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Luisa Huertas, sobre el 2 de octubre: “Fue una experiencia que nos dio la esperanza de poder cambiar las cosas”

ENTREVISTA. La actriz habló de su experiencia el día de la masacre de Tlatelolco a propósito de que protagoniza el filme No nos moverán que rinde homenaje a ese episodio trágico del país

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Fotograma de 'No nos moverán'.

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Unos días antes de la masacre del 2 de octubre de 1968, que ocurrió la tragedia histórica de Tlatelolco, la actriz Luisa Huertas se encontraba en Ciudad Universitaria, en la escuela de arte teatral del INBA discutiendo con sus compañeros si unirse al movimiento estudiantil o no. La respuesta la dio el mismo ejército.

“Yo estaba en la escuela de arte teatral del INBA. Una tarde tuvimos una asamblea extraordinaria de estudiantes y yo era parte de la mesa directiva, era muy jovencita. Citamos a la asamblea para decidir si entrábamos o no a la huelga. Estábamos en eso cuando nos cayó el ejército”, dijo la actriz a Crónica Escenario, en el marco de la más reciente edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), a propósito del estreno de su más reciente filme.

“Estábamos en la Sala Villaurrutia. La han modificado un poco, pero yo tengo la imagen de estar en el escenario haciendo notas en una mesa y de pronto empecé a ver cómo de pronto teníamos soldados alrededor y nada más sentí como me agarraron de la nuca. Fue una experiencia muy traumática: el maltrato, los insultos, los empellones… mujeres y hombres”, recordó la actriz.

“Nos metieron en dos Julias (camiones de la policía). A mí, mi mamá me mandó rescatar. No sé si mi hermano pagó una mordida para que me soltaran, porque en esa época no tenía nacionalidad mexicana, sino española por mi historia personal”, aclaró.

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“Entonces, lo que sí sé, es que ya habíamos decidido entrar a la huelga pero esto nos terminó de convencer. Se llevaron a mis compañeros en dos Julias, acinados… me contaron que escurría el agua. Se llevaron al maestro José Soler, el director de la escuela. En fin, esa misma noche el director del INBA, José Luis Martínez, fue y los sacó a todos”, continuó la descripción de su memoria.

Su participación en el movimiento fue como la de muchos otros estudiantes: “Participamos activamente desde lo que podíamos aportar. Tanto el maestro Soler, como Héctor Mendoza fueron parte del Consejo Nacional de Huelga y nosotros éramos activistas y hacíamos de todo, desde volantear, montar números de poesía o música, para recorrer como trashumantes todo Ciudad Universitaria, las bocas, las prepas, el Poli, o meternos a los teatros a botear (pasar con el bote a pedir dinero) y en algunos la gente nos apoyaba o aplaudía y en otros nos abucheaban o corrían”, expresó.

Fue una experiencia que nos dio la esperanza de poder cambiar las cosas porque fue un movimiento muy político. Nosotros no andábamos pidiendo que nos cobren la escuela, pedíamos libertad a presos políticos. No digo que lo otro no sea importante, porque era defender el artículo tercero de la Constitución, y eso lo defiendo en la escuela que dirijo, por eso el taller que doy es gratuito y tengo que estar arañando paredes para pagar a los maestros”, dijo.

“A lo que me refiero era que teníamos una concepción global de nuestro país. No andábamos pidiendo cosas estudiantiles. Y no demerito las consignas estudiantiles. Éramos una juventud politizada, inspirada en la Revolución Cubana. Teníamos la ilusión”, enfatizó.

Imagen del rodaje de 'No nos moverán'.

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La actriz presentó en el festival de Guadalajara su más reciente participación en el cine, como protagonista de la película No nos moverán, de Pierre Saint-Martín, que terminó por llevar el premio principal del festival y que es un sentido homenaje a las víctimas del 2 de octubre, no solo a las mortales sino a las que han cargado con las dañinas emociones que ha provocado un trauma como el de Tlatelolco.

