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Kazajstán en primera persona: un país enamorado de México, desde que entras hasta que sales

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Centro de Nursultán, llamada Astaná hasta 2019

Astaná Times

Cuando uno entra con pasaporte mexicano en Kazajstán, el funcionario de la frontera le recibe con una sonrisa y un expresivo “¡bienvenido!”.

Es curioso como, en los últimos años, la población joven de Kazajistán ha tomado el español con entusiasmo. No es tan común, ni siquiera en México, que el taxista recite a Octavio Paz, relate a García Márquez y explica cómo le han emocionado las telenovelas mexicanas.

Kazajstán es un país lejano y desconocido para México pero uno que, en el futuro inmediato, puede ser verdaderamente importante para nosotros.

La capital del país, Nursultán, ha pasado en apenas 20 años de ser un pedazo yermo de terreno en el desierto hasta convertirse en una ciudad del futuro. Busquen una foto en Google. Es como Dubái, pero en medio de la nieve. Y México es ya su primer socio comercial en América Latina.

El país, ubicado en el centro neurálgico de la Ruta de la Seda, es el principal socio de Estados Unidos en la zona, comparte miles de kilómetros de frontera con Rusia y con China y trabaja con la Unión Europea para desarrollar nuevas vías de infraestructura que ayuden a garantizar el suministro energético al Viejo Continente. Es el principal productor de uranio del mundo, el segundo de cromio, el octavo de zinc y el noveno de oro. Se estima que tiene reservas minerales por explotar de 46 trillones de dólares. Su PIB crece al 15.6 por ciento anual.

En el 2020, el peor de los años, exportó 2.92 millones de dólares a éxito, la mayoría de los cuáles fueron ferroaleaciones, mientras que México exportó en esta dirección unos 80.5 millones, la mayoría en motores eléctricos. México y Kazajistán son dos grandes socios en el mundo industrial.

Kazajstán va camino de convertirse en uno de los países más ricos e influyentes de Asia y quiere hacer negocios con México.

Aquí es donde se pone un poco complicado. Nursultán lleva años tratando de reforzar sus relaciones diplomáticas, económicas y culturales con México.

Sin visa para los kazajos

En el 2022, Kazajstán y México han celebrado el 30° aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas. Y si bien el gobierno de Kazajstán abrió embajada en la Ciudad de México hace ocho años y permite a los mexicanos entrar en el país durante 30 días sin visado, México aún no ha abierto representación diplomática en el país.

Los kazajos, con toda su riqueza y sus ganas de internacionalización, por el contrario, necesitan para entrar en nuestro país un visado que han de ir a tramitar a Estambul, a cinco horas de avión, que es como si un mexicano tuviera que volar a Bogotá para entrar en Francia.

Una tortura que desincentiva los negocios y las alianzas económicas.

México es el principal socio comercial latinoamericano del país, que ya ha empezado a explicar en México su zona de libre comercio, la Astana International Finance Centre, donde los empresarios mexicanos pueden abrir una compañía en horas, libres de impuestos durante 30 años y con igualdad de condiciones que cualquier compañía internacional, bajo un sistema jurídico británico que garantiza la resolución de cualquier disputa.

Encrucijada de varios mundos

Algunos llaman a Kazajstán la Suiza de Asia central. Y es significativo que sea precisamente aquí, donde sólo el uno por ciento de la población es católica, sea donde el Papa Francisco haya venido, esta semana, a pedir paz de una vez.

“Kazajistán es el centro de estabilidad de Asia central y verdadero el punto de confluencia entre el mundo chino, el mundo musulmán, el mundo ruso y Europa”, explica a Crónica el catedrático español José Luis Orella, especialista en la región.

Y lo ha hecho sentado durante horas a la derecha del presidente del país, el popular Kassym-Jomart Tokayev, en el marco del VII Congreso Mundial de Líderes Religiosos Mundiales y Tradicionales, y donde hoy ha dado una misa antes miles de fieles, en su 38 viaje apostólico.

Grandes avenidas y grúas y edificios que crecen a toda velocidad y un montón de iconos arquitectónicos, como el Baiterek o la Pirámide del Palacio de la Paz y la Reconciliación, diseñados por el arquitecto de cabecera de la ciudad, Norman Foster, han dado forma al paisaje de esta capital aún tan desconocida.

Y al fondo, un par de restaurantes mexicanos. Poco a poco.