Escenario

Metallica en el Estadio GNP: Una gran tormenta del thrash metal

COBERTURA. La icónica banda se presentó este viernes en el primero de los cuatro conciertos de su M72 World Tour en la CDMX. Sí tocaron “La Chona”, pero la magia estuvo en todo su repertorio

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Metallica en el Estadio GNP.

Alejandra Miriel

Metallica regresó a México con un concierto no apto para débiles del corazón. Ofreció un espectáculo denso, ambicioso, estratégico, nostálgico, pero sobre todo enérgico. Un incesante ataque de thrash metal que sacudió las cabezas de 65 mil personas que llenaron la Arena GNP (esta ocasión con una zona extra de gradas en donde comúnmente se veían los escenarios cuando era el Foro Sol).

La legendaria banda de metal oriunda de Los Ángeles pero con mayor esencia de San Francisco demostró este viernes su capacidad de hacer frente a eventos masivos de la mano de su M72 World Tour que llegó a la CDMX con su modalidad “fin de semana sin repetición” en la que la banda se presenta el viernes y domingo tocando dos listas de canciones diferentes con un elenco diferente de teloneros.

Los primeros invitados fueron Mammoth WVH, proyecto de Wolfgang Van Halen (sí, ex integrante de la mítica banda Van Halen) y Greta Van Fleet, una de las grandes bandas de rock del momento que no decepcionaron en sus presentaciones.

Pero el plato fuerte era Metallica que regresó a la capital del país en modo bestia mostrando el músculo desde el escenario: Un escenario en forma de círculo mientras un grupo de fans se apiñaban en el centro del escenario, conocido como el “pozo de las serpientes”, con ocho torres coronadas por cilindros con pantallas LED que se alzaban hacia el cielo abierto y con un arsenal de soportes para micrófonos colocados estratégicamente por todo el óvalo del escenario, que también estaba equipado con cuatro plataformas de batería emergentes, Metallica se aseguró de que cada sección del estadio tuviera un momento de calidad con la banda.

Así lució el escenario con sus torres y pantallas.

Alejandra Miriel

El cuarteto musical no subió de inmediato. Al apagarse las luces sonaron las notas introductorias de canciones que ya tienen un mensaje de por sí en su historia musical. Comenzó “It’s a long way to the top (if you wanna rock’n roll)” de AC/DC, que la banda comenzó a utilizar como introducción de sus conciertos en 1991 durante la gira de su The Black Album.

El uso del tema es un sentido homenaje no solo a sus compañeros musicales sino a Bon Scott, el cantante de AC/DC que falleció en febrero de 1980 debido a una intoxicación de alcohol, y que tras su pérdida la banda había tomado la decisión de no usar la canción en vivo en respeto a su memoria y cuyo mensaje es más poderoso si tomamos en cuenta que la canción habla sobre las dificultades de usar el rock and roll para alcanzar el éxito. Metallica hace sonar el tema para avisar el próximo inicio del show y anoche hizo el primer gran coro del público.

El otro icónico tema introductorio es “The ecstasy of gold” del mítico compositor Ennio Morricone y que forma parte de la banda sonora de El bueno, el malo y el feo (1966), de la cual se proyectaron algunas escenas mientras sonaba la melodía en el Estadio GNP. Este tema es un homenaje que hace James Hetfield al cine de Clint Eastwood del que es fan:

Me hice fan de Clint Eastwood desde muy joven. De hecho me identificaba con cada personaje de la película: el feo, el bueno y el malo. Sin profundizar mucho, metafóricamente, todos tenemos eso en nosotros. Tenemos el potencial para ser uno de ellos”, dijo el músico en una entrevista años atrás con la revista Ultimate Classic Rock.

La banda salió al escenario pasadas las 21 horas.

Alejandra Miriel

El tema de Morricone comenzó a usarse desde 1983. Antes de ese año se usaba una intro con un corazón latiendo que se aceleraba hasta dar inicio al show: “era terrible”, recordó Hetfield. Fue el primer manager de la banda quien les sugirió reemplazarlo con “The ecstasy of gold”: “Esa fue una de las cosas más cool que hizo nuestro primer manager. Fue lo único que conservamos de él, en términos de consejos”, añadió el músico.

La melodía del tema le da un tono épico al inicio del show, pues además los sonidos comenzaron a ser emulados por la voz de los asistentes como las grandes barras de los deportes alentando a sus equipos. Al terminar, una pausa y la marca de la batería marca la pauta del inicio del concierto de Metallica al ritmo frenético de “Creeping death” con los gritos eufóricos de los fans siguiendo la guitarra de Hentfield y armando el primer slam.