En el filme Luisa Huertas (hoy con 73 años), da vida a Socorro, una testaruda abogada que está obsesionada con encontrar al soldado que mató a su hermano durante la masacre estudiantil de 1968 en Tlatelolco, Ciudad de México. Esta necesidad de justicia enmascara una antigua culpa que la ha enemistado con su hermana Esperanza y su hijo Jorge.

Después de décadas de espera, la protagonista recibe la pista faltante para encontrar al soldado, lo que la lleva a conjurar un absurdo plan de venganza poniendo en riesgo su patrimonio, a su familia e incluso su propia vida: “Mi personaje no es una abogada inocente, es una abogada mexicana. Sí quiere justicia, pero no se engaña, sabe como es la justicia en este país”, dijo la actriz.

“El papel llegó a través de un ex alumno del Centro de Estudios para el uso de la voz, que yo dirijo y que se ha dedicado a hacer casting, que es Luis Maya. Él hizo el casting de la película pero a mí me invitó directo y me dijo que había un director a punto de hacer su ópera prima y que quería que hiciera un personaje”, comentó.

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“Leí el guión, porque de eso depende mucho mi interés, y me encantó. Tuvimos dos entrevistas por zoom, porque estábamos medio saliendo de la pandemia. Platicamos del guión, del 68, de mi propia experiencia, de los puntos de vista sobre el guión, sobre qué me gustaba más y qué no y encontré a una persona muy abierta, inteligente y sensible; así decidimos encontrarnos a tomar un café y platicar más en vivo y a todo color hasta que se hizo oficial”, añadió.

La actriz tiene un método específico para abordar los personajes, pues para ella es importante saber cómo se escuchan al hablar: “Yo me baso en las palabras, es decir, en lo que dice el personaje; en lo que se dice del personaje por otros personajes. Y de ahí empiezo a construir lo que los actores llamamos antecedentes. Me formé con (Konstantin) Stanislavski y sigo poniendo en práctica eso: ¿qué es? ¿de dónde vengo? y ¿a dónde voy?”, explicó.

“Entonces fue de preguntarme ‘¿quién es esta mujer y qué le pasó?’ y todo eso está en el guión pero yo tengo que contar otra parte de su historia que a lo mejor ni el guionista conoce, esa la construyo yo y por eso yo digo que los actores somos creadores, aunque se nos considere sólo intérpretes. Yo no. O por lo menos aspiro a ser una actriz creadora porque espero aportarle al personaje”, destacó.

Ese método fue complementado con un encuentro especial que le sugirió el realizador del filme: “Tuve una gran responsabilidad con este personaje porque de alguna manera está inspirado en la madre de Pierre y una vez me llevó a comer con ella a su casa. No a un restaurante sino a su casa. Nos atendió maravilloso, junto al personaje que hace de mi hijo. La pasamos muy bien, nos divertimos y yo la observaba todo el tiempo analizando todo. Es una mujer inteligente y fuerte”, comentó.

El filme fue rodado en Tlatelolco.

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“Ahí en lo que vemos en la película; en lo que dice Socorro; en los muchos matices que tiene este personaje, que aparentemente parece estar ladrando todo el tiempo- yo diría que sí, hay muchos momentos en que ladra pero muchos otros donde aúlla de dolor-, ahí en estas complejidades del personaje me quedé atrapada. Las hice mías y busqué más todavía”, sumó.

La película es importante ya no solo por su aporte artístico a una generación rica en diversidad en el cine mexicano sino por su capacidad de conectar con los dolores generados por la violencia que las personas en méxico viven a diario:

No solo estamos atrapados como mexicanos en muchos dolores o muchas rabias, estamos atrapados en el pasado. Socorro es un personaje atrapado en el pasado pero con un presente muy concreto y que tiene objetivos que ha tenido a lo largo de su vida y no se han cumplido, que es llegar a la venganza. Pero cómo la ha determinado esto para toda su vida y sus relaciones”, expresó.

“Lo que también es muy interesante es que yo tengo mi punto de vista sobre el dos de octubre, yo lo viví. También para mí son vivencias específicas. En mi círculo no murió nadie pero murieron muchos y en ese momento, ver a otro joven venir por la calle y decirle ‘quiubo, somos jóvenes y estamos en esto’”, dijo sobre la importancia de la conexión entre jóvenes.

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Fue un momento de una sinergia y una unión de llegar y tocar al otro y decirle ‘quiubo, ¿qué edad tienes tú?’, ‘¿de qué escuela eres?’, ‘qué te vaya bien, cuídate’. Se dio una hermandad y fraternidad muy especial y eso también nos marcó. No fue uno ni dos, nunca supimos cuántos”, continuó.

Es por esa camaradería que el dolor de la tragedia caló aún más hondo. Para Luisa Huertas los recuerdos de ese día aún son imborrables: “Además pasó en la plaza y había señoras con sus niños, que vivían ahí. Fue una masacre. Esa noche salimos a buscar compañeros y ya existía la Cruz Roja de Polanco y era caminar entre cuerpos. Recordar eso es muy duro y cómo eso nos ha marcado”, dijo conmovida.

Tenemos que reconocer a la generación del 68 y no le estamos entregando buenas cuentas ni a nuestros hijos ni a nuestros nietos. No sólo es responsabilidad de nosotros. Son muchas las circunstancias. No sólo es México, es el mundo. Pero parece que no hemos aprendido”, enfatizó.

Además lamentó la forma en que esa juventud politizada, interesada en los ideales políticos han dejado de existir en la actualidad con el mismo interés, especialmente en los estudiantes de ahora: “Una de las primeras causas, y no sé si seré irresponsable con lo que diré, pero lo que sí sé es que las Islas de CU se llenaron de marihuanos y yo pienso que esto fue orquestado. Fue una manera de atontar a toda una generación. El 2 de octubre fue para atemorizar a los jóvenes, pero lo que siguiente de las drogas fue una forma estratégica para atontarlos”, opinó.

La actriz Luisa Huertas en el FICG cuando se llevó el premio principal.

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“Pasaron tantas cosas, incluso en los años 70, el 10 de junio (Matanza del Jueves de Corpus)... pero entonces pasan muchas cosas: viene la liga, 23 de septiembre, viene formar partidos, algunos fuimos a militar partidos y logramos el registro y Reyes Heroles y Echeverría saben aprovechar el momento; y viene la reforma política. Éramos esa generación que se volvió adulta”, siguió.

En la juventud siempre ha habido gente de lucha y la sigue habiendo pero nos enfrentamos con una cosa que fue muy importante, cómo muchos ideales se convierten en ambición política. Así vienen los años 80 y la caída del muro. Lo que estamos viendo ahora, por un lado, de alguna manera es una reminiscencia del 2 de octubre con esta reforma política y otras cosas; pero por otro lado vienen las ideologías y todo es una mezcolanza, nadie conecta con otros, cada uno con sus principios…”, reflexionó.

¿Dónde está la ética política? ¿dónde está la congruencia? y una penetración total del capitalismo, el neoliberalismo, la era digital. Que si quieres ser feliz debes tener un coche último modelo o otra posesión. Que no te importe el de junto, tú dale el codazo y sigue adelante. Aquello de ¿quién eres? ¿de qué escuela? ¿qué edad tienes? se perdió”, lamentó.

Pero para eso está el cine, para ser un puente desde la conciencia y la memoria entre generaciones. La actriz confía en que el séptimo arte puede ser una de las mejores formas de aprender a reconciliar el dolor:

“De eso trata No nos moverán. En la medida que Socorro pueda encontrar su paz, la paz interna, y pueda reconciliarse con su propio dolor y su objetivo, es capaz de encontrar la reconciliación con el mundo”, dijo.

“No a partir del odio o la venganza. No es una hermanita de la caridad, pero es a partir de una decisión personal. Lo que implica perder después de 50 años estar queriendo realizar algo y tomar la decisión de cómo lo vas a hacer. Eso es lo que le pasa a Socorro y es hermoso como lo plantea Pierre Saint Martin”, cerró.