Escenario

Silvana Estrada florece con una irónica oda al desamparo en ‘Marchita’

Reseña. La cantautora mexicana liberó su nuevo material con canciones recias, llenas de poder y bravía, aunque también de amargura y nostalgia, cual fotosíntesis de una bella flor

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La belleza de la sencillez nunca dejará de ser fantástica. Lo puro de las palabras que bailan entre acordes sutiles, pero contundentes, que se clavan cual daga en el corazón, para bien o para mal, vibran alto en Marchita de Silvana Estrada.

El segundo álbum de estudio de la veracruzana es un oasis de sensaciones con agua tersa, tibia y purificada. Una obra de 11 temas que trasladan hacia los pensamientos de Silvana por medio de su voz, sus letras y su pasión.

Con previos avisos a través de sencillos lanzados anteriormente al estreno de este material, e incluso una brutal sesión en Tiny Desk de NPR Music de lo que se avecinaba desde el 2021; al fin del año pasado se liberó Marchita con canciones recias, llenas de poder y bravía, aunque también de amargura y nostalgia, cual fotosíntesis de una bella flor.

Un poema cantado es "Más o Menos Antes", el tema inicial que arranca de manera abrupta y directo a lo que Marchita nos tiene por preparado por escuchar. 

Justo como "Las Corrientes"; un par de acordes de guitarra en progreso, algún piano interviniendo de manera esporádica y el saxofón acompañando los coros de Estrada para estremecer con sus líricas.

"Qué viva, en la piel, la corriente, si es que deja un temporal”

La formula parece ser muy sencilla en sí, en cada tema del álbum si no se presta atención, pero en esencia, cada canción tiene su propio sabor, su sentir. La autora de esta montaña de fibras sensoriales proyecta pequeños matices únicos dentro de Marchita, desde el sencillo "Te Guardo" y sus procedentes "Un Día Cualquiera" y "Sabré Olvidar".

"Porque el silencio no da opción cuando uno canta. Y este dolor se ha de esfumar en mi garganta"

En el disco, Silvana le canta al olvido, a los pesares. Le compone a la decepción. Su alma se marchita, pero a cambio lo transforma en oda para el desamparo a causa del desamor entre violines y su guitarra que carraspea dolor, un dolor que reconforta con mucha ironía.

La voz de la cantautora es un arma potente con tantas texturas que destila y pregona en canciones como "Tristeza", "Casa" y "Ser de Ti", que, a su vez, hace de cada extracto una experiencia muy pulcra, donde podemos pasar del folk al jazz, guiados por su mano.

Después de esto, se enmarca un gran adiós con un solo de trompeta en "La Enfermedad Del Siglo", y dejar, así con esto, la piel eriza entre la confusión de invasión nostálgica, pero llena de satisfacción de haber disfrutado ésta gran pieza de manufactura mexicana, llamada Marchita, que con el paso de los días retoñará y florecerá entre las estaciones de los ciclos.