James Hetfield escupió una voz venenosa mientras intercambiaba y compartía ataques de guitarra de metal rápido y crujido con el guitarrista de pelo largo Kirk Hammett y el bajista de trenzas Robert Trujillo, junto con los feroces y contundentes golpes de batería de Lars Ulrich, que llevaba una gorra de béisbol negra al revés y parecía estar empapado en un charco de sudor desde el principio.

“Creeping death”, perteneciente al disco Ride the lightning (1984), es la canción más rápida en la historia de la banda (a una velocidad de 214 bpm) y esa euforia conectó enseguida con la emoción del público. Las 65 mil almas comenzaron soltar cánticos referentes a las diez plagas de Egipto, específicamente la décima plaga que es la muerte de los primogénitos. 

El cantante James Hetfield.

Alejandra Miriel

Cabe decir que el tema surgió luego de que la banda vió la película de Los diez mandamientos, de Cecil B. DeMille, en la casa de Cliff Burton (el fallecido bajista de la banda), mismo que en la versión del disco es quien hace la parte de los coros de la canción y que ahora los mexicanos acompañaban a Hetfield al grito de “¡Muere por mi mano!” y que se volvió en el primer gran momento del show con una serie de gritos al unísono de “Die” con un trabajo excepcional de trabajo rítmico de Hetfield la batería.

Si bien la letra alude a la referencia religiosa no busca profesar nada, solo habla de la mencionada plaga de la muerte de los primogénitos del Libro del Éxodo, desde la perspectiva del Ángel de la Muerte. Si bien la sombra de la estricta educación religiosa de James Hetfield se cernía sobre la letra, la chispa provenía de una fuente menos divina.

La canción trata sobre la difícil situación de los judíos cuando eran esclavos en Egipto y cómo Dios se vengó de los egipcios enviando al Ángel de la Muerte para matar a sus hijos primogénitos. Creo que sintió que podía identificarse conmigo porque yo era judío”, dijo en su momento. Como dato extra, este tema es el que da apertura a sus conciertos desde el 2006. Un clásico que comenzó a erizar la piel la noche de este viernes.

La segunda canción de la noche fue “Harvester of sorrow” y con ella el momento de rendir homenaje a su disco … And justice for all (1988), una canción menos vertiginosa pero más densa y abrumadora por su sonido áspero que parece incitar a la batalla. 

La banda ofreció o show espectacular.

Alejandra Miriel

Esta canción que toma su nombre de una célebre obra del compositor Serguei Rachmaninov (y de la novela homónima del británico Robert Conquest, la muerte masiva de campesinos ucranianos en los tiempos de Stalin) y cuya letra cuenta la historia de un joven que alcanzó un alto nivel de locura y descarga su furia contra su familia a la que termina asesinando, existiendo alusiones a la guerra, al aborto y a la esclavitud.

Un tema con un ritmo envolvente del cual se dice que también hay referencias personales de Hetfield respecto a los sentimientos por el alcoholismo de su padre: “Mi vida se asfixia/Plantando semillas de odio/He amado, convertido en odio/Atrapado mucho más allá de mi destino”, cantó Hetfield mientras las melenas de los presentes iban de atrás a adelante sin cesar.

Luego se retomó un ritmo más acelerado pero sin dejar de lado los ataques rítmicos del thrash metal, recordando el que quizás sea el tema más infravalorado de su legendario disco Master of puppets (1986). Comenzó a sonar “Leper Messiah”, ese furioso tema que incita a levantar el puño en todo lo alto con riffs que perturban los oídos. Una canción que se siente como un gran gruñido que le permitió a Kirk Hammett hacer un solo que enchina la piel.

La letra de la canción como lo dice el título habla de acontecimientos y una especie de cántico a un mesías leproso, al principio lo describe como la risa principal de la ciudad y su sufrimiento. Y luego en el estribillo habla de que al dar dinero a la iglesia comprarás y asegurarás tu lugar en el cielo. Un tema que hace una crítica mordaz a las religiones o sectas ideológicas, cuyo título fue tomado de un verso del tema “Ziggy Stardust” de David Bowie.

El guitarrista Kirk Hammett.

Alejandra Miriel

Amigos hermanos y hermanas, es un placer estar con ustedes en México city, simplemente hermoso verlos aquí, la siguiente canción es cortesía de mi hermano Kirk”, fueron las primeras palabras que Hetfieldt dedicó al público que lo aplaudió en cada frase, antes de que “King nothing”.

El guitarrista comenzó el tema con su guitarra que se escuchaba como un largo rechinido hasta que el bajo de Trujillo comienza a hacer juego hasta hacer comunión con Hetfield. Se trata de la mejor canción del disco Load (1996) y que hace juego con la misma estructura musical que tiene su clásico “Enter Sandman” que no llegaría a sonar en la velada (está asignada para el domingo).

La canción trata sobre personas que dedican toda su vida a tener éxito y ganar dinero hasta que un día, se dan cuenta (entonces todo se derrumba) de que todo su dinero no les ha traído nada que valga la pena. Han desperdiciado toda su vida en pos del dinero y el estatus en lugar de vivir y ser verdaderamente felices (¿dónde está tu corona, rey nada?).

Hetfield recurrió a la parábola de que la ambición cumplida no necesariamente trae felicidad; incluso advierte en la canción: “Ten cuidado con lo que dices / Ten cuidado con lo que deseas / Puedes arrepentirte / Ten cuidado con lo que deseas / Puede que lo consigas”. Un mensaje que nos reafirma el por qué formó parte de la segunda temporada de Los Soprano, en una icónica escena de conversación entre Tony Soprano y Paulie Walnuts.

La banda hizo un recorrido por su discografía.

Alejandra Miriel

Luego tocó el turno de las canciones de su más reciente disco. Comenzó con “72 seasons”, el tema que le da nombre a la producción que surgió de un libro que estaba leyendo sobre la infancia, básicamente, y cómo resolver la infancia como adulto. El tema es imponente y flirtea con el tipo de catarsis que en su momento la banda buscó provocar con “St. Anger”. Un ritmo acelerado en la batería de Ulrich y con James Hetfield cantando en un tono un poco más alto.

La canción introduce el concepto vago de reflexión, nostalgia y crecimiento que recorre todo el LP. Hammett claramente se divierte proporcionando melodía adicional en medio de su trituración. El bajo rápidamente punteado de Robert Trujillo se acelera, y Ulrich dirige alegremente la canción, subiendo y bajando de marcha con el entusiasmo de un baterista adolescente.

Enseguida sonó del mismo disco “If darkness had a son”, con Ulrich moviendo el pedal para alzar las manos de los asistentes. Un tema que incluso tiene algunos ritmos bluseros pero sobre todo frenéticos que llegan a recordar temas de sus discos Ride the lightning o Master of puppets.

Tras este tema llegó el momento más “México mágico” de la velada. Robert Trujillo y Kirk Hammett tienen un momento especial en cada concierto al tocar una canción popular de cada país al que han visitado. Para la CDMX se dieron a la tarea de rendir homenaje a Los Tucanes de Tijuana con “La Chona” a su estilo, provocando la incredulidad de los presentes que pronto cambió a una algarabía que puso a bailar a algunos a ritmo norteño. 

Los músicos sorprendieron al tocar "La Chona".

Alejandra Miriel

Y aunque las redes sociales y los medios se han encargado de enmarcar este momento como el más destacado del concierto, lo cierto es que lo verdaderamente mágico estaba por llegar, pues seguiría uno de los momentos más emocionantes de la noche con “The day that never comes” que causó una explosión emocional luego de un juego de tonos introductorio.

Una de las canciones más melodiosas de la banda con una capacidad atmosférica de tal poder para alimentar la euforia de estadios. Una canción que se dice se inspira en una relación padre-hijo, nos lleva a un ir y venir de ritmos mientras se deja acompañar por los coros de los presentes.

En esta canción la línea vocal suena diferente con un matiz de blues. “Keep praying / Just keep waiting. Waiting for the one / The day that never comes / When you stand up and feel the warmth / But the son shine never comes, no…”. Es una linda canción que solo alcanza su punto máximo con música pesada a mitad del tema para que luego la velocidad se acelere con un solo de guitarra en un in crescendo impresionante. Una balada que se convierte primero en una pieza dramática y luego en un monstruo de thrash. Increíble.

Tras ese gran pico emocional llegó el último de los temas de 72 seasons, con “Shadow follow”, cuyo mayor impacto viene de la letra con sus alusiones a la idea de bienestar desde la oscuridad: “Ahora sé que si corro/las sombras siguen siguiéndome”, dicta la letra. Al final este tema fungió más como un momento de contención para la euforia del momento.

Ha sido uno de los mejores conciertos del año.

Alejandra Miriel

Y es que lo que se vendría era una joya de la música instrumental del metal como es “Orion” del mítico Master of puppets (1986) y que a nivel sentimental también podría entenderse como una remembranza más para Cliff Burton pues fue la última pieza en la que el bajista participó.

Este tema, que fue nombrada por la constelación que le da nombre es la búsqueda por alcanzar un sonido espacial desde el metal. Es uno de sus temas más largos, pero en vivo fue una melodía que no quisieras que se acabara nunca. Una pieza que abruma por la evocación de emociones entre cada nota y puente musical. Te envuelve a un espacio sideral y hasta tiene un momento en medio del tema que evoca al melancolía de una forma magistral. Una canción que le da un protagonismo al bajo desde un montón de matices. Fue una canción misteriosa, inquietante y penetrante.

Tras el deleite musical tocó turno del momento más hermoso de la noche. Un estruendo emocional sonó con las primeras notas de “Nothing else matters” del famoso The black album (1991), que ejecutó Kirk Hammett. Como es bien sabido esta composición conmovedora es de las pocas canciones cuyo solo de guitarra pasa a manos de James Hetfield.

Se trata de una hermosa balada que en su nacimiento no estaba concebida para ser compartida pues la escribió el cantante para sí mismo, pues la escribió mientras hablaba por teléfono con su novia y sólamente tenía una mano libre. Gracias a Lars Ulrich que lo convenció de incluirla en el disco pudimos disfrutar de una ejecución maravillosa aderezada de la empatía del público capitalino que llenó de luces de celular todo el Estadio GNP, en un momento que llevó a las lágrimas a muchos asistentes por lo más emocional.

Cabe decir que en sus regularmente tras este tema continúa “Enter sandman”, sin embargo, esta vez, por la estructura del concierto el tema será tocado este domingo.

Una de las mejores imágenes de la velada.

Alejandra Miriel

La banda se quedó un poco más con The black album, para dar vida a otro de los temas más importantes de ese disco con “Sad but true”, cuya letra está basada en la película Magic (El muñeco diabólico, 1978). Una canción con un riff lento y pesado, que también fue sumamente coreado por el público mexicano. Esta pieza también nos dio un maravilloso solo de guitarra de Hammett.

La recta final se acercaba y con ello el momento de regresar al disco Ride the lightning (1984) con otro de sus clásicos “Fight fire with fire”, cuya letra habla de la llegada del Armagedón y el fin del mundo por medio de un holocausto nuclear. Una canción que comienza lenta y armónica pero que da un giro crucial con una serie de riffs brutales hasta convertirla en una de las piezas más rápidas de la banda, es decir, una vez que la acústica de desvanece nos dan una de las canciones más feroces de la banda.

Durante la ejecución de este tema hubo un momento de fuego en el escenario circular que elevó más la euforia de los espectadores y aún más cuando Hetfield alentó a su gente como en un grito de guerra con las palabras “we all shall die”. Las guitarras superpuestas en mitad de la canción y los riffs caóticos mostraron virtuosismo y el amor de la banda por el thrash clásico.

También hubo tiempo de rememorar algo del ReLoad (1997), cuando sonó el tema más simbólico del disco. Nos referimos a “Fuel”, esa poderosa canción de rock con su cántico característico y veloz de “Gimme fuel, gimme fire, gimme that which I desire”. Una canción repleta de armonías vocales cuyo origen tiene dos explicaciones, la primera de ellas es que habla de los peligros de aquellas personas que conducen rápido sus vidas de una forma temeraria, la otra es que se dice que trata de la adicción al alcohol del propio Hetfield. La realidad es que como pieza de rock fue magistral.

La banda se mostró agradecida con sus fans.

Alejandra Miriel

Lo mejor de la noche fue el final. Las últimas dos canciones fueron una completa locura. El primero en sonar fue el primer gran himno de su historia como es “Seek & destroy” de su debut Kill’em all (1983), un icónico tema que se inspira en la canción “Dead reckoning” de Diamond Head, que Hetfield escuchaba cuando trabajaba en una fábrica de calcomanías en Los Ángeles.

El riff de esta canción es uno de los más reconocidos en el mundo del heavy metal y la noche de este viernes fue el sonido que despertó la euforia de las 65 mil almas que se dejaron poseer por su mensaje de persecución, el objetivo es rastrear, buscar y destruir al enemigo, aunque la letra probablemente aluda más a la autodestrucción.

El tema tiene un solo lleno de velocidad por parte de Kirk Hammett que enloquece, que se siente como una tormenta con muy pocos momentos de calma, pero con muchos relámpagos que hacen que la electricidad en el cuerpo solo sea consecuencia de gritos, puños en alto y saltos enardecidos.

Para cerrar la noche, y sin otra presentación que la de las notas musicales es que llegó el otro gran himno de “Master of puppets”, esa icónica canción que trata sobre las drogas y cómo estas controlan a las personas que las consumen, y que es otra de las canciones que se sienten como un exorcismo.

Es cierto, algunas generaciones recientes la ubican porque la toca el personaje Eddie Munson en la serie Stranger things, sin embargo, para los fans de la banda este tema se sintió como una gran catarsis musical. La canción tiene una estructura melódica cautivante pero sobre todo tiene un in crescendo poderoso y áspero que impacta de la misma forma en que la misma letra describe al maestro capaz de “distorsionar” la mente y “destrozar los sueños”.

No hubo una mejor forma de cerrar este épico viaje musical que con este tema, fuegos artificiales y un “¡Viva México cabrones”, en la voz de Robert Trujillo.