencia contra los periodistas mexicanos.

Fue muy interesante ver cómo alguien de fuera estaba tan preocupado por lo que pasa en México”, comentó Luna. Aunque el director no residía en el país, su inquietud por el tema fue lo que impulsó la realización de la película.

Finalmente, el proyecto se llevó a cabo en México, pero con una colaboración internacional que, según Luna, enriquece la película al ofrecer un punto de vista más amplio sobre una problemática que, aunque mexicana, tiene resonancia global.

A medida que avanzaba el debate, uno de los periodistas que formaba parte del debate profundizó en la idea del film y en la relación entre la libertad de prensa y la democracia:

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“El derecho a saber, a estar informado, no es un privilegio exclusivo de los periodistas; es un derecho de todos. Y cuando perdemos una voz, estamos perdiendo mucho más que una noticia; estamos perdiendo una ventana al mundo, una manera de conectarnos con lo que pasa allá afuera”, dijo.

Uno de los momentos más emotivos del debate fue cuando Diego Luna recordó la figura de Javier Valdez, un periodista mexicano asesinado en 2017, cuya muerte conmocionó tanto a México como a la comunidad internacional.

Luna habló de Valdez con admiración y respeto, destacando que su trabajo representaba una voz para las comunidades más vulnerables de México.

Cuando una voz como la de Javier es silenciada, no es solo él el que pierde; son comunidades enteras que quedan en silencio, sin la posibilidad de ser escuchadas”, expresó.

Este comentario dejó una profunda huella en los asistentes, muchos de los cuales se quedaron visiblemente conmovidos. 

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Para Luna, la muerte de periodistas como Valdez no solo es una tragedia personal, sino una pérdida colectiva que nos afecta a todos, ya que estos profesionales actúan como puentes entre las comunidades y el resto del mundo.

Otro periodista francés presente en el debate, que trabajó en México desde 2006, compartió su perspectiva sobre la creciente violencia contra la prensa, recordando que la muerte de Valdez fue un punto de inflexión.

Sin embargo, también destacó lo preocupante que resulta ver cómo, con el paso del tiempo, la indignación y las protestas por estos asesinatos han ido disminuyendo, lo que refleja un peligroso proceso de normalización de la violencia.

Luna, consciente de esta situación, respondió con una reflexión sobre el papel del cine y el arte en general para evitar que este tipo de tragedias sean olvidadas o pasen desapercibidas.

El cine tiene el poder de poner una piedra en el zapato, de incomodar y de hacernos cuestionar lo que damos por sentado. No podemos permitir que estas historias se pierdan en el ruido de la vida cotidiana; tenemos que seguir contándolas, una y otra vez”, destacó. 

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Con esta última intervención, el director cerró su participación en el debate, dejando a los asistentes con una sensación de urgencia y responsabilidad.

El impacto del debate fue palpable. Muchos de los presentes salieron de la sala visiblemente conmovidos, conscientes de la gravedad de la situación en México y de la importancia de apoyar a quienes arriesgan todo por contar la verdad.

El Festival de Biarritz, conocido por su compromiso con el cine comprometido y las causas sociales, ofreció un espacio ideal para que la película de Diego Luna resonara con una audiencia internacional, que no solo se conmovió por la historia que se contó, sino que también se sintió interpelada a actuar.

El mensaje de Luna, claro y directo, quedó grabado en la mente de todos: “El silencio no es una opción; debemos seguir hablando, seguir contando estas historias, por los que ya no pueden hacerlo”, concluyó.