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El choque de puños con Bin Salman, ¿el último clavo en el ataúd demócrata?

El saludo entre Biden y el líder saudí desata críticas a tres meses y medio de las legislativas, donde los republicanos recuperarán el control de la Cámara y, quizás, también del Senado

tormenta política

Biden se cubre los ojos del sol mientras atiende a los medios a su regreso a la Casa Blanca tras el viaje por Oriente Medio, este domingo 17 de julio de 2022.

EFE / Ron Sachs / Pool

El fin de la primera gira por Oriente Medio del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha traído nuevos dolores de cabeza tanto al mandatario como al resto del legislativo demócrata, a solo tres meses y pocos días para las elecciones legislativas de noviembre, en las que las encuestas vaticinan que los republicanos recuperarán el control de la Cámara y, posiblemente, del Senado.

Todo, por el choque de puños entre Biden y el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman, un saludo que refleja el cambio radical de postura del presidente respecto a los derechos humanos. Concretamente, por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, por el que Estados Unidos ha responsabilizado todos estos años al líder saudí.

Ese choque de puños pretendía ser un saludo frío heredado de los primeros meses de la pandemia, una diferencia respecto al encaje de manos que Biden había dedicado al rey saudí minutos antes. Pero, en cambio, regaló a las cámaras una escena que medio mundo asocia con cordialidad y simpatía.

Joe Biden y Mohamed Bin Salman chocan los puños este viernes 15 de julio a la llegada del presidente estadounidense a Yeda, Arabia Saudí.

EFE / EPA / Bandar Aljaloud / Casa Real Saúd

Biden se esforzó en insistir en que el saludo, y la propia reunión con Bin Salman, que ya de por sí generó amplias críticas entre defensores de los derechos humanos, el diario The Washington Post, sectores de izquierdas estadounidenses e incluso entre la prometida de Khashoggi, Hatice Cengiz, no eran tan importantes y no cambiaron su postura sobre derechos humanos.

De hecho, el mandatario afirmó que sacó el asunto del asesinato de Khashoggi durante la cumbre privada con Bin Salman, aunque fuentes cercanas a la reunión aseguran que, lejos de intimidarse, el líder de facto saudí reaccionó negando tener cualquier vinculación con el salvaje crimen.

Esto, pese a que incluso la CIA en un informe que Biden publicó nada más llegar a la Casa Blanca, en enero de 2021, responsabilizó directamente a Bin Salman por los hechos, ocurridos el 2 de octubre de 2018 en la embajada saudí en Estambul, Turquía. Khashoggi fue asesinado en la legación diplomática y su cuerpo nunca apareció, por lo que se cree que fue descuartizado.

En aquella época, Biden llegó a prometer que trataría a Bin Salman como un “paria internacional”.

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DURAS CRÍTICAS DE BERNIE SANDERS

Pero estos esfuerzos parecen haber sido futiles; este domingo, tras regresar a Estados Unidos, Biden tuvo que ver como surgieron las primeras críticas de gran calado entre sus filas.

El senador Bernie Sanders, precandidato presidencial en 2016 y 2020, y una de las figuras más mediáticas de la izquierda estadounidense, aseguró en una entrevista con la cadena ABC que "el líder de ese país (Bin Salman) está involucrado en el asesinato de un periodista del The Washington Post (Khashoggi). No creo que ese gobierno (Arabia Saudí) deba ser premiado con la visita del presidente de Estados Unidos".

El senador demócrata Bernie Sanders, en una imagen de archivo.

EFE / EPA / Michael Reynolds

Sanders, quien se enfrentó a Biden por la candidatura demócrata de las presidenciales de 2020, afirmó que si fuera presidente no mantendría una relación cercana con Arabia Saudí, porque su gobierno "aplasta la democracia, trata a las mujeres como ciudadanas de tercera clase y asesina y encarcela a los opositores".

"Si creemos en los derechos humanos y la democracia, no debemos mantener una relación cercana con una dictadura como esta", reivindicó.

El senador también criticó el acercamiento a Arabia Saudí por las necesidades energéticas de Estados Unidos. Aseguró que la forma de resolver la crisis petrolera no es viajando a Arabia Saudí, sino presionando a las gasolineras. "Tenemos que decirles a las compañías petroleras que dejen de estafar al pueblo estadounidense. Si no lo hacen, les impondremos impuestos sobre sus ganancias extraordinarias", aseguró Sanders.

LA REACCIÓN FURIOSA DE BIDEN

El presidente Biden ha de ser consciente de las críticas que está recibiendo, porque nada más llegar a Estados Unidos ya dejó claro de forma pública que le molesta tener que seguir debatiendo el asunto.

Nada más llegar a la Casa Blanca, periodistas le preguntaron si se arrepentían de haber saludado a Bin Salman con ese ya casi icónico choque de puños, a lo que el líder estadounidense reaccionó escupiendo esta respuesta: "¿Por qué no me preguntan algo que importe? Responderé a cuestiones que importen".

Biden insisitó durante el viaje en que su postura respecto a los derechos humanos no ha cambiado, y llegó a afirmar que "guardar silencio sobre los derechos humanos para un presidente estadounidense es algo que es inconsistente con quiénes somos y quién soy yo. Yo siempre defiendo nuestros valores".

Sin embargo, tanto en la respuesta de este domingo a la prensa como en los hechos y otras de sus declaraciones durante la gira, lo que impera es la necesidad de reparar relaciones con los socios petroleros de EU y garantizar la influencia estadounidense en la región.

En diversas declaraciones tanto desde Israel primero como desde Arabia Saudí después, Biden insistió en que, más allá de debates morales, lo principal para él es defender los intereses de Estados Unidos en la región, y llegó a advertir que no piensa permitir que Washington deje un vacío de influencia que puedan tratar de aprovechar los grandes enemigos del país, o sea, China, Rusia e Irán.

UNA MAYORÍA QUE PENDE DE UN HILO

Por mucho que Biden defienda que prioriza los intereses y la seguridad nacional del país, las críticas que están recibiendo demuestran que, para mucha gente, la renovada cercanía a quien hace poco más de un año llamaba “paria internacional” no es un asunto menor, como él quiere hacer creer. Y a tres meses y medio de las elecciones legislativas, esto es un grave riesgo.

Biden sabe de la importancia de los comicios, por eso está tratando de lanzar de nuevo sus grandes propuestas legislativas, como paquetes sociales, económicos y de lucha contra el cambio climático, entre otros. Por ahora, sin embargo, todos están chocando una vez más contra el muro republicano en el Senado, e incluso el rechazo de algunos de sus legisladores, como el demócrata derechista Joe Manchin.

La polémica desatada durante la gira no hace más que llover sobre mojado en los problemas de popularidad de Biden y en las malas perspectivas demócratas para noviembre, que se explican también por problemas como la inflación disparada, los problemas en la cadena de suministros, la pandemia y lo que mucha gente ha percibido como tibiez del presidente en asuntos de alta sensibilidad como el aborto, tras el revés de la Corte Suprema.

Una encuesta reciente del New York Times y Siena College reveló que el 64 por ciento de votantes demócratas no quieren que Biden figure en la boleta presidencial en 2024, a ser posible. Además, el agregado de encuestas de FiveThirtyEight otorga a Biden ahora una aprobación del 39 por ciento, el dato más bajo para cualquier presidente a estas alturas de mandato desde la II Guerra Mundial.

Según el mismo portal, especializado en sondeos y pronósticos electorales, la probabilidad de que los republicanos recuperen el control de la Cámara de Representantes es del 87 por ciento, mientras que los derechistas también recuperarían el Senado en un 53 por ciento de los casos este noviembre.

El control de la cámara alta es clave para la agenda política de Biden, y aunque los demócratas no lo tienen todo perdido en el Senado, los continuos fiascos y errores de bulto en el cálculo político de Biden tienen más probabilidades de ser el último clavo en el ataúd de su presidencia que mejorar sus perspectivas a futuro